Dueña del primer salón literario de París, la Marquesa de Rambouillet influyó significativamente en el desarrollo de la cultura y lengua francesa.
Adriana Ruiz Flores / MAGAS / El Español
Catherine de Vivonne (1588-1665), con el título de marquesa de Rambouillet, es una de las pioneras de las salonnières francesas, regentes de los salones privados franceses donde se reunían los intelectuales de la época (la Ilustración, dejándose entrever el fin del Antiguo Régimen).[Judith Leister, Rosa Bonheur, Lee Krasner… ¿Por qué no conoces a estas pintoras?]
La marquesa, perteneciente a la aristocracia, se convirtió en la creadora del primer salón literario parisino en su palacio, Hotel de Rambouillet. Más adelante, ese club iba a ser muy influyente para la lengua francesa gracias a la ayuda de su hija Julia, ‘La Incomparable’, como la llamaban.
Fue criada en un ambiente culto, pues su padre, Jean de Vivonne, había sido embajador de Francia en diferentes cortes europeas. Era toda una entusiasta de las artes y la literatura, además de que manejaba varios idiomas. Sin embargo, no fue su sabiduría lo que la llevó a dirigir el salón, sino su precaria salud.[La historia que hay detrás del cava Codorníu: así es la mujer que empezó de cero para hacerlo posible]
El Salón de Rambouillet
Catherine no gozaba de vida social activa (por su mala salud), por lo que comenzó a invitar artistas, intelectuales, músicos y escritores.
Por esta ilustre zona de encuentro, pasaron renombradas personalidades como François de Malherbe, iniciador de la poesía clásica en Francia; Honorat de Bueil, señor de Racan y autor de pastorales dramáticas; o Madeleine de Scudéry, quien posteriormente le haría la competencia a Catherine de Vivonne, abriendo su propio salón.[La renacentista Sofonisba Anguissola, pintora del retrato de Felipe II que no le fue reconocido hasta los 90]
‘Preciosas’ e intelectuales
Madame de Rambouillet abrió este salón para conversar, debatir y coquetear haciendo uso de la galantería. De la mano de su hija Julia, la duquesa de Montausier, el salón se convirtió en un atractivo para las mujeres jóvenes, guapas, intelectuales e inquietas de la época.
Su principal inquietud era perfeccionar la lengua francesa. Lo hacían de una forma tan refinada que resultaba amanerada, por lo que el ilustre Molière comenzó a ridiculizarlas con el apodo de ‘las preciosas ridículas’. Pero, para pesar del dramaturgo, resultaron una profunda influencia para la redacción del Dictionnaire de l’Académie française (1964).
El Diccionario de la Academia Francesa
Dictionnaire de l´Académie française
El ‘preciosismo’ fue el movimiento equivalente, en poesía, al culteranismo español. Era el nombre con el que se bautizó al perfeccionismo de la lengua francesa, que más adelante serviría para redactar el diccionario oficial de este idioma.
Al principio, la Academia Francesa era también un salón, en este caso, presidido por un hombre: Valentín Conrart. Él, junto al cardenal Richelieu, elaboró la normativa bajo la que se regirían las normas del diccionario.
De hecho, existía cierto miedo a que el salón de Madame de Rambouillet pudiera ejercer algo de oposición política, pues eran plenamente conscientes de su poder en la evolución cultural y literaria de Francia.
Impacto en el feminismo
Este salón fue uno de los pocos que otorgó un papel destacado a la mujer, a diferencia de otros que eran frecuentados casi exclusivamente por hombres.
Madame de Rambouillet, con gran habilidad, dirigía un grupo de jóvenes de alta sociedad que animaban las reuniones con su encanto y gracia. Para lograrlo, rediseñó este palacete, que era de su padre, según planos que ella misma elaboró, con el propósito de crear habitaciones más adecuadas para las recepciones, destacando una serie de salones comunicados al estilo italiano.
Legado
La influencia de Catherine de Vivonne y su salón se extendió más allá de las fronteras de Francia. Su padre, Jean de Vivonne, había sido embajador en varias cortes europeas, y Catherine utilizó estas conexiones para atraer a diplomáticos y visitantes extranjeros a sus reuniones.
Esto no solo enriqueció las discusiones con perspectivas internacionales, sino que también ayudó a difundir la cultura francesa por toda Europa. Su salón estableció un modelo para la interacción intelectual y social que se replicaría en el Viejo Continente.