Documentos desvelados por el Archivo histórico ‘online’ de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno muestran que la reina cuidaba su higiene.
DARÍO PRIETO / LOC / EL MUNDO
Entre los 9.000 documentos del Archivo histórico de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, que se conserva en el Palacio de los Golfines de Abajo en Cáceres, hay uno que había pasado desapercibido. Se trata del noveno libro de cuentas de la reina Isabel la Católica (1451-1504), escrito por su Camarero, Sancho de Paredes Golfín. En estas y por primera vez en la Corona de Castilla, se dejó constancia por escrito de la contabilidad de los asuntos materiales de la monarca. Así, hay relaciones de joyas, inventarios de muebles y objetos de arte o listados con sus vestidos. Uno de los libros, el noveno, detalla además la abundancia de jabones y cosméticos que usaba la madre de Juana La Loca para su higiene.
Ello desmonta, según la fundación, la leyenda apócrifa que dice que la reina no se lavaba por algún tipo de pudor religioso. Otra leyenda, no tan negra pero sí más maloliente que la que se le adjudicó a su biznieto, Felipe II. Libros como ‘El manuscrito carmesí’, de Antonio Gala, ahondan en esta creencia de que el reino nazarí de Granada era el único en el que abundaban los baños y abluciones, mientras que en el resto de la península parecía existir una alergia al agua.
«La Reina era también aficionada a los perfumes y joyas», sentencia Miguel Ángel Ladero Quesada, catedrático y académico de la Real Academia de Historia, amén de mayor especialista en historia de la Corona de Castilla durante los siglos XIII a XV. «Ella pensaba», añade el historiador, «que el cargo había que vestirlo. Que una reina debía tener una presencia pública solemne o destacada. Así como su hermano Enrique IV en eso había sido un poco desastre, porque no le gustaba vestirse bien, ni las recepciones, Isabel tenía un concepto muy fuerte de la vida real y de cómo las vestimentas, las joyas y los cortesanos, el aparato cortesano, tenía que existir porque eso impresionaba a la gente, a los súbditos, y les daba la sensación de que estaban realmente ante su rey o reina. Y los perfumes también formaban parte de eso».
El hallazgo fue dado a conocer el pasado martes durante la presentación del archivo ‘online’ de la Fundación, que ha digitalizado los documentos a lo largo de nueve años para ponerlos a disposición del público.
En la relación de ungüentos y afeites reales -que Sancho realizó con ayuda de su mujer, Isabel Cuello- hay abundancia de productos llegados del Lejano Oriente. Así, el curioso podrá encontrar almizcle y también algalia, sustancia untuosa, de olor fuerte y sabor acre que se emplea en perfumería. Igualmente, hay anime (resina o goma de diversas especies botánicas de Oriente, usada generalmente en droguería), benjuí (resina de un árbol originario de los bosques tropicales de países del Sudeste Asiático, que hidrata profundamente la piel del rostro, además de deshinchar y desmaquillar suavemente) y estoraque real (benjuí con varias especies de flores trituradas). Otros cosméticos del tocador regio eran el ámbar fino, el aceite de azahar, el agua de Murta o el aceite de rosa de mosqueta. Sustancias que, en algunos casos, se siguen usando en la actualidad con los mismos fines que entonces
Fuente: https://www.elmundo.es/loc/famosos/2021/04/18/6079a4ac21efa0b31c8b45d5.html