Recorrido por algunas de las bodegas subterráneas de origen medieval que dibujan el laberíntico subsuelo del casco histórico de Aranda de Duero.
M. CANALES / METRÓPOLI / EL MUNDO
En 2020, Aranda de Duero, también conocida como la capital de la Ribera del Duero, fue galardonada con el título de Ciudad Europea del Vino por RECEVIN (Red Europea de Ciudades del Vino). La pandemia y las restricciones de los dos últimos años han hecho que este reconocimiento, que consolida la ciudad burgalesa como un destino enoturístico de calidad, se haya prolongado hasta finales de 2022. Por ello, a lo largo de este año, la localidad cuenta con una completa agenda de eventos que incluyen festivales musicales, jornadas gastronómicas, concursos, exposiciones y ferias en los que el vino es el gran protagonista (ver programa aquí).
El título se lo merece, ya que en esta villa con reconocimiento de realengo desde XIII, el cultivo de la vid está profundamente enraizado y las familias llevan produciendo el oro líquido en sus tierras y viñedos desde tiempos inmemorables. Se dice que, durante la Edad Media, casi cada hogar poseía un trozo de tierra y una nave en el subsuelo para almacenar su producción vinícola; muchas de estas cuevas aún perduran a día de hoy y forman parte del mayor tesoro que guarda Aranda de Duero, y que se ha convertido en uno de sus reclamos más importantes.
Bajo el casco histórico de la villa medieval, a unos 10 o 12 metros de profundidad, se esconde un entramado de galerías excavadas entre los siglos XII y XVIII que alberga hasta 135 bodegas subterráneas. La red de túneles, de unos 4,2 km, es la más extensa de las conocidas hasta la fecha en la Ribera del Duero, y todos los túneles están situados en un mismo nivel y con comunicaciones que permiten la ventilación y, en ocasiones, el acceso de una nave a otra. La temperatura constante de entre 10 y 12 grados a la que se mantienen las galerías y la ausencia de humedad (gracias a las zarceras o respiraderos de ventilación) y la carencia de vibraciones son óptimos para la conservación del vino desde hace siglos. En 2015, esta red de cavidades obtuvo la calificación de Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Etnológico.
VIAJE AL SUBSUELO
Descender a las profundidades de la tierra para ser testigos de esta costumbre ancestral y de sus habitáculos es posible. El Ayuntamiento de la villa, a través de su oficina de Turismo, ofrece visitas guiadas a varias las bodegas históricas. Una de ellas es Las Ánimas (calle Santa María, frente a la iglesia), situada debajo de un edificio del siglo XVIII a la que se accede a través del Centro de Interpretación del Vino CIAVIN, museo que descubre el legado histórico que la cultura del vino ha ido plasmando en la comarca de la Ribera del Duero.
La bodega está concebida también como un espacio museístico en el que, a través de la recreación de diferentes escenas y aperos de labranza, el visitante comprende y valora mejor el trabajo realizado en otras épocas para la elaboración y producción de vino. En las diferentes salas se representan las actividades, las fiestas y las tradiciones que han marcado una cultura vitivinícola milenaria (acceso gratuito. Más información en el teléfono 947 510 476 y aquí). Otra que también suele estar abierta al público es Las Caballerizas, en la calle Cascajar, en la que periódicamente se realizan visitas teatralizadas.
Con más de 500 años de historia, la bodega subterránea de Bodega Don Carlos (calle Isilla, 1) aún se conserva en perfecto estado, por eso se ofrecen visitas guiadas al interior con posterior degustación de vinos de Ribera del Duero todos los sábados. En el recorrido subterráneo a 12 metros de profundidad, un divertido personaje del siglo XVIII cuenta los entresijos del lugar, donde deambulan los espíritus del pasado, del presente y del futuro. Se trata de una ruta de una hora apta para todos los públicos que termina con la cata de un vino y un mosto para los niños. Precio: 10 euros. Reservas y más información aquí. Los interesados en hacer, además, un curso de cata también pueden reservar con antelación en el teléfono 947 510 914 (precio: 35 euros persona).
La bodega El Lagar de Isilla (calle Isilla, 18) se ubica bajo el restaurante del mismo nombre en el casco histórico de Aranda. Está compuesta por una serie de galerías subterráneas a 12 m de profundidad excavadas entre los siglos XIII y XIV, principalmente para conservar el vino, aunque también se han usado como refugio o como vía para salir fuera de la muralla.
La visita es gratuita y a ella se accede atravesando un arco-bóveda de cañón de sillería y bajando una escalera bastante pronunciada con 59 escalones. Dentro se pueden ver las distintas galerías, todas con el agujero hasta la superficie (zarcera), que servía de respiradero y vía de aireación para conservar la temperatura y humedad constante que caracteriza a estas instalaciones, así como algunos de los utensilios antiguos que se utilizaban para mantener el vino y cuadros con imágenes de la actividad. No es apto para claustrofóbicos y se recomienda bajar abrigado, ya que la temperatura de la bodega está entre 12 y 14 grados todo el año, con una humedad del 85%. Abierta todos los días; más información aquí.
DÓNDE COMER
El cordero lechal es el protagonista indiscutible de Aranda de Duero, no en vano, la ciudad celebra unas jornadas en torno a él en el mes de junio. Degustar un buen lechazo asado en horno de leña, acompañado de un Ribera del Duero, es obligado si se está en la villa. Aitana (San Gregorio, 17), Casa Florencio (Isilla, 14), El Lagar de Isilla (Isilla, 18) o El 51 del Sol (Sol de las Moreras, 51) son sólo algunos de los numerosos asadores de la ciudad para degustar este manjar.
DÓNDE DORMIR
Hotel Aranda (San Francisco, 51) es un establecimiento de elegantes habitaciones en el centro de la ciudad medieval de Aranda, junto a la plaza de toros. Dispone de un restaurante que elabora platos típicos castellanos, como cordero asado. Precio: desde 48 euros. Reservas aquí.
A unos 5 km a las afueras de la ciudad, el hotel rural Los Rastrojos cuenta con habitaciones de estilo rústico con balcón en un entorno natural rodeado de jardines. Cuenta con pistas de tenis y pádel y un restaurante donde degustar lechazo. También organiza paseos a caballo bajo petición y por un suplemento. Precio: desde 43 euros. Reservas aquí.
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Fuente: https://www.elmundo.es/metropoli/otros-planes/2022/03/06/621e173afc6c83ea498b458c.html