Alberto Carrara, sacerdote y profesor de neuroética lo explica: muchos han recurrido a informaciones falsas
ISABELLA HABERSTOCK DE CARVALHO / I. MEDIA / ALTEIA
Como experto en ética aplicada a las ciencias, el profesor y sacerdote Alberto Carrara explica que, al exaltar la ciencia como una nueva religión y, luego, al percatarse de sus límites, muchos se han vuelto desconfiados y han recurrido a informaciones falsas. En su opinión, “el antídoto es el conocimiento”, para contrastar las ‘fake news’ en torno a las vacunas.
Fair use
El profesor Carrara, sacerdote legionario de Cristo, da clases en la Universidad Europea de Roma. Su campo de investigación es la neuroética, es decir, el estudio de la ética aplicado a la neurología y las neurociencias, con un énfasis en el cerebro humano. La neuroética estudia especialmente también cómo las nuevas invenciones y progresos científicos se aplican en la vida real, ya que, según explica el profesor, “los descubrimientos científicos pueden usarse de un modo u otro, para el bien o para el mal”.
El padre Carrara es miembro de la Pontificia Academia para la Vida, director del Grupo de Investigación en Neurobioética de la institución universitaria Pontificio Ateneo Regina Apostolorum y miembro de la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos.
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¿Por qué cree usted que hay tantísima información falsa y miedos relacionados con las vacunas?
Creo que se generan en una paradoja presente en la actualidad, según la cual se ha producido una exaltación de la ciencia que la ha convertido casi en una nueva religión.
Precisamente porque ha habido un énfasis tan intenso en que la ciencia es tan “poderosa” y puede solucionar todos los problemas de la humanidad, muchos han depositado mucha confianza en ella. Sin embargo, cuando, más tarde, descubren las limitaciones inherentes de la ciencia, algo que es normal, entonces emerge un movimiento contrario de desconfianza y disentimiento. Esto crea estos escenarios, estas perspectivas de pseudoconspiración, que logran introducir en un contexto coherente información que no guarda correlación alguna.
Como Juan Pablo II enfatizó en [su encíclica] Fides et Ratio (1998), la racionalidad de la ciencia y la racionalidad de la fe son como dos alas que deberían aunarse para ayudarnos a descubrir la verdad, ya que todas las personas buscan la verdad. Sin embargo, lo que sucede en nuestro mundo contemporáneo es que atribuimos la verdad solamente a un tipo de racionalidad, la científica.
Muchos consideran la ciencia una nueva religión porque creen que puede resolver todos los problemas existenciales, aunque la mayoría de los científicos son muy humildes. Los científicos saben que tienen un método y hasta dónde pueden llevar su investigación. Cuanto más investigan, más ventanas abren, no es un círculo que se cierra, sino más bien algo que continúa expandiéndose.
La humildad de reconocer que somos pequeños frente a la creación y toda la maravilla que aún nos queda por descubrir hacen posible que veamos con una perspectiva mucho más amplia nuestro entendimiento de los cuidados y la prevención.
Fair use
¿Cómo analiza usted la información falsa que rodea las vacunas contra la COVID-19 y cómo cree usted que podría contrarrestarse?
El antídoto es el conocimiento, transmitir información correcta y saber dónde encontrar e investigar noticias rigurosas. Desde el punto de vista de quienes transmiten las noticias, por supuesto tienen que ceñirse a la investigación científica y a la información de la ciencia. Por otro lado, quienes quieran informarse por sí mismos necesitan disponer de criterios –o debería habérseles enseñado dichos criterios– para poder distinguir e identificar los bulos.
Hay muchas teorías de conspiración y fake news. Por ejemplo, yo mismo escuché el otro día a un sacerdote, por desgracia, decir en una homilía que [las vacunas] inyectan embriones en nuestro cuerpo. Es una locura, en las vacunas no hay células embrionarias ni tampoco embriones, porque eso produciría una respuesta inmune, la persona sufriría probablemente un choque anafiláctico y habría muchas complicaciones. Así que no hay ni células embrionarias ni embriones. Las células [dentro de la vacuna] se extraen de otras células y luego se purifican; por ejemplo, en el caso de AstraZeneca, son vectores virales desactivados. Este tipo de mitos tienen que ser desmentidos.
Otro mito es que existe la posibilidad de que estas vacunas pudieran modificarnos a medio o largo plazo, como una especie de manipulación genética de la humanidad. Esto tampoco tiene ninguna base científica. Para vacunas como Pfizer o Moderna ni siquiera estamos hablando de vectores virales, porque lo que se inserta es el ARNm [del virus].
Luego, el [ARNm] produce las puntas de proteínas del virus [de la COVID-19], lo cual enseña entonces a las células de nuestro sistema inmunológico a responder y producir anticuerpos contra esta proteína, protegiéndonos así. En el caso de AstraZeneca, contiene un virus desactivado, su genoma ha sido estudiado y modificado a propósito de forma que no pueda dañar nuestro cuerpo o crear ningún problema desde el punto de vista de la replicación de nuestras propias células.
¿Cómo cree usted que los sacerdotes y los líderes religiosos en general pueden contribuir a concienciar sobre las campañas de vacunación?
En primer lugar, deberían informarse bien ellos mismos, y hay medios de difusión para eso. Por ejemplo, está la Doctrina de la Fe [sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la COVID-19, del Vaticano] o también nuestra publicación de la Pontificia Academia para la Vida y todos los textos que publicamos sobre este tema. También están los medios católicos que intentan aunar esfuerzos para trasladar una comunicación objetiva y verídica basada en hechos, no en especulaciones y fake news.
Los líderes religiosos tienen una gran misión. Tienen un deber moral y ético. Por un lado, por el respeto hacia uno mismo y, por otro lado, por el respeto hacia los demás. Hay un amplio desarrollo en el deber ético y moral de las vacunas. Los líderes cristianos y católicos, pero también los líderes de otras religiones, deberían incitar a sus fieles a ser sensatos y hacer uso de la razón para explicar qué es y qué implica vacunarse.
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