#PorSoleares | PRI y PAN se quejan de presiones de Morena en el senado, práctica histórica de sus antecesores
Por Jesús Manuel Hernández
Muchos argumentos se han publicado a favor y en contra de la llamada Reforma al Poder Judicial, quizá algunos serán valederos, otros manipulados e incluso algunos de buena fe.
El caso es que todos coinciden en que la justicia en México debe pasar por una reforma, pero la forma de hacerlo genera las divisiones, la elección de los jueces, ministros, magistrados, despierta la desconfianza y el temor por que otros grupos de poder pueden infiltrar el proceso y obligaría a los electos a corresponder al apoyo externo.
Ante tanta división y la falta de mayoría en el Congreso para frenar la reforma, es que los medios internacionales, los organismos empresariales extranjeros, las calificadoras y los pronosticadores económicos, han ocupado el vacío de la oposición –‘opoficción’ decimos algunos- y se ocupan de presionar desde fuera para impedir pase la reforma de AMLO.
Pero en este escenario es que se da la postura de Alejandro Moreno y de Marko Cortés, los líderes formales y visibles de la oposición, de acusar a Morena de “acoso, presión” e intento de “compra de votos” en el senado, espacio donde por lo visto es el último reducto para frenar la iniciativa.
Según sus propias palabras Alito acusó: “ofertas de decenas de millones de pesos para migrar a la bancada morenista o ausentarse de la votación”.
Marko Cortés hizo lo propio y quizá olvidó cómo en Puebla Rafael Moreno Valle aventaba los cañonazos millonarios para tener mayoría en el Congreso de Puebla, muchas anécdotas se pueden contar.
Dicho de otra forma y al margen de quién tiene la razón en el tema, es penoso que la oposición, PRI y PAN, se refugie en las prácticas impuestas históricamente por sus predecesores.
Y esto nos lleva a un tema poco citado en política: la doble moral.
Iñaki Domínguez un filósofo doctorado en Antropología Cultural, recientemente publicó un ensayo en España sobre la doble moral; cito:
“La doble moral es aquella que se desdobla en dos: una proclamada, otra practicada. La doble moral, hay que decir, es una falsa moral o, quizás, una moral degradada, una falta de moral verdadera. Cuando decimos que alguien tiene doble moral, en realidad decimos que afirma explícitamente ser moral, cuando en realidad no actúa en su vida cotidiana de acuerdo con los valores de los que se proclama defensor. La moral proclamada serviría, entonces, para adornar la imagen propia ante otros, nada más. El agente de la doble moral sería, en realidad, agente de la inmoralidad. La moralidad de la que habla no la practica”.
Hasta aquí la cita.
Bien dice el viejo refrán: “No hay mayor beata que la furcia arrepentida”.
O por lo menos, así me lo parece.