La ciencia ya tiene la respuesta para esta inquietud que muchas personas experimentan cuando van a marcharse de casa
EL CONFIDENCIAL
Es probable que alguna vez hayas salido de casa y, unos minutos después, te hayas preguntado: ¿he cerrado la puerta? Aunque para muchos esto es solo una duda pasajera, para otros puede convertirse en un verdadero problema que afecta su día a día y agota su energía mental. Según los expertos, este comportamiento podría tener una explicación en cómo funciona nuestro cerebro y, en casos más extremos, estar relacionado con trastornos de ansiedad como el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
El psicólogo Adam Radomsky, coautor de un estudio reciente sobre el tema, explica que esta necesidad de comprobar repetidamente si hemos cerrado la puerta está vinculada al miedo a perder el control. En su investigación, publicada en la Journal of Obsessive-Compulsive and Related Disorders, se demostró que las personas que temen perder el control sobre sus acciones tienden a involucrarse en comportamientos repetitivos, como el de verificar si una puerta está cerrada. Este miedo genera una compulsión por revisar y controlar situaciones que ya están bajo control, pero que el cerebro percibe como inseguras.
Parte de la explicación se encuentra en cómo la memoria procesa las acciones cotidianas. Al ser gestos que repetimos a diario, como cerrar una puerta o apagar la luz, nuestra mente los automatiza para no gastar demasiada energía en recordarlos. Según los psicólogos, esto puede llevar a que olvidemos haberlo hecho, lo que dispara la duda y, en algunos casos, la urgencia de comprobarlo una vez más.
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ACyV
La clave está en el grado en el que nos afecta
Si bien es común que muchos de nosotros tengamos este tipo de pensamientos de vez en cuando y no debemos alarmarnos, cuando se vuelve un patrón repetitivo que nos genera malestar, puede ser indicativo de un trastorno de ansiedad. Las personas que padecen TOC, por ejemplo, experimentan pensamientos intrusivos y sienten una fuerte necesidad de controlar su entorno. El miedo a dejar la puerta abierta, a que entre un intruso o a que ocurra un accidente, lleva a estas personas a comprobar una y otra vez, buscando una sensación de seguridad que nunca llega del todo.
Para quienes solo lo experimentan de manera esporádica, una técnica simple para reducir esa incertidumbre es prestar plena atención al momento de cerrar la puerta. Este enfoque consciente puede ayudar a «grabar» mejor la acción en la memoria y evitar esa incómoda duda más adelante. Sin embargo, cuando este comportamiento comienza a afectar seriamente el bienestar y las actividades cotidianas, es recomendable buscar apoyo profesional.