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Muere El Güito, leyenda de los bailaores del siglo XX | El Mundo

Eduardo Serrano tenía 83 años y llevaba siete décadas de carrera, desde las fiestas de las corralas hasta los grandes teatros de Europa.

El Güito, en 2024. ÁNGEL NAVARRETE

Eduardo Serrano Iglesias, el bailaor conocido como El Güito, ha muerto a los 83 años, dejando atrás una carrera de siete décadas que entró en la historia del flamenco. El Güito empezó a bailar «llevado por un ímpetu», decía, casi al mismo tiempo en que daba los primeros pasos, con cuatro años, en la casa de la calle Mira el Sol donde nació, en el Rastro, el barrio más flamenco de Madrid. Su madre, Luisa la Lotera, salía a vender boletos para sacar adelante a sus tres churumbeles, y Eduardo se quedaba con las vecinas, que le ponían a bailar en la corrala cada vez que había una fiesta o ganas de formarla. Era tan moreno «como un negüito«, decía su hermana Encarna, rubia y con ojos azules. Por eso le apodaron «Güito».

En una taberna que llamaban La Concha vio bailar por primera vez a Antonio El Farruco. «Fue tanta la conmoción que sentí al ver lo maravilloso de su baile que quedé como atontado», cita su biógrafo José Manuel Gamboa. Tras aparecer en varias películas con Marujita Díaz, Carmen Sevilla o Antonio Molina, y participar en algún concurso infantil, El Güito entró en la academia de Antonio Marín con 11 años. Poco después bailó para Gary Cooper, entre otros conocidos artistas norteamericanos, en la inauguración del Hotel Castellana Hilton, en 1953.

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  • Redacción: CÉSAR SUÁREZ

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Antonio Marín era un bailaor que tenía su escuela en la plaza Vara del Rey. Marín había tenido que abandonar su prometedora carrera debido a que durante una actuación cayó con la rodilla sobre un clavo, la herida se le infectó y tuvieron que amputarle la pierna. El Güito, que ya era su alumno más destacado, se convirtió en su ayudante con solo 12 años. Desde una silla, Marín indicaba los pasos a sus alumnos y El Güito los ejecutaba a la perfección. «Enseguida reconocí que Güito sería un figura por su personalidad, su oído y su facilidad de movimientos«, dijo Marín en una entrevista.

«A esa edad, yo ya estaba bailando por soleá, que es el baile donde mejor me siento porque se hace despacio, y el baile hay que reposarlo. No se baila mejor por hacer muchos contratiempos y cosas difíciles», declaró en la última entrevista que concedió en vida, para el diario EL MUNDO, el pasado mes de agosto.

Después apareció en su vida Pilar López, descubridora y protectora de los más grandes talentos del baile masculino, desde Antonio Gades a Mario Maya o Alberto Lorca. Con 15 años, «El Güito» debutó en Londres con la compañía de Pilar López, junto a Gades y Maya. La maestra le enseñó las bases del ballet clásico sin abandonar su pureza flamenca y se convirtió en su tutora artística. Durante toda su vida le llamó «mi niño». Su coreografía Preludios e imágenes, sobre música de Debussy, donde Pilar López enfrentó a las dos escuelas andaluzas, la bolera y la flamenca, con El Güito y Mario Maya por un lado, y Antonio Gades y Alberto Portillo por el otro. Casi .

En 1959, con 17 años, El Güito fue premiado como el mejor bailarín del mundo en el Festival del Teatro de las Naciones, con Rudolf Nureyev en el jurado. Él casi ni se enteró. Nada más que estaba pendiente del baile. Fue Pilar López quien paró el autobús de la gira para que Güito bajara a recoger el diploma del premio que se le había olvidado. «Pilar nos enseñó a Gades y a mí a comportarnos, a bailar en hombre, a vestirnos, a tener cultura, una ética y una estética… El duende ya lo ponía yo». Para Pilar López, El Güito era «como la tierra misma, una raiz tan fuerte que sube hasta el cielo«.

Y así se convirtió en una gran figura del baile. Empezó a girar por el mundo con sus propios espectáculos. En el Madrid de la época dorada de los tablaos tuvo un papel protagonista. «Qué bien lo pasábamos», recordaba para EL MUNDO. «Nos conocíamos todos los flamencos y había mucha afición. Nos gastábamos lo que ganábamos en ir a vernos unos a otros, por gusto, por aprender. Era otra vida. Ahora se hace todo muy deprisa». En 1971 formó el mítico Trío Madrid, junto a Carmen Mora y Mario Maya. Fue artista invitado por el Ballet Nacional de España y la Compañía de Manuela Vargas durante varias giras mundiales.

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Sus últimos años los pasó haciendo algunas colaboraciones e impartiendo clases magistrales en la escuela de flamenco Amor de Dios, donde siguió asistiendo a las tertulias flamencas de Joaquín San Juan hasta que el físico se lo permitió.

El Güito fue un bailaor irrepetible, pleno de pureza flamenca, de impulso escultórico y posturas portentosas, conocido por su farruca y su soleá, los bailes que más le gustaban y que parecía que ejecutaba deteniendo el tiempo. Ha sido y sigue siendo la mayor referencia para todos los bailaores desde los años 60 del siglo XX en adelante. «Se baila de cintura para arriba, con la cabeza», solía decir. Baila ya en la gloria Eduardo Serrano, El Güito.

Fuente: https://www.elmundo.es/cultura/2025/01/09/677f975d21efa013208b459e.html

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