¿Y si leemos más y vemos menos televisión? No sé, piénsenlo.
Por Itandehui Rodríguez
@Itandehui Ro_Ma
Como lo prometí ayer, hablemos de la volición de México, del proceso racional, libre y consciente que lleva a la gente a operar como lo hace.
En pocas palabras la volición es el deseo, esperanza o compromiso de actuar en función de lo que cree y conoce.
Muchos siguen preguntándose, ¿por qué se consolidó la 4T después de las políticas implementadas por Andrés Manuel?
Porque el presidente vivió 24 años en campaña, desde que se registró un 29 de marzo del 2000 como candidato a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Durante 24 años le habló —y le hablará los próximos 5 días— a México, como el creador del modelo opositor mexicano.
Andrés Manuel López Obrador entendió el juego, eligió su mercado meta y no lo soltó por 24 años: los pobres.
Dicen los financieros que para ser millonario hay que venderles a ellos, por eso, modelos de negocios como Salud Digna o SuKarne han crecido enormidades y desde el corporativismo del narcoestado, pero de eso hablaremos mañana.
El punto es, que lamentablemente y lo digo con mucha tristeza, en este país los pobres ‘son un chingo’.
Pero además no solo a los pobres, a todas y todos los que nacimos en este bendito suelo, nos ‘educó’ Televisa a través de sus telenovelas y de sus programas que, a pesar de sus tramas bobas, lograron hacernos creer que ‘el pobre es el bueno’ y el pobre vence al malo. Y como en toda historia debe haber un bueno y un malo, ‘el villano siempre es el millonario’.
¿Era complicado sembrar la semilla de la división en un terreno tan fértil?
No. ¡Pues de ahí vino todo!
Y aunque las cosas han cambiado y en México, la misma televisión nos está convirtiendo en seres menos humanos y más animales —basta ver los resultados de la transmisión de La Casa de los Famosos y la polarización que está generando con dos cuartos que son dos bandos de buenos y malos—, el adormilamiento producido por las grandes empresas que dominaron y dominan el entretenimiento en este país por generaciones, nos convierte en seres susceptibles de la ‘idiotización’.
Primero nos idiotizaron con ‘las Marías’ y ‘El Chavo del 8’ y ahora con los reality shows.
Aunado a los factores actuales, creo que habría que considerar las consecuencias de la memoria genética en el actuar de los generaciones actuales, no ahondaré en ese tema porque es bastante extenso y no menos interesante.
Pues no, volviendo al tema, Chespirito no es un genio en el buen sentido de la palabra, tampoco es un iluminado. Roberto Gómez Bolaños fue un instrumento macabro que utilizó su torcida genialidad para enriquecerse gracias a los intereses del estado.
Gracias a él, el mundo piensa que somos pobres, idiotas y que solo comemos torta de jamón.
Se me ‘tuerce el hígado’ cada vez que pienso que el contenido que más nos representa, nos vende como unos ‘estúpidos adorables’ que romantizan su condición: pobreza.
Sus productos fueron hechos con garantía ilimitada: ‘idiotizan’ porque ‘idiotizan’.
Y por si fuera poco, ese contenido ya volvió para seguir ‘apendejando’ a las nuevas generaciones. Perdón por lo de ‘nuevas’, pero no puedo creer que la gente esté dispuesta a seguir consumiendo esos programas.
Volviendo a la volición de México, no podíamos pedirle a las y los mexicanos actuar de manera diferente. El exitoso modelo creado por Andrés Manuel —y digno de estudio— los llevó a querer vivir en función de lo que creen y conocen. ¡Es lo que hay!
López Obrador no es el tuerto, rey de ciegos, Andrés Manuel ve con los dos ojos. Gobierna en una democracia educada por personas que solo conocen dos bandos, el de los buenos y el de los malos.
Siempre lo he dicho y lo voy a sostener, yo no voté, ni votaré —porque ya no puede volver— por Andrés Manuel López Obrador, nunca le creí. Pero, me guste o no, la mayoría de mis compatriotas lo eligió y por ende, es mi presidente. Y mi presidente es un genio, para bien o para mal, depende quién lea esta línea.
¡Y todo, gracias a la capacidad de volición de México!