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¡Chin chin! Así nació el brindis: una historia larga y humilde | ACyV

¿Cuándo comenzó esta costumbre que acompaña cualquier comida familiar? Aunque parezca extraño, la palabra en sí se origina con una sencilla rebanada de pan

¡Hip, Hip, Hurra!, por Peder Severin Krøyer. (Wikipedia)

CARMEN MACÍAS / ACyV

Hace ya un mes que se acabó eso que llamamos «las fiestas»: muchos días y muchas noches, uno tras otro de reuniones como en ningún otro momento del año. Vino por aquí, champán por allí… ¿Y qué se hace siempre que una copa ocupa nuestro lugar en la mesa? Hacerla notar, eso es. Han pasado las fiestas, sí, pero para hacernos notar parece que cualquier momento es bueno, así que cualquier momento es bueno para brindar.

De aquí a las próximas «fiestas» nos quedan brindis para rato. En los cumpleaños, en las bodas, en cualquier encuentro mañanero de domingo, un sábado por la noche de fiesta… Se brinda para festejar, sí, en su forma resulta un gesto alegre, pero también se brinda en recuerdo de los seres queridos o como muestra de respeto, porque lo que hoy entendemos como brindis va desde un asentimiento cortés hasta una señal de acuerdo tras pronunciar un discurso. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cuándo comenzó todo esto? ¿Quiénes empezaron a rozar sus copas? Aunque la idea se remonta a las primeras civilizaciones, resulta que la palabra en sí se origina con una humilde rebanada de pan.

Foto: Fuente: iStock

La comida para llevar ya era un ‘classic’ en PompeyaCarmen Macías

A lo largo de la historia y entre las culturas de todo el mundo, comer y beber siempre han significado el gran símbolo de la unión. Son tareas fundamentales, así que de ellas se han desprendido buena parte de las costumbres y particularidades que han ido haciendo a la humanidad. Podemos recordar los banquetes del Antiguo Egipto o de la Antigua Grecia, los almuerzos que frenaron conflictos medievales o la moda de las comidas de negocios que se inició a principios del siglo XX. Todas ellas tienen un punto en común.

Por los dioses

Precisamente es en la antigua Grecia donde comienza todo. Por entonces, cuando los hombres se reunían y bebían, entendieron que alzar sus vasos era seña de respeto a sus dioses. Se convirtió rápido en una tradición que continuó con el Imperio Romano, y luego con los cristianos, levantando copas a sus santos. En concreto, los romanos hicieron de él un ritual de gran importancia, tanto que en épocas del emperador Augusto, el Senado decretó que en toda comida, todos los comensales debían brindar por la salud de su líder.

Mosaico romano que representa una escena de un concurso de beber. (Wikipedia)

Como explican desde la revista Forbes, en el cuarto tomo de la Ilíada de Homero, se narra cómo los Dioses están acostados con Zeus en asamblea bebiendo néctar de copas de oro rellenadas continuamente por la diosa Hebe. En esa escena, proponen un brindis. «Para los mortales, era el vino que a menudo se usaba para festejar a los dioses dentro de un evento altamente ritualizado llamado ‘symposion’, una palabra que proviene de la palabra griega sympinein («beber juntos»). Por la noche, después de la parte ‘deipnon’ (comida) y antes del simposio formal podía comenzar, se brindó por varios dioses con unas gotas de vino sin mezclar. Uno podría proponer una bebida a uno de los pocos dioses: ‘¡Al buen espíritu! ¡A Zeus Soter! ¡A Hygieia (Salud)!'».

No obstante, tanto entre los griegos como entre los romanos, brindar no solo sirvió como una declaración de buenos deseos y respeto, sino también como una provocación, un desafío. Ser capaz de aguantar el licor se consideraba una forma de dureza y disciplina entre los hombres.

De la Antigua Grecia a la Edad Media

En este sentido, lo cierto es que durante miles de años, el brindis fue una parte central y exclusiva de la cultura clásica del honor de los hombres. Fue un ritual que, si bien a menudo se llevó al exceso, estuvo animado por el espíritu competitivo atribuido a la masculinidad, poniendo a prueba esta.

Retrato de una mujer prostituta con la copa levantada. (Wikipedia)

De hecho, durante el simposio griego, las únicas mujeres que se unieron a la diversión eran por lo general prostitutas de alto estatus llamadas «hetairai», que sabían leer y escribir y, a menudo, tenían formación en poesía y música. Se informa de una hetaira famosa apodada Smikra («la niña pequeña») en un recipiente de cerámica brindando por una hermosa aristócrata ateniense llamada Leagros, que vivió alrededor del 535 al 465 a. C.: «¡Esta es para ti, Leagros!» Otros simplemente brindaban por su belleza: «¡Kalos!» («¡[Leagros es] Guapo!»). Probablemente, todo esto estaba dentro del contexto de un juego de beber griego llamado kottabos.

Es en los siglos del medievo cuando el asunto comienza a cambiar, y nace con ello el tintineo de vasos de la mano del cristianismo, debido a la creencia de que el «ruido de campana ahuyentaría al diablo». De esta forma, se tintineaban los vasos y la gente vitoreaba en voz alta para alejar a los demonios o espíritus malignos. También se pensó que chocarías los vasos para derramar un poco en el suelo, dejando algo para los malos espíritus con la esperanza de que te dejaran en paz. Una tradición alemana es golpear jarras de alcohol sobre la mesa y gritar en voz alta para ahuyentar a los fantasmas o espíritus malignos.

De Francia a China

Por ejemplo, los estudiantes alemanes del siglo XVI a menudo gritaban la palabra latina «Prosit», que significa «¡Que te haga bien!», durante los ratitos de beber. Evidentemente, «Prosit» se acabó transformando en lo que acontece a un brindis alemán: «¡Prost!».

Hombres brindando en una taberna. (Wikipedia)

Fue por aquel entonces cuando el concepto inglés relacionado con esta costumbre, eso de «Cheers», adquirió protagonismo. Lo hizo deslizándose de la antigua palabra francesa «chiere» que significaba «cara» o «cabeza», pero que en el siglo XVIII significaba «alegría» y se usaba como una forma de expresar ánimo. Mientras tanto, la expresión española paralela a esta, «chin chin», parece tener su origen en una antigua costumbre china. Concretamente, viene de la expresión «ging-ging», que en mandarín significa «por favor», pues es lo que solía decir el anfitrión de una reunión al invitar al resto a vaciar sus copas en alto.

Ya a finales del siglo XVII, se sabe que en distintas partes de Europa la gente usaba tostadas especiadas para dar sabor a las bebidas y hacerlas más apetecibles, mejorando el olor porque absorbía los sedimentos ácidos. Te estarás preguntando que qué tiene esto que ver… Pues bien, resulta que la traducción al inglés del verbo «brindar» es «toast».

«Póngame una tostada» sobre el vaso

También estarás pensando en lo extraño de beber pan. ¿Acaso hoy no tomamos diferentes tipos de sopa con pan? Asunto resuelto. La práctica literal de dejar caer una tostada en la bebida, en el siglo XVI, era una práctica común que ha llegado de una u otra forma a la actualidad. El propio Shakespeare menciona el término «toast» en Las alegres comadres de Windsor, cuando el personaje de Falstaff pide un litro de vino y dice «póngame una tostada».

Brindis por la cosecha, por Louis-Aimé Grosclaude a comienzos del siglo XIX. (Wikipedia)

Aunque ahora parezca extraño, para buena parte de la Europa medieval, ningún día estaba completo sin un plato de vino caliente y un «sop», ese pan tostado empapado. Dentro de la cerveza era además una comida fácil, relativamente barata y tan rica en calorías que se convirtió en un potente símbolo de abundancia. En Inglaterra, incluso aprendieron a cubrir los campos de manzanos con tostadas bañadas en sidra como ritual para una buena cosecha, una costumbre que aún continúa en algunas zonas del país.

Sin embargo, puede que no fuera la sociedad inglesa, ni la alemana, ni la francesa las que iniciaron esta idea. Algunos historiadores ingleses, con su concepto de «toast», aseguran desde Vine Pairatribuyen el primer brindis a la sociedad española de la época, «cuyas tapas tienen una interesante correlación con la cultura de la bebida». Según cuentan algunos relatos, los cantineros españoles usaban rebanadas de pan para cubrir las bebidas de los clientes y protegerlas contra el polvo y los insectos. Algunos historiadores creen que estas tapas de bebidas fueron las primeras «tapas» comestibles, un precursor de la categoría de los típicos platos pequeños que conocemos hoy.

¿Un gesto prohibido?

A pesar de que los «sops» se fueron volviendo menos constantes en la dieta europea (la sopa de cebolla francesa con pan es una de las más famosas supervivientes de aquella costumbre), sí se mantuvo en las bebidas como sostienen desde Atlas Obscura. Pero para el siglo XVIII, el término ya se asignaba al rugir de las copas, en lugar de a un trozo de pan.

Las divorciadas, una ilustración francesa de mujeres brindando juntas a comienzos del siglo XX. (Wikipedia)

A lo largo de la historia, eso sí, no siempre fue un gesto más o menos pacífico. Como decíamos al principio, también se propagó el brindis en señal de duelo. En el siglo XVII, los jóvenes ingleses legaban incluso a apuñalarse a sí mismos, mezclaban su sangre con el vino y luego bebían a la salud de la mujer que amaban. Como es habitual, algunas culturas decidieron controlar estas celebraciones.

Asimismo, la Orden de la Templanza se propuso prohibir el brindis en Alemania en el siglo XVI, Luis XIV lo prohibió en Francia y los puritanos de Massachusetts en 1634 lo vieron como un rasgo diabólico heredado de «paganos, paganos e infieles». Sin embargo, como podemos comprobar hoy, de poco sirvieron aquellas negativas.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2023-02-07/historia-larga-humilde-brindis_3569670/

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