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Opinión | Reconciliación

#PorSoleares | Voluntad política de Alejandro Armenta por continuar con la reconciliación y terminar con el resentimiento

Las tomas de protesta de los nuevos gobiernos tienen siempre un significado especial para la clase política, es algo así como la “presentación en sociedad”, por tanto, una especie de “medir fuerzas”.

El sábado 14 de diciembre Alejandro Armenta tuvo varios aciertos, el primero, la capacidad de convocatoria política, hubo inclusión de actores del pasado y del presente, y quizá del futuro.

Su paso por el senado le dio tablas, estructura, armazón, para hacer coincidir a personajes de raíces diferentes. Y los discursos, la presentación de planes, las promesas, constituyeron un capítulo especial.

Hubo de todo y para todos, para los representantes de los pueblos originarios, para los jóvenes, para las iglesias, para los dueños del capital, para los trabajadores del campo, para las mujeres y los niños, etcétera.

Pero especialmente hay un punto importante a mencionar: la continuación de la reconciliación.

Los observadores del devenir histórico y político de Puebla habían identificado tiempo atrás la necesidad de recomponer, de restaurar las relaciones sociales, quebrantadas por malas decisiones, actitudes personalistas alejadas del bien común, o del bien mayor, o del beneficio para todos, como quiera llamársele.

En los últimos años la sociedad poblana recibió golpes, los golpes dejaron heridas y las heridas no fueron sanadas, por el contrario, se provocó más dolor.

El gobierno de Sergio Salomón Céspedes lo tenía muy claro, debía buscar la reconciliación no solo de los sectores, principalmente de las relaciones de la sociedad con el gobierno.

Por eso el discurso, el mensaje de Alejandro Armenta es importante en este espacio de ideas: “me comprometo a gobernar para todas y todos, y continuar con la reconciliación en el estado la cual inició Sergio Salomón Céspedes Peregrina”.

Quizá estas palabras sean el bálsamo que todos esperaban, una actitud positiva y un estado de ánimo, por ende, de voluntad política, de terminar con divisiones y convocar a la reconciliación en lugar del rencor y el resentimiento.

Bien lo dijo la periodista y política nicaragüense Violeta Chamorro: “La reconciliación es más bella que la victoria”.

O por lo menos, así me lo parece.

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