Imaginen una escena bonita, de telenovela poblana, Vicente Fernández, creado con IA, al frente cantando y de fondo, la sala de regidores del Ayuntamiento de Puebla…
Por Itandehui Rodríguez / Monólogos de Ménade
Los celos son malos consejeros y que nadie trate de convencerles de que son un indicativo de amor o de interés porque los celos son malos y son malos siempre. Por eso el gran filósofo y charro de Huentitán, Vicente Fernández, cantaba: estos celos me hacen daño, me enloquecen.
¿Recuerdan la canción?
Hay un par de estrofas de la canción que me van a ayudar a dar el contexto de este monólogo chismosón:
Te miré
Me confundió el llanto
Que rodó
Surgió una esperanza, pero no
No, ya no hay amor
No, y fue mi error
Y hoy muero de pensar
Que no voy a hacer yo al que vas a amar
Estos celos me hacen daño, me enloquecen
Jamás aprenderé a vivir sin tí…
¿No les ha pasado que se siente un nudo en la garganta cuándo piensan a objeto de su afecto con otra persona?
A mí hace varios años que no, como ya les conté me enamoro en tres días, el amor me dura quince y me desenamoro en cuestión de horas, pero, no todos tienen mi superpoder.
Hay quienes sufren, observan desde lejos y hasta mandan a investigar o piden informes de las actividades del ser amado.
¡Ay, dolor, ya me volviste a dar!
Toda esta perorata es para contarles que hay alguien que sufre por los pasillos de la sala de regidores.
Alguien que observa con dolor y desconcierto detrás de la fuente de un inmueble del centro de Puebla, la capital imparable.
¿Recuerdan el meme de Juanga y la palmera? Pues hagan de cuenta que así.
Dicen los que dicen que saben, que este político sufre en silencio y no es para menos.
A mí también me dolería el corazoncito.
Cuentan que el dolor no lo ha inmovilizado. Y es que dicen los que dicen que saben, que su asesor jurídico deambula por las oficinas de otro regidor, como si fuera el Agente P —Perry de Phineas y Ferb— preguntando por el paradero de otro integrante del Cabildo.
Te recomendamos leer: Bruce Rosales, el Batman poblano vs. la delincuencia.
Llega a las oficinas de este regidor con cualquier pretexto, pregunta por él como si tuviera algo importante que acordar, pero se retira sin pedir que comuniquen sobre su visita al titular. Y es que en realidad va a verificar si se encuentra en su despacho o no.
Y es que las lenguas viperinas le llevan chismes a su jefe y le hablan al oído.
¡Debería ser yo y no él! —se repite cada vez que se entera de los privilegios que goza uno de sus compañeros.
Pues sí, tiene razón… lamentablemente nunca falta quién provoque que le hierva la sangre al saber que no es el favorito.
Nunca falta quién le informe que la camioneta de Pepe Chedraui pasa por la Sala de Regidores.
En múltiples ocasiones el vehículo aparca afuera de las oficinas y alguien se monta en él.
El vehículo solo se detiene por una persona.
¿Por qué él y no yo? ¿Por qué? ¡Él es panista! —cuestiona una y otra vez.
En efecto, tienen razón, el personaje que despierta los celos del coordinador de regidores del Cabildo de Puebla, Gabriel Biestro, es Carlos Montiel.
Pepe Chedraui, nuestro señor alcalde capitalino pasa por la Sala de Regidores para que Carlos le acompañe en los trayectos y escasas ocasiones ha invitado al morenista.
Ese privilegio está reservado para Montiel.
Nos encontraremos pronto en otro chismesito monologuero.
Estos celos me hacen daño, me enloquecen…