Hollywood prepara la adaptación cinematográfica de ‘El Incal’, el más célebre cómic del escritor, cineasta, autor de cómic y psicomago
JORGE MORLA / París / EL PAÍS
Hay muchas excusas para entrevistar a Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, Chile, 1929). En breve vuela a Los Ángeles para inaugurar una exposición conjunta con su mujer (Pascale, con la que vive desde hace 20 años) en la galería BLUM. Allí asistirá también a la American Cinematheque, que prepara una retrospectiva de sus películas, y visitará a los responsables de la adaptación al cine de su obra maestra del cómic, El Incal. Entretanto, busca financiación para su siguiente película, El viaje esencial. Acaba de publicarse su último libro, De la psicomagia al psicotrance, en Francia, donde se ha agotado en dos semanas. En mayo viajará a España para presentar el libro y dar una charla en la escuela de artes TAI de Madrid. Es decir, no para. Pero para justificar la charla quizá baste la excusa de que, pese a su lucidez y a su agenda, su carné de identidad dice que hoy, sábado, 17 de febrero, cumple 95 años.
El creador de la psicomagia recibe en su piso de París, atestado de montañas de libros. ¿Cómo está? “Mmmm… Estoy”. ¿En qué anda metido? “Hago lo que quiero hacer y no lo que otros quieren que haga”. ¿Es libre, entonces? “Soy libre, sí. Hasta cierto punto”. ¿Y es feliz? Aquí comienza el mambo: “Bueno, si yo me considero feliz, entonces no soy feliz; me estoy viendo, me divido en dos. Alguien que se observa se divide en dos: no ha vencido a su ego”. ¿En qué anda trabajando? “¡Tengo 25 proyectos en marcha!”. ¿Y cómo lleva la edad? “Hago 95 años. ¡Y hablo y pienso! Es una maravilla estar vivo”.
¿Y a su edad… piensa en el mañana? “A los 95 uno estira la pata”, suelta, y se queda pensando. “¿Por qué esa expresión…? Estirar la pata… caminas, te vas a otro sitio”, reflexiona. “Es posible que la muerte no exista, que sea un mito nuestro. La verdad no existe en este planeta, solo los caminos a la verdad. ¿Por qué me voy a considerar una persona que va a morir? Sí me considero una persona que va a cambiar. Pero si he desarrollado un espíritu, ese puede quedar, y ese puede ser eterno”. Y la pregunta que formula en voz alta queda resonando en la sala: “¿Por qué no atreverse a luchar para conquistar la eternidad?”. Por qué no.
De todos esos proyectos en los que anda metido, quizá el que más repercusión mediática ha levantado es la adaptación cinematográfica de El Incal (1980, guionizado por él y dibujado por Moebius) que prepara el cineasta Taika Waititi (Jojo Rabbit, Thor: Love and Thunder). “Al final la va a hacer Hollywood. Y eso que yo siempre hablé mal de Hollywood; pero ahora hemos visto decaer Hollywood. Se han alimentado de los cómics, pero ha terminado incluso la moda de los superhéroes. Por eso se puede hacer la película ahora”.
Con El Incal, Jodorowsky cede las riendas de su obra para adaptarla, pero hubo un momento en el que estuvo en el otro lado. A mediados de los setenta del siglo pasado preparó la adaptación de Dune, malograda, pero en la que intervinieron H. R. Giger, Pink Floyd o Dalí. La mejor película que nunca llegó a rodarse, la han definido muchos. “¿Has visto el documental Jodorowsky’s Dune? Yo hice lo que yo quería con Dune. Ahora es tiempo de que Waititi haga lo que quiera con El Incal”. Está dispuesto a pasar al otro lado del espejo: “El Incal ya no es mío”.
Cine, literatura, cómic, música, artes plásticas. Pero todo ello gravita en torno a otra cosa: el tarot. Redescubridor del Tarot de Marsella, que reclama como único, verdadero, ha ligado su vida a los arcanos mayores, que para él son “un método de conocimiento y de acceso al inconsciente”. Resuena el místico: “Yo sé cosas que no sé. Mi cerebro está en el inconsciente, en la unión de todas las familias, de todos los universos”, y se señala la cabeza: “Lo que llevamos aquí dentro es inimaginable. Es lo que nos guía”.
¿El mundo de hoy da la espalda al inconsciente? “Se la daba, hasta Freud, que, sin embargo, cometió un terrible error: pensar que el inconsciente era nefasto. Jung, su alumno, descubrió otra cosa: que está unido con todo. Que hay un milagro en cada ser”. El trabajo de Jodorowsky es indisociable de la interdisciplinariedad. ¿Cómo define el arte? “El arte no es la verdad, es una búsqueda de la verdad. Es abrir una ventanita al inconsciente”. En ese viaje inconsciente primero vino la psicomagia: “Es abrir los límites, para que aparezca en ti la riqueza que tú tienes. Y qué hacer con ello para sanarte, para eliminar el sufrimiento”.
“El tarot va a explicarte quién eres”, abunda. “Cuando abandonas la enfermedad de no conocerte entras en el psicotrance”. Es el centro de su último libro. “Psicotrance es poner de lado las definiciones. Las palabras, los idiomas. Cesar de pensar sin convertirse en un idiota. Al punto de que puede lograr cosas maravillosas: se puede curar a otro ser”. El libro expone 80 casos de curación a través de la psicomagia, su gran descubrimiento. ¿Cómo la define? “La psicomagia es la aplicación del inconsciente a la curación”. Siempre la practicó de manera gratuita, como el tarot, que echó durante 10 años en el café debajo de su casa, al que peregrinaba gente de todo el mundo. A aprender de él han ido personalidades de toda índole, de Dennis Hopper a David Lynch, pasando por Kanye West o Darren Aronofsky, prueba de la huella que ha dejado en la cultura del siglo anterior y la de este.
¿Cómo ve el mundo del futuro? Pues es optimista. “Hace tres años se sentía la catástrofe. Pero ahora hemos salido, veo un cambio en la juventud. Se está preparando el cambio, viene un año de creatividad. El ser humano está mejorando”, cree. Y en lo personal, lo repite: “Estar vivo es maravilloso”.
Dos horas de conversación (tirada de tarot al entrevistador mediante) dan para resumir una vida. ¿Hubiera hecho algo diferente? “¡Todo!”. Salió de Chile a los 24 años: “No me convenía, no era para mí”. Ha vivido en Francia, en Estados Unidos, en México. Destaca un hecho luminosísimo: “A los 76 años me encontré con Pascale”. También ha sufrido la negra espada del tiempo. “Tengo dos hijos muertos y dos vivos. Es dura la vida, ¿eh? Pasan cosas que ni te sospechas que van a pasar. Pero ahí vamos”. Ahí vamos. “No estoy muy seguro de llegar a mi cumpleaños”, dice, socarrón. La entrevista tuvo lugar el martes. “Hasta las 12 del mediodía del sábado son cuatro días. Pero esos cuatro días pueden ser una eternidad… hasta que llegue no estaré tranquilo”, ríe. Pero el sábado, puntual, ha llegado. Y Jodorowsky ha llegado a los 95. Visto lo visto, nadie puede descartar que le queden otros 95 más.