Por Fernando Manzanilla Prieto
Uno de los mayores anhelos que tenemos quienes vivimos en México es que podamos hacerlo con la tranquilidad de saber que estamos en un lugar seguro para nosotros y nuestras familias, lo cual forma parte esencial del bienestar de una sociedad.
Desafortunadamente, desde hace varios años, la seguridad pública en el país ha decrecido de manera muy importante, lo cual la ha colocado en el centro del debate y el escudriño social.
En este sentido es importante apuntar que, de acuerdo con datos del INEGI, la percepción de la inseguridad pública se incrementó en el país en más de seis puntos, al pasar de 69.5% en 2011 a 75.9% en 2022.
Para Puebla este mismo indicador creció en más de 14 puntos al pasar de 64% en 2011 a 78.1%, lo cual nos brinda una idea sobre el porqué la inseguridad sigue siendo un talón de Aquiles para la calidad de vida de las y los poblanos.
Sin embargo, no se trata sólo de percepción ya que, según el Ejecutómetro, realizado por Mauricio Saldaña, el 2023 trajo el peor enero desde 2005, al presentarse en este primer mes de año 54 muertes violentas, además de que en éste aparecieron cinco “narcomantas” en diferentes lugares de la entidad.
Incluso, datos del propio INEGI muestran que la tasa de incidencia delictiva aumentó en más de un 51% en la entidad en 11 años, al pasar de 23 mil 946 casos registrados en 2010 a 36 mil 234 casos en 2021.
También, información del Secretariado del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) apunta que Puebla figura entre las tres entidades del país con más asaltos a transportistas en, por lo menos, los últimos cinco años.
Fue así que 2022 cerró con 4 mil 137 carpetas de investigación por el delito a robo a transeúnte en espacio abierto al público y en vía pública, de los cuales 2 mil 339 corresponde a ilícitos cometidos en la capital.
Este crudo panorama, sin duda coloca a la seguridad pública como uno de los mayores retos por afrontar tanto para las autoridades como para la misma ciudadanía, la cual día a día debe tomar mayores previsiones para evitar ser víctima de algún ilícito.
Hay diversas estrategias que los gobiernos, en sus diferentes niveles, han adoptado para combatir esta problemática, las cuales se han vinculado al fortalecimiento de los cuerpos de seguridad pública y su capacitación. Aunado a ello, también se ha optado por invertir en mejor equipo para los policías, además de intentar contar con un mayor número de patrullas e incluso con cámaras de vigilancia en las calles.
La apuesta en estos ámbitos sin duda es valiosa para fortalecer la vigilancia de las calles y lugares públicos de las ciudades, sin embargo, hay temas que no se deben descuidar para atacar el problema de raíz.
Uno ejemplo de ello, es el combate a las drogas y de manera muy especial al de las sintéticas, cuyo consumo ha tenido un incremento exponencial, debido a que su costo es accesible a prácticamente cualquier persona.
El hecho de que drogas como la metanfetamina o el cristal, e incluso el fentanilo, estén al alcance de muchos, no solo repercute en ver a un mayor número de personas deambulando sin sentido por las calles, sino sobre todo en las pugnas que genera en los propios narcomenudistas la lucha por el mercado, así como en su transición a otros ilícitos.
Desafortunadamente, éste es solo un ejemplo del contexto multifactorial que genera la inseguridad en la entidad, por lo que es indispensable que las autoridades trabajen de manera coordinada y estratégica para atacar el problema de fondo.
Asimismo, será necesario incluir en esta labor a la sociedad civil organizada, así como a las y los ciudadanos de a pie, quienes día a día deben salir a afrontar los embates de la inseguridad.
Por ello considero prioritario ver que para combatir la inseguridad no sólo será necesario trabajar de manera directa en este ámbito, sino ampliar la visión y analizar todo el contexto para encontrar la raíz de las diferentes problemáticas que atentan contra este derecho fundamental.
La tarea es ardua y exhaustiva, sin embargo, es necesario explorar todas las causales para lograr que las familias poblanas y mexicanas vivan más tranquilas y vivan mejor. No dejemos que la delincuencia gane terreno, aún podemos hacer mucho para lograrlo.