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Adiós a Silvia Pinal, la fascinante actriz fetiche de Buñuel y gran diva del cine mexicano | Vanity Fair

Silvia Pinal en 'El ngel exterminador' 1962.
Silvia Pinal en ‘El ángel exterminador’, 1962. © Cordon Press

Contaba Silvia Pinal que cuando se presentó ante Luis Buñuel para proponerle trabajar juntos en una película que acabó siendo Viridiana, lo primero que él quiso saber es si ella tenía un productor que pagara aquello.

–Tengo, don Luis. Aquí, mi marido.
–¿Y este señor a qué se dedica?
–Pues es “mueblero”, fabrica muebles.
–¿Y por qué querría un fabricante de muebles producirme una película a mí, que no soy comercial y no doy dinero?
–Porque me ama, don Luis.

Así que podría decirse que Viridiana (1961), una de las mejores películas de la historia y la única obra de un director español que ganó a Palma de Oro en el festival de Cannes, es producto del amor. Pero también –y quizá con más rigor– que es producto del tesón de una actriz mexicana con una carrera considerable a sus espaldas y también un reciente matrimonio con “un mueblero”. La génesis y el posterior recorrido de esa obra maestra es una mina de anécdotas y sobresaltos, pero esa historia ya la hemos contado con anterioridad, así que ahora lo que toca es centrarnos en su principal intérprete, la gran Silvia Pinal.

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Para cuando protagonizó la cinta que marcó su carrera, Pinal ya era una estrella en su país, y estaba en pleno proceso de expansión internacional. Nacida en la ciudad portuaria de Guaymas, en la costa pacífica de México, provenía de una familia humilde: su madre, dependienta en una marisquería, la había tenido con quince años; su padre biológico nunca la reconoció, y fue adoptada por su padrastro, el periodista y militar Luis G. Pinal. Trabajó en publicidad antes de dar sus primeros pasos en el teatro y el cine, donde poco después de debutar, con apenas 18 años, logró su primer éxito junto a Cantinflas en la película Puerta Joven. A partir de ahí fue propulsada como protagonista de importantes éxitos comerciales, pero además logró los principales reconocimientos del cine de su país: en 1953 obtuvo como secundaria su primer premio Ariel (el Oscar mexicano), y entre 1956 y 1958 se llevó a casa el mismo galardón tres veces seguidas, ya como actriz principal. Protagonizó en Italia una película junto a Vittorio de Sica y Elke Sommer, y en España fue la Maribel de Maribel y la extraña familia, adaptación de la maravillosa comedia de Miguel Mihura que dirigió José María Forqué, y donde su Marcelino era Alfredo Marsillach. También trabajó con Fernando Fernán-Gómez en el musical Adiós, Mimí Pompom, de Luis Marquina, donde además cantaba con cierta solvencia.

Silvia Pinal en Virdiana 1961

Aliada con otra estrella de su país, el actor y director Ernesto Alonso, estuvo a punto de protagonizar una adaptación de la Tristana de Benito Pérez Galdós a las órdenes de Buñuel, pero el proyecto se derrumbó por falta de financiación (como es sabido, la película acabó rodándose diez años después, en Toledo, con el mismo director pero protagonizada por Catherine Deneuve y Fernando Rey). Viridiana le sirvió para quitarse esa espinita y de paso volver a su país con una Palma de Oro bajo el brazo. Lo cierto es que como protagonista de aquella película que era un destilado de esencia española de alta graduación, un sol y sombra en formato celuloide, no era a priori la opción más adecuada. Su cabello manifiestamente teñido de rubio y un inexplicable acento mexicano que no lograba ocultar –aunque lo intentaba, y cada gota de sudor brotada de ese esfuerzo se nota en pantalla- chirriaban un poco para el personaje de una novicia castellana. Eppur si muove: su presencia en la película se convirtió en icónica, y hoy resulta imposible imaginar a otra actriz deambulando por una mansión solariega candelabro en mano, vestida con un traje de novia de raso blanco. Aquella fue la primera de las tres películas que el director y la actriz hicieron juntos.

Luis Buñuel se lamentaba de que en México no disponía de los medios necesarios para ambientar decentemente sus críticos retratos de la alta burguesía: en el rodaje de El ángel exterminador (1962), que transcurría de principio a fin en un lujoso palacete, ni siquiera disponía de servilletas apropiadas, y la única que pudo mostrar en plano se la había prestado una maquilladora. Pues bien, lo mismo podría decirse de todo el reparto de la cinta, al que solo poniendo mucho de nuestra parte podemos ver como educados entre nannies inglesas y sonajeros de plata. Allí Pinal era Leticia la Valquiria, gélida, virgen y altiva, personaje que posiblemente debería haber estado interpretada por Catherine Deneuve, pero al que ella aportaba un zumbón garbo azteca. Después estuvo perfecta encarnando al demonio tentador de Simón del desierto (1965), otra de las obras mayores buñuelinas: si hablamos de imágenes icónicas, la de ella vestida de niña y lamiendo la oreja del sufrido estilita, o con un pecho fuera y el pelo cardado como si acabara de escaparse de una película (mexicana, obviamente) de vampiros, están tatuadas en las retinas de la mitad de los aficionados al cine de autor en todo el mundo.

Aunque proyectaron coincidir en otras ocasiones (como en Diario de una camarera, donde fue sustituida por Jeanne Moreau), Buñuel y ella ya no volvieron a trabajar juntos. Pinal nunca pudo igualar la calidad de aquellas joyas (quién podría hacerlo), pero su la carrera siguió a toda máquina por la senda trazada para las estrellas de su país, con modestas incursiones en Hollywood (Shark, de Sam Fuller, junto a Burt Reynolds, un exótico precedente del Tiburón de Spielberg), éxitos teatrales y, por fin, una larga vida televisiva como reina del culebrón. También incursionó en la política, llegando a ser elegida diputada federal y senadora por el PRI (Partido Revolucionario Institucional).

Silvia Pinal en El ngel exterminador 1962

En cuanto a su vida personal y familiar, se casó cuatro veces y mantuvo tormentosas relaciones secretas con el actor (casado) Arturo de Córdova y el magnate Emilio El Tigre Azcárraga (que mucho después sería pareja de la Miss Mexico, hoy mecenas y coleccionista de arte, Adriana Abascal). Sus cónyuges más conocidos fueron el productor y director cinematográfico (y antes de eso “mueblero”Gustavo Alatriste y el cantante Enrique Guzmán, la gran estrella del rock mexicano de los años 60 y 70.

En su libro autobiográfico Esta soy yo: Silvia Pinal y su posterior adaptación para el canal Televisa, Silvia Pinal, frente a ti, ofrecía un retrato poco favorecedor de sus relaciones con los hombres, considerándose víctima del machismo, el afán posesivo y los celos patológicos de casi todos ellos, muy en especial de Guzmán. Tuvo también cuatro hijos: las actrices Sylvia Pasquel y Viridiana Alatriste, la cantante pop y coleccionista de discos de oro Alejandra Guzmán y el músico Luis Enrique Guzmán. En 1982 vivió una tragedia de la que, según propia confesión, nunca se recuperaría, cuando su hija Viridiana falleció en un accidente de tráfico al derrapar su coche en una curva y salir disparada del vehículo por un barranco. Pinal aseguraba que se enteró de la noticia aquella tarde después de que los periodistas se pasaran toda la mañana llamándola al plató de la telenovela que ambas estaban grabando juntas, preguntándole por Viridiana sin atreverse a mencionar el accidente. Otro episodio rocambolesco y traumático de su vida llegó al enterarse, según su versión, de que la mayor de sus hijas, Sylvia, mantenía una relación con quien había sido otra de sus parejas, Fernando Frade (en la versión de Sylvia, Frade y ella ya eran novios formales cuando su madre mantuvo un affaire con él). Madre e hija estuvieron una década sin hablarse a consecuencia de este episodio.

Este jueves, la estrella fallecía a los 93 años en Ciudad de México. La actriz recibió el cariño de su público hasta los últimos años de su vida.

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Fuente: https://www.revistavanityfair.es/cultura/articulos/silvia-pinal-la-ultima-gran-diva-del-cine-mexicano-que-triunfo-en-el-mundo/36926

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