A lo largo de su vida, Borges dejó innumerables reflexiones que siguen inspirando y desafiando a quienes se acercan a su obra.
REDACCIÓN La-Lista
Jorge Luis Borges, nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, Argentina, se ha consolidado como uno de los escritores más influyentes y universales del siglo XX.
Su obra abarcó tanto la narrativa como la poesía, y sus reflexiones sobre la literatura, la filosofía y la vida en general, han dejado una huella imborrable en la cultura mundial.
A 125 años de su nacimiento, su legado continúa vigente, y sus frases célebres, extraídas de entrevistas y diálogos literarios, siguen resonando con fuerza entre lectores y escritores.
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«Yo recuerdo más lo que he leído que lo que me ha pasado».
Esta frase refleja la importancia que Borges le daba a la literatura y cómo las páginas de los libros podían generar experiencias tan poderosas como los eventos de la vida real.
«El escritor debe volverse anacrónico, es decir, contra el tiempo».
Borges creía que la literatura debía desafiar las tendencias y modas pasajeras para alcanzar una relevancia duradera.
«¿Para qué sirve la poesía? ¿Para qué sirve la muerte? ¿Para qué sirve el universo?»
Con esta pregunta retórica, Borges subraya la naturaleza esencial pero inexplicable de la poesía y de las grandes preguntas de la vida.
«Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única».
Borges describe el amor como una forma de ver a la otra persona de la manera más perfecta, casi divina.
«El olvido es la única venganza y el único perdón».
Borges veía el olvido como un mecanismo de liberación, tanto del rencor como de la culpa.
«Todos caminamos hacia el anonimato, sólo que los mediocres llegan un poco antes».
Esta frase, cargada de ironía, expone su visión sobre la trascendencia y la mediocridad.
«Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos».
Borges advertía sobre la influencia que los enemigos pueden tener en nuestra identidad y comportamiento.
«La amistad no necesita frecuencia, el amor sí, pero la amistad no».
En su visión del mundo, la amistad se caracterizaba por una conexión profunda que no dependía del tiempo o la cercanía constante.
«La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido».
Esta frase encapsula su visión de la escritura como un proceso onírico y controlado por la mente creativa.
«Espero ser juzgado por lo que he escrito y no por lo que he dicho».
El escritor prefería que su obra hablara por sí misma, más allá de sus opiniones expresadas en entrevistas.