Se han convertido en principales fuente de ingresos de las familias, le pisan los talones a los presupuestos nacionales y hasta tienen su día mundial
MACKY ARENAS / ALETEIA
Sin las remesas, muchas familias quedarían sin entradas. El propósito de muchos migrantes es establecerse en una nación próspera, comenzar a trabajar y enviar remesas a sus familiares en su país de origen.
Hay migrantes actuales y exiliados con generaciones fuera de sus patrias, pero todos mantienen buena parte, si no la totalidad, de los gastos de sus parientes en América Latina.
Recordando hoy, Día Mundial de las Remesas, este «pan nuestro de cada día» para tantas familias del continente americano, es propicio recordar algunas cifras que nos permitan comprender la vital incidencia de este recurso en nuestras economías; y, sobre todo, en nuestros núcleos familiares tan perjudicados por la crisis y, últimamente, por la pandemia causada por la Covid19.
La vida pende de la remesa
Son varios los países que han vivido de las remesas. Basta pensar en Cuba, que lleva décadas en eso. Panamá vive de las remesas. En realidad, toda Centroamérica, probablemente por la cercanía con Estados Unidos.
Hay zonas de ese país donde predomina – por ejemplo – las migraciones hondureña, cubana, nicaraguense y ecuatoriana, las cuales se han beneficiado del fortalecimiento de la economía estadounidense.
Los cubanos han sobrevivido a una revolución que pasa de las seis décadas gracias a las remesas. Venezuela, en crisis desde hace al menos 15 años, reportó entradas por 3.500 millardos de dólares en 2019; bajó a 1.075 en 2020 y recuperó hasta 1.500 en 2021, con la perspectiva de incrementar la cifra en 2.2 millardos en divisas para fines de año.
El caso de México
Un caso paradigmático es el de México, donde la crisis por la pandemia pareció no tener efecto en el flujo de remesas. Los envíos hacia ese país registraron un alza de 9,9% en 2020; un aumento que según el Banco Mundial se debe a la aguda depreciación del peso frente al dólar en los primeros meses del año pasado.
México recibió en 2020 unos 40.606 millones de dólares por remesas según cifras oficiales mexicanas, monto que permitió a las familias resistir el golpe económico del coronavirus.
Según cifras del Banco Mundial, en el caso de España – que alberga a un 10% de los migrantes latinoamericanos en el mundo – los envíos cayeron un 16% en el caso de Bolivia, un 12,4% en el caso de Paraguay y un 11,7% para Perú.
En tanto, los envíos de dinero por parte de migrantes desde la región bajaron un 20%. Pero para 2021 y 2022 las perspectivas para Latinoamérica son positivas ,y se espera un alza de 4,9% y 4% respectivamente de los envíos de dinero. Globalmente, el Banco espera un aumento de 2,6% en 2021 a 553.000 millones y un incremento de 2,2% en 2022 hasta alcanzar los 565.000 millones.
Fuente de desarrollo
Según análisis de Alejandro Cecerón, Profesor–investigador de la Universidad de Guadalajara, ya para el 2008, en América Latina las remesas sobrepasaban los 60 mil millones de dólares anuales.
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«Este flujo – escribió- representa uno de los principales rubros de transferencias corrientes en la Balanza de Pagos, superando en muchos casos el ingreso derivado de los principales rubros de exportación y la inversión extranjera directa, a la vez que son muy superiores a los recursos derivados de la cooperación internacional para el desarrollo».
Analizó, fundamentalmente, si las remesas podrían promover el desarrollo en los países de migración considerando que “los volúmenes que han alcanzado las remesas, hacen que ellas se vuelvan no sólo visibles a los ojos de la sociedad, sino que las convierten en un importante tema de debate social, político y académico, en función de sus aparentes potencialidades como posible fuente de financiamiento del desarrollo local y regional”.
Claro que el impacto de las remesas depende directamente de cómo ellas se incorporan a la estructura económica de cada sociedad, esto es, de cuál es el carácter y lógica que define su comportamiento macroeconómico.
«Parece como que no hubiera habido crisis»
Aunque se hablaba de un desplome de remesas por efecto secundario del Covid19, la remesas han crecido con fuerza, aún en pandemia, sobre todo el pasado año. De hecho, crecieron 6,5% en 2020 sobre el año anterior a 103.000 millones de dólares pese a la pandemia, según un informe publicado por el Banco Mundial.
Dilip Ratha, el principal economista del organismo experto en Migración y Remesas, señaló a medios europeos que el monto de remesas hacia América Latina fue una «sorpresa». Incluso afirmó: “Parece que no hubiera habido crisis”.
Ciertamente, sin estas ayuda, los niveles de pobreza habrían crecido exponencialmente. Se sabe que en Latinoamérica, las remesas son más resilientes que en otros lugares del mundo, básicamente porque las personas ahorran más para poder financiar a sus familiares lejos y les envían mayor porción de sus ingresos que en tiempos normales.
Política y remesas
Para una serie de países , las remesas se han convertido en en la mayor fuente externa de financiamiento. En el caso de Venezuela, para citar el más reciente, las remesas llegaron a representar el 50% del presupuesto de la nación.
Es preciso citar al país en el que más aumentaron las remesas, Colombia, que mostró un incremento del 16% (de US$5.531 millones a US$ 6.411 millones). A Colombia le sigue Guatemala, con un incremento de 13%, el ya mencionado México, República Dominicana y Honduras -en ambos países las remesas crecieron 10%, y finalmente Ecuador, con un aumento del 8%.
Todo ello a pesar de que los costos de enviar dinero son altos. Los bancos cobran fuerte por el envío, son los que más exigen (cerca de un 11%), seguidos por las oficinas de correo que suelen cobrar poco más del 7%.
Preciso es observar que los países que experimentaron el mayor crecimiento de las remesas fueron aquellos donde los problemas políticos están motivando la migración. «Venezuela registró el mayor crecimiento, seguido por Brasil, Honduras, Nicaragua y Guatemala».
El año pasado, un reporte de la organización Diálogo Interamericano revelaba que las remesas enviadas a Venezuela en el 2019 ascendieron a 3.115 millones de dólares. A Brasil fueron 2.962 millones de dólares. A Honduras, 5.424 millones.
Mientras a Nicaragua se enviaron 1.699 millones de dólares. Y a Guatemala, llegaron 10.508 millones.
También subrayaban que el crecimiento de las remesas a Venezuela ha ido aumentando en la medida que más venezolanos salen del país buscando un mejor futuro en otros países, especialmente en Estados Unidos. «Ha aumentado asimismo en la medida que la economía venezolana se hunde. En el 2016, las remesas no llegaron ni a los 100 millones, seis años más tarde, sobrepasan los 3.000 millones».
El efecto “miedo”
Otros factores entran en juego para incidir en la cantidad y frecuencia del envío de las remesas. En la medida que los inmigrantes sienten temor a ser deportados, aumentan la cantidad de dinero y la frecuencia de los envíos.
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En esto tuvo un papel fundamental las agresivas políticas contra inmigrantes ilegales del presidente Donald Trump que fueron un factor esencial para el aumento de las remesas. El “factor de miedo a Trump” explicó por qué las remesas aumentaron a pesar de los obstáculos para entrar a Estados Unidos.
¿La razón? los que más tiempo permanecieron en ese país incrementaron el monto de dinero, enviando más por el temor a ser deportados. De manera que, en general, el inmigrante no sólo usa las remesas para ayudar a sus familiares, sino para guardar una reserva que les permita afrontar sus urgencias ante una eventual deportación.
Proveer a la familia
Dos analistas de universidades españolas, Ana María Rivas y Herminia Gonzálvez, investigaron sobre el papel de las remesas económicas y sociales en las familias transnacionales colombianas. Encontraron que las remesas son consideradas por éstas como muestra de una preocupación permanente por su bienestar, un interés activo y un compromiso con la familia por parte de la persona que emigró.
«Parecería – concluyen – que otro criterio al que los miembros de las familias transnacionales – y en particular los menores – recurren para construir su definición de familia, es aquel relacionado con la proveeduría económica, que se materializa a través de las remesas entendidas como un compromiso, interés y preocupación por el bienestar de la familia”.
La Comisión Europea publicó un informe hacia el 2007, donde reveló que España era el primer emisor de remesas desde la Unión hacia terceros países. Puede que siga siendo así pero también figura Estados Unidos, hacia donde ha emigrado una buena parte de los latinoamericanos.
Las migraciones poseen una indudable significación económica, no sólo para quienes personalmente emprenden la aventura de emigrar, sino también para sus familiares y para los países de donde parten. Lo cierto es que son muchos los países del Tercer Mundo que reciben cuantiosas remesas de sus emigrantes. Sin duda, América Latina lidera la actividad.
Inmigración resiliente
Los emigrantes de Latinoamérica y el Caribe han demostrado ser más resilientes de lo podían prever los más avezados analistas. Es justamente la resiliencia de los migrantes, y su compromiso por continuar apoyando a sus familias y personas cercanas en los países de origen, lo que ha significado una buena noticia en medio de los vaivenes de las diversas y continuadas crisis.
Especialistas del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) van al fondo del asunto y explican que los migrantes aprendieron lecciones importantes de anteriores crisis y años después tuvieron a mano mayores ahorros que les han permitido mantener y hasta aumentar las remesas en 2020.
La importancia que tiene para América Latina el flujo de remesas de los inmigrantes es crucial y cada vez se hace más indispensable. En nuestros países la inflación se traga dólares y euros haciendo imposible vivir sin divisas.
En el caso de Venezuela, donde la especulación se ha salido de control, sencillamente pasa hambre quien no produce en moneda extranjera o quien no tiene alguien fuera que le envíe remesas. Bajo este panorama, las remesas deben multiplicarse, pero también aumentar los montos.
Cuestión de sobrevivencia
A Latinoamérica le cuesta estabilizar sus economías que viven dependiendo de factores que no siempre controlan, especialmente cuando se trata de la aplicación de malas políticas y/o presiones externas. Esto ha llevado a muchas personas a emigrar y poder enviar remesas a países envueltos en un caos económico, con fuertes repercusiones en lo social. En muchos de ellos las familias, simplemente, no sobrevivirían sin las remesas.
Una conclusión a destacar que esas inyecciones de dinero han jugado un importante papel en los países latinoamericanos. Han contribuido a disminuir la vulnerabilidad ante los vaivenes de sus economías y ante impactos económicos extranjeros; como las alzas en los precios del petróleo o bien las bajas de los precios de los productos que cada país exporta.
Fuente: https://es.aleteia.org/2021/06/16/remesas-en-america-latina-bendito-pan-de-cada-dia/