Por Humberto Aguilar Coronado
Pocos días después del escándalo generado por los fanáticos del presidente por el presunto irrespeto al protocolo de la ministra Piña de no pararse de su asiento en el momento en que el presidente llegó al teatro de la República para conmemorar el 106 aniversario de la promulgación de la constitución, fuimos testigos de otro acto protocolario, pero en esta ocasión, para condecorar a un dictador en suelo mexicano.
La imposición de la Orden Mexicana del Águila Azteca, el más alto reconocimiento que el Gobierno de México otorga a extranjeros por servicios prestados a la Nación Mexicana o a la humanidad, que en esta ocasión se le otorgó al dictador cubano, se considera un despropósito por las condiciones políticas, económicas y sociales en las que se sabe, viven la mayoría de los habitantes de la isla.
Fue un momento muy triste para el pueblo de México, pero, sobre todo, para el pueblo cubano. Ya en el pasado, al comandante Fidel Castro en 1988 se le había otorgado la misma distinción.
Las voces serviles al gobierno no cuestionan un ápice la idoneidad del dictador cubano para merecer este reconocimiento y por supuesto, nadie menciona la violación a los derechos humanos a la que son sujetos los que se atreven a disentir del sistema de gobierno y sus autoridades.
Nadie del gobierno actual levanta la voz para, siquiera, cuestionar cuáles son los servicios prominentes a la patria o a la humanidad que presta un régimen que reprime a disidentes, encarcela jóvenes que protestan en las calles por libertad política y económica y que tiene al pueblo sumido en una profunda pobreza.
De eso no se habla, pero para colmo, el presidente López Obrador anuncia que México se convertirá en mediador para actuar ante el gobierno de Estados Unidos para que se levante el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba desde hace 60 años.
Así, se violan protocolos diplomáticos sin ningún pudor, poniendo en peligro las relaciones diplomáticas y económicas de México, para privilegiar ideologías de un pasado que se resiste a irse y que mantiene en la miseria y en la obscuridad a nuestro pueblo hermano.
Por otra parte, el presidente de México le pidió al dictador cubano que, además de los casi 300 médicos que llegaron a México de Cuba en septiembre del año pasado, para supuestamente cubrir el déficit del personal de salud, que envíe más médicos para “completar la plantilla de personal en los centros de salud”.
Lo que no se dice, es que muy probablemente el pago por estos servicios se hará directamente al gobierno cubano, además de quitarle la posibilidad de tener un trabajo al mismo número de doctores mexicanos, sin resolver el problema central, que es elevar el nivel de la medicina mexicana.
*Es Diputado Federal del PAN por el Distrito 10 de Puebla