En plenos trabajos para empezar la reconstrucción de Acapulco, una reunión de empresarios con representantes del gobierno federal echó por tierra el optimismo oficial: dieron cifras sobre la dimensión de la catástrofe y estimaron que serán necesarios al menos dos años para volver a “cierta normalidad”.
REDACCIÓN PROCESO
Ciudad de México, (Proceso).- Las primeras cifras sobre la dimensión de la catástrofe en Acapulco se conocieron el martes 31 por la tarde, cuando representantes del sector privado le hicieron saber al gobierno federal el alcance de los daños, en lo que la propia secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) calificó como “una zona de guerra”.
Más de un millón de personas por alimentar en las próximas dos a cuatro semanas; del total de infraestructura afectada, el 81% es de vivienda; al menos 200 marinos y capitanes siguen sin ser localizados; el 50% de los restaurantes destruidos y las 48 cadenas comerciales de la ciudad cerradas por la rapiña, más que por el huracán Otis que devastó al puerto, cuya economía depende en dos terceras partes del turismo.PUBLICIDADNOTICIAS RELACIONADAS
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Se trata de las primeras evaluaciones reportadas por el sector privado como resultado de la información recabada en los distintos sectores de la economía de Acapulco, azotado el 7 de octubre por el huracán de categoría 5, un fenómeno sin precedentes en el país.
Reunidos en el museo Soumaya, donde fueron recibidos por el dueño del Grupo Carso, Carlos Slim, los empresarios estimaron que Acapulco volverá a cierta normalidad en dos años, aunque la reconstrucción llevará algunos más, pero antepusieron la necesidad de controlar la inseguridad e, incluso, pidieron “que no se tenga miedo” si se tiene que pedir ayuda internacional.
De acuerdo con una versión de la reunión compartida a Proceso, el sector empresarial calcula que en los próximos 10 meses se podrán reconstruir 100 mil cuartos de hotel, lo que significa que la actividad turística en Acapulco podría empezar a reactivarse hasta fines del próximo año.
En representación de la Sedena, el general Ricardo Meléndrez Cervantes, jefe de Grupo de Seguimiento, Coordinación y Estadística del Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional, afirmó que Acapulco “es una zona de guerra”, una catástrofe nunca antes vista. Mencionó el despliegue de 11 mil 500 elementos y la entrega de 133 mil litros de agua y más de 50 mil despensas. Pero por el tamaño del desastre admitió: “No nos damos abasto… la situación ha alcanzado un nivel crítico”.
De acuerdo con el reporte, Carlos Slim mencionó que la prioridad es atender la emergencia de alimentar a un millón de habitantes, en segundo lugar recuperar la infraestructura, y en tercero, restablecer la economía.
Señaló que el sector privado debe financiar el despliegue de restaurantes, comedores y cocinas móviles para responder a la emergencia de alimentación de los habitantes del puerto y los alrededores afectados. Refirió que también se necesitará ayuda en educación y salud.
Las prioridades económicas
Sin embargo, la Cámara Nacional de la Industria de Alimentos y Conservas aseguró que no está llegando comida suficiente.
Según la relatoría, el Consejo Nacional Empresarial Turístico indicó que dos terceras partes de la economía de Acapulco están asociadas al turismo, con 376 hoteles, y apenas se estaba recuperando de la pandemia de covid-19.
Detalló que la industria náutica quedó colapsada, incluso reportó que 200 marinos y capitanes siguen reportados como desaparecidos. Advirtió de “pérdidas por miles de millones de pesos”, entre otros motivos por la cancelación de los eventos planeados para los próximos meses.
La Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) aseguró que el 50% de los restaurantes quedaron destruidos; y aunque la cámara está dispuesta a ayudar, “sin luz, gas ni agua se puede cocinar”.
La Asociación de Bancos de México estimó que en 10 meses se podrían recuperar 100 mil cuartos de hotel, pero serán necesarios dos años para regresar a “la normalidad”, mientras que la vivienda representa el 81% de las afectaciones, en tanto que más del 93% de los créditos en la zona afectada son de pequeñas y medianas empresas.
Ante el hecho de que en este momento “el dinero no sirve para nada” porque no hay nada que comprar debido al saqueo, anunció el llamado Plan Billetes, que consiste en colocar 10 módulos en la base militar de Pie de la Cuesta y otros 10 en la base militar de Icacos, además de que se extenderán las líneas de créditos más allá de los mil 600 millones de pesos que la banca tiene otorgados en créditos.
Demandó seguridad para las sucursales que empiecen a operar en el puerto, donde hasta antes del huracán había 85.
En el tema de seguridad, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (Antad) advirtió que las tiendas podrán abrir “en cuanto haya luz y seguridad”, debido a que todas las cámaras de congelación fueron dañadas, mientras que todas las tiendas Oxxo fueron vandalizadas.
La Cámara Nacional de Autotransporte de Carga también pidió seguridad para la salida y llegada del transporte.
En la reunión también participó la USAID, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Aseguró que ante la tragedia se ha coordinado con la Cruz Roja, pero que está en capacidad de ofrecer más ayuda.
Ante ello, algunos representantes empresariales se pronunciaron por “no tener miedo” si se necesita ayuda internacional. Incluso, advirtieron que se deberá dar asistencia psicológica a la población, además de ayuda para las escuelas.
El subsecretario de Industria y Comercio de la Secretaría de Economía, Luis Abel Romero López, será el encargado de coordinar las iniciativas que el gobierno federal acuerde con el sector empresarial.
Fuente: https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2023/11/2/acapulco-el-tamano-del-infierno-317779.html