La violencia y la extorsión de los grupos criminales en las rutas hacia algunos de los sitios arqueológicos más atractivos del país norteamericano han provocado un fuerte descenso de visitantes, en especial en el estado de Chiapas
Milton Merlo / Corresponsal en Ciudad de México / ABC
El sitio arqueológico de Bonampak, en las profundidades de la selva Lacandona, en el sur de México, fue descubierto en 1946 y durante décadas ha sido un punto ineludible para turistas de todo el mundo que buscan conocer la historia de la cultura maya, una de las principales civilizaciones de la América prehispánica.
Bonampak es una acrópolis acorralada por una vegetación desbordante y compuesta por templos, monumentos y, fundamentalmente, una serie de murales en buen estado de conservación que permiten aproximarse a la historia maya. Y, sin embargo, el flujo de turismo va en franco declive debido al incremento de la violencia y la presencia de diversos grupos criminales.
Según cifras del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en los primeros diez meses de este año, 7.233.719 turistas visitaron las zonas arqueológicas del país, lo que representó una caída de 43,4 por ciento en comparación con el mismo periodo de 2019, antes de la pandemia y de que dichos sitios cerraran sus puertas de forma temporal. Un declive que impacta en Bonampak, donde, según estimaciones locales, la afluencia de turistas es 50% menor en comparación con la cifra de hace cinco años.Noticia Relacionada
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Un empresario hotelero de la ciudad de Palenque, en el estado de Chiapas, a tres horas de Bonampak, explica a ABC, en estricto anonimato, que el turismo ha caído porque diversos grupos criminales se han adueñado de las rutas de acceso al sitio arqueológico.
Derecho de paso
«Entonces usted imagínese, es un turista de Madrid o de Barcelona que viene a pasear aquí, a usted le venden la excursión que incluye el traslado y cuando va en la camioneta rumbo a Bonampak aparece un retén del narco que le cobran a cada turista un derecho de paso adicional, entre 10 y 20 euros por persona y allí no hay forma de negarse, no es posible escapar», explica el empresario.
«Tal vez nosotros los mexicanos, o los extranjeros que viven hace muchos años aquí ya están acostumbrados y hasta puede parecerles rutinario, pero para una persona que viene de países más normales ya el solo hecho de que les cobren por llegar a la atracción es un atropello y les genera malestar», agrega.
Navegar por plataformas de viajes como Trip Advisor o Booking, donde los usuarios dejan sus comentarios, funciona para entender lo extendido del fenómeno delictivo en Chiapas. Aparecen múltiples mensajes hablando de «tener cuidado» y evitar trayectos hacia sitios arqueológicos para no ser víctimas de potenciales extorsiones.
ATC Touroperadores, que presume de ser la primera empresa operadora de turismo en Chiapas desde 1984, señaló en febrero de este año que «las agencias francesas, británicas y belgas que representamos han decidido no seguir llevando turistas a la zona Lacandona». La compañía justificó su decisión argumentando que «desde hace más de tres meses el ambiente turístico ha sido violentado drásticamente en algunas regiones de Chiapas» y «derivado de situaciones que se dieron con tres grupos de franceses, que operamos en esta última quincena». ABC contactó a la empresa para conocer detalles del incidente con los ciudadanos galos, pero prefirieron no ahondar en la cuestión.
Retén a Sheinbaum
Los retenes del narco, en esas zonas inhóspitas de México, se conforman por cuatro o cinco personas que suelen tener el rostro cubierto y portar armas largas. Si el que transita por esas rutas es local y no turista debe mostrar una identificación para que no le cobre el derecho de tránsito. No muy lejos de allí, en la pasada elección presidencial, fue interceptada por uno de esos retenes la actual presidenta Claudia Sheinbaum, quien dijo haber recibido un mensaje que le quisieron hacer llegar grupos delictivos.
Los afectados no son solo los operadores turísticos. En esas latitudes se encuentran los choles o lacandones, descendientes de los mayas que siguen viviendo en Chiapas y cuyos emprendimientos de subsistencia, como vender artesanía u organizar paseos a los visitantes, también se encuentran duramente afectados por la falta de turismo.
Cártel de Sinaloa
En enero de este año el INAH, dependiente del Gobierno mexicano, rechazó la injerencia del narco sobre el turismo arqueológico: «Es falso, tendencioso e irresponsable afirmar que estas zonas arqueológicas estén en peligro por el narcotráfico; el INAH mantiene el control de los sitios». Sin embargo, tres meses más tarde el mismo ente comenzó a recomendar no visitar ciertos sitios arqueológicos porque el turista se podía exponer a «una visita frustrada».
La primera declaración del INAH surgió porque un guía turístico le contó al periódico de la Ciudad de México ‘El Universal’ que en uno de sus trayectos con visitantes europeos rumbo a Bonampak un camino apareció cerrado por un grupo de personas que se identificaron como integrantes del Cártel de Sinaloa.
«Ya estoy en el sitio arqueológico de Lacanjá y está muy cabrón por acá. No se puede pasar ni al sitio de Yaxchilán ni a Bonampak. Ya están subiendo los precios. Los que están cobrando aquí en la entrada son los del Cártel de Sinaloa», dijo el guía al matutino. «A nosotros nos pararon ahí los del cártel y están en la entrada de Bonampak», explicó. El guía contó también que hace meses no había presencia gubernamental en las cercanías de los sitios arqueológicos.
El director del INAH, Diego Prieto, dijo que, por la construcción del Tren Maya, obra insignia del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el turismo se fue a otros estados y se alejó de Chiapas.
«A raíz de la puesta en operación del Tren Maya y derivado de los trabajos realizados por el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) se ha incrementado la afluencia de visitantes en sitios como Chichén Itzá, Tulum y Uxmal, que se encuentran dentro de las zonas beneficiadas por este proyecto llevado a cabo por el INAH», expuso al tiempo que rechazaba la injerencia del narco.
Chiapas, enclave crucial
El Cártel de Sinaloa históricamente tuvo bajo su dominio el estado de Chiapas, un enclave crucial por la frontera con Centroamérica, que primero era valioso por el trasiego de drogas y, en los últimos años, se volvió ineludible para el tráfico de migrantes hacia la frontera con los Estados Unidos. Los migrantes les pagan a los narcos para ser transportados por el territorio hacia la frontera. La Comisión Mexicana de Refugiados (Comar) registró un número de peticiones récord en 2023, con 140.982 solicitudes, 55% de las cuales provenían de Tapachula, Chiapas.
A partir de ese negocio ilegal llegó la competencia del Cártel de Jalisco, lo cual ha sumido a Chiapas en un estado de violencia permanente, así se desprende de los documentos internos generados por la Secretaría de la Defensa Nacional entre el año 2020 y 2022, extraídos por el grupo de ‘hackers’ llamado Guacamaya y filtrados por el grupo ‘hacktivista’ DDo Secrets.
La violencia en el sur del país es un fenómeno que comenzó en el sexenio de López Obrador, entre el 2018 y este 2024. El caos y la violencia no solo dominan Chiapas, sino que alcanza a Tabasco, el estado del cual es oriundo el expresidente y que durante décadas fue una geografía apacible y rural. En la frontera entre ambas entidades es donde se encuentra la casa de retiro de López Obrador, el lugar que eligió para pasar sus años lejos de Palacio Nacional y rodeado de una fuerte custodia militar.
Fuente: https://www.abc.es/internacional/narco-amenaza-turismo-arqueologico-mexico-20241210174423-nt.html