Los antiguos humanos llegaron a América hace 25.000 años. Contaron historias de sus vidas y de cómo cambiaron su entorno en asombrosas obras de arte rupestre.
Frederick Schwaller / DW
Los humanos llegaron por primera vez al continente americano desde Asia a través del estrecho de Bering, en varias oleadas migratorias, hace entre 25.000 y 15.000 años. Los cazadores-recolectores migrantes encontraron paisajes vírgenes y llenos de plantas y animales desconocidos.
Las culturas paleoindígenas que migraron a través de lo que hoy es América Latina dejaron huellas de sus vidas con su arte rupestre en cuevas y acantilados.
Estas pinturas muestran cómo las primeras culturas aprendieron a vivir en sus nuevos entornos. También dan pistas a los investigadores sobre el modo en que los antiguos humanos dejaron su legado en la biodiversidad y la cultura actuales de la región.
El arte rupestre más antiguo de América Latina procede de la Serranía de La Lindosa, en Colombia.
Se cree que las pinturas tienen unos 12.800 años de antigüedad, lo que las sitúa en torno al final de la Edad de Hielo.
Francisco Javier Aceituno, arqueólogo de la Universidad de Antioquia, en Colombia, describió ese arte como «fotografías del pasado».
Las pinturas, principalmente en ocre rojo, representan diversas especies animales, que algunos especialistas sugieren que podrían ser animales ya extintos, como especiede de caballos nativos, o especies domesticadas, incluyendo vacas y perros.
Pero estas escenas de la naturaleza son algo más que expresiones creativas. Los expertos creen que los dibujos sirvieron como herramientas educativas que ayudaron a enseñar a las generaciones más jóvenes cuándo y cómo manejar las diferentes plantas y animales, no sólo en Colombia, sino en toda Sudamérica.
Las muestras halladas en una cueva de la Patagonia, por ejemplo, sugieren que las pinturas de hace 8.200 años se utilizaron para transmitir información a 130 generaciones humanas, y tal vez ayudaron a la gente a sobrevivir a los cambios climáticos.
El arte rupestre, muestra de espiritualidad
Gran parte del arte rupestre de la Serranía de La Lindosa, al igual que el de otras partes de Sudamérica, incluye obras simbólicas que representan el mundo espiritual.
La espiritualidad es evidente en el arte antiguo de todo el mundo, tanto a través de la pintura como de la música. Los expertos afirman que estas pruebas revelan las primeras formas de religión, cuando los humanos establecieron una conexión sagrada con el mundo natural.
Las drogas alucinógenas, muchas de las cuales son originarias de América, pueden haber desempeñado un papel importante en la espiritualidad y las ceremonias religiosas primitivas.
Se cree que los pueblos paleoindígenas de California, por ejemplo, utilizaban drogas alucinógenas para inducir estados espirituales, como las fiestas de LSD que arrasaron California en los años 60 del siglo XX o el consumo contemporáneo de Ayahuasca en Brasil.
Influencia paleoindígena en la Amazonía
Hace entre 13.000 y 8.000 años, la Amazonía pasó de ser una sabana seca y zona de matorrales a la selva tropical que conocemos hoy.
En este período se produjeron rápidos cambios climáticos y las culturas locales tuvieron que aprender a adaptarse.
Las excavaciones en la Serranía de La Lindosa permitieron a Aceituno y sus colegas datar indirectamente el arte rupestre al principio de este periodo de transformación.
Pero el descubrimiento más sorprendente, según Aceituno, fue que las culturas humanas habían vivido en la Serranía de La Lindosa durante más de 12.000 años.
Aceituno cree que pueden haber influido mucho en la biodiversidad y la vida vegetal de la Amazonía durante la transición climática, y que aún hoy podemos verlo.
El arte rupestre de la región, por ejemplo, muestra indicios de que los humanos gestionaban las especies vegetales hace unos 9.000 años. Esto podría explicar la persistencia de plantas útiles en la Amazonía actual.
La historia genética de los grupos indígenas aún no se conoce
Otro legado, según Aceituno, es la herencia de los grupos paleolíticos en las etnias que hoy viven en América Latina.
Elementos de la cosmovisión mesoamericana pueden verse, por ejemplo, en la ceremonia del Día de los Muertos.
Pero no podemos estar seguros de que las comunidades indígenas actuales sean descendientes directas de las culturas paleoindígenas «en un sentido biológico», afirma Aceituno. Sin embargo, los recientes avances en las pruebas de ADN antiguo podrían ayudar a descubrir la historia genética de los grupos indígenas locales y, con la ayuda del arte rupestre, rastrear cómo se extendieron sus culturas por Sudamérica.
(mw/ers)