Los Periodistas

Adiós Luis Miguel, adiós Gobernador

Por Carlos Figueroa Ibarra

Por alguna razón siempre llamé al ahora extinto gobernador de Puebla, por los primeros dos de los tres nombres que tenía. La mayoría de sus personas cercanas lo llamaban Miguel. El resto le decía “señor” con respeto incluso temor y lo trataban de usted.  Y todos a sus espaldas le llamaban simplemente “Barbosa”. En mi caso, siempre me referí a él como Luis Miguel y lo tuteé. No podía ser de otra forma, le llevaba siete años, tenía mi propia investidura y él siempre me prodigó un trato cálido y cercano. 

En el turbulento año de 2018 le llegué a tener respeto y afecto, cuando advertí que Luis Miguel nunca se rajó ante los rigores de la campaña electoral contra ese avezado déspota que fue Rafael Moreno Valle. Pero eso fue hasta 2018. En abril de 2017, cuando el senador Barbosa decidió pasarse a Morena con nueve senadores más, la verdad no me caía bien. O para decirlo con más propiedad, no nos caía bien. A mí y al resto de los integrantes fundadores de Morena en el estado de Puebla. 

Recuerdo muy bien la sesión de mediados de 2017 del Comité Ejecutivo Estatal de Morena encabezado por Gabriel Biestro en la que se recibió al senador Barbosa. Gabriel tuvo la gentileza de invitarme en mi calidad de integrante del Comité Ejecutivo Nacional de Morena. Llegaba el senador a presentarse y a expresar que se sumaba a la campaña presidencial de Andrés Manuel sin ninguna pretensión de candidatura alguna. Aquel hombre de cejas espesas y pelo negro azabache nos dijo: “Perdí un pie, estuve cerca de la muerte, sé muy bien lo que realmente vale en la vida”.

Pero no le teníamos confianza. Barbosa había pasado del PRI a ser parte de la que nos parecía la tribu más odiosa del PRD, la de Nueva Izquierda, la de “Los Chuchos”.   Entre otros hechos, a Barbosa lo veíamos como parte del oprobioso Pacto por México. Y no había reparado en difundir en tiempos relativamente recientes un video en donde de manera altisonante atacaba a Andrés Manuel acusándolo de soberbio.  En la sesión del CEE de Morena en Puebla no pude evitar recordarle ambos hechos. Su respuesta fue que no había participado en el Pacto por México y que lo del video eran sucesos pasajeros de la política.

Luis Miguel Barbosa llegó a ser candidato a la gubernatura de Puebla en contra de la mayoría del Consejo Estatal de Morena. La triada electa por Morena fue compuesta por Rodrigo AbdalaAbelardo Cuéllar y Alonso Aco. Junto a Enrique Cárdenas, el CEN de Morena lo metió a competir en la encuesta. Ellos acompañaron en esa medición a los otros tres mencionados. Antes de ello, estuvo a punto de retirarse de la contienda cuando pensó que era Cárdenas el favorito de López Obrador. Cuando lo persuadieron de que eso no sucedía, volvió a meterse al ruedo y ganó la encuesta.

De buena o mala gana en Morena nos sumamos a su campaña. Había que sumar fuerzas, estar unidos y hacerle buena cara a las alianzas. Éramos soldado/as de Andrés Manuel.  Pronto me di cuenta de que para enfrentar a Moreno Valle y a Martha Erika Alonso, los candidatos que hubiéramos querido habrían sido arrasados para hacerle frente a nuestro talentoso y perverso oponente, Luis Miguel contaba con los recursos económicos, políticos y sociales.  Además, como pronto lo advertí, tenía la sagacidad sustentada en un gran oficio y el conocimiento del adversario porque incluso en algún momento habían sido aliados. En términos coloquiales, para un cabrón un cabrón y medio.

A lo largo de diez y ocho meses y las campañas electorales de 2018 y 2019, como uno de sus voceros y luego como delegado del CEN, pude advertir otros rasgos de Luis Miguel Barbosa. Discapacitado, mermado en sus facultades físicas, con una salud sumamente precaria, lindando con la no videncia, Luis Miguel fue capaz de afrontar con admirable tenacidad las extenuantes giras electorales y las largas jornadas de trabajo que culminaban en las madrugadas del cuarto de guerra. Áspero en el trato cuando su oscilante humor no era bueno, de personalidad impositiva, mantenía una relación de dependencia y respeto a las opiniones de su esposa Rosario Orozco. El discurso de doña Rosario en las exequias de su marido, confirmaron mi respeto por ella y mi opinión de que su rol iba mucho más allá de ser la acompañante conyugal que muchas veces se necesita en política.

Cuando el TEPJF validó el fraude el 8 de diciembre de 2018 que hizo ganar a Martha Erika Alonso, algunos de los acompañantes de nuestra lucha de manera vergonzante buscaron reacomodos. El mitin de resistencia el domingo 16 de diciembre de 2018, a un lado de la Iglesia de La Compañía de Jesús, fue escuálido y revelador de los tiempos que se venían. Recuerdo muy bien quiénes estábamos en el templete. Luis Miguel Barbosa se declaró gobernador legítimo, anunció que no aceptaría ningún cargo en el naciente gobierno de la 4T y que haría una gira por la entidad. Se anunció el Frente Poblano de Resistencia. Le repetí ese día que estaría con él hasta el final.

Ocho días después el azar hizo dar una vuelta dramática a la historia. El tiempo retrocedió un año. Recomenzaron los tiempos electorales y también la lucha que llevaría a la gubernatura a Barbosa. Acaso los contratiempos más enojosos que tuvimos en 2019 fueron los que desde adentro de Morena pusieron Ricardo Monreal y su alfil Alejandro Armenta. Barbosa triunfó y gobernó durante poco más de 40 meses. La evaluación de su administración se hará en algún momento. De la misma celebré sus aciertos y lamenté lo que consideré omisiones y desaciertos. Agradeceré siempre su invitación a ser parte de su gobierno. Lo mío ha sido la academia a pesar de mi permanencia en la política y preferí mi independencia para poder expresar mis acuerdos y desacuerdos con libertad.

Hoy Luis Miguel Barbosa es parte de la historia. Ha llegado su momento final y en ese postrer momento no puedo sino decirle: Adiós Luis Miguel, adiós gobernador, nadie podrá negar que te moriste en la raya.

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