Para entender el nombre de cada uno de nuestros meses y el propio calendario que seguimos usando debemos echar la vista atrás hasta la época romana
Álvaro Gil Ruiz / VózPópuli
Julio y Agosto son conocidos como los meses centrales del verano. Lo que no es tan conocido es que, aunque su denominación es de origen romano, no estuvieron en el calendario romano inicial pero sí después en el juliano, ya que fueron introducidos posteriormente, cambiando el nombre primigenio de dos meses por el de dos dirigentes romanos.
El calendario nos organiza y nos estructura la vida, pero como contrapartida nos condiciona y nos determina más de lo que parece. Nacer unos días antes o después del 31 de diciembre conlleva ser el mayor o el menor dentro de un aula. Entregar unos papeles oficiales fuera de plazo establecido puede suponer no recibir una ayuda, permitir o no la participación en un concurso o acceder o no, a una oposición. Pero ¿cuál es el origen de nuestro calendario? ¿Por qué se llama calendario? ¿Cuál es su historia? ¿Cómo ha llegado a evolucionar a lo que es en la actualidad?
Las calendas era el primer día del mes en el calendario romano, de ahí viene la denominación de calendario. Para continuar cabe preguntarnos ¿por qué las semanas son de 7 días y no de 8, 9 o 27 días y por qué cada día recibe el nombre que tiene? Y la cuestión es fácilmente contestable. Desde la época de los babilonios se crearon las semanas en función de los siete astros visibles desde la Tierra, que eran deidades que gozaban de un día dedicado a cada una de ellas. El lunes era dedicado a la luna, el martes a Marte, el miércoles a Mercurio, el jueves a Júpiter, el viernes a Venus, el sábado a Saturno y el domingo (llamado así ahora, porque para los cristianos es el día del Señor, Domine en latín), en inglés sunday, porque era el día del Sol. Los romanos tomaron esta costumbre de dedicar un día a cada deidad y mantuvieron este ordenamiento, llamándolo septimana.
Con las semanas comenzaron los meses que eran lunares y duraban cuatro semanas, ya cada una de las fases lunares dura ese tiempo, es decir veintiocho días en total. El primer calendario usado desde los orígenes de Roma, era de 10 meses. El primero era Martivs, dedicado al dios Marte. Después venía Aprilis, consagrado a Venus (Apru en etrusco). Seguidamente Maivs, parece ser por Maia, compañera de Vulcano y símbolo de la primavera. A continuación venía Ivnivs, por Juno. Y luego venían meses que tomaban su nombre por los números ordinales, Qvintilis, por ser el quinto mes. Sextilis, por ser el sexto mes, September, por ser el séptimo, October por el octavo, November, por ser el noveno y December, por ser el décimo mes.
Calendario juliano
Este calendario no coincidía con las cuatro estaciones, por lo que en cada mes las condiciones meteorológicas características esperadas variaban, lo que llevó a aumentar el número de días de cada mes y a añadir dos meses más, para intentar encajar dicha cuestión. Este nuevo calendario de doce meses nació cuando gobernaba Numa Pompilio (753-674 a. C.), segundo rey de Roma.
Los dos nuevos meses, hasta llegar a doce, fueron Ianuarius y Februarius y estaban al final del calendario, pero terminaron siendo añadidos al comienzo del mismo. Lo cuál hizo que los últimos meses, que eran ordinales, no expresaran el orden que ocupaban. Por ejemplo, December, que significa mes décimo, pasó a ser el mes duodécimo.
Aún así el calendario seguía desfasado, no concordaba con las estaciones, ya que tenía 355 días, por lo que hubo que hacer modificaciones. Estas nuevas modificaciones entraron en vigor el 46 a.c, en el que se denominó calendario juliano, porque fue introducido por Julio César. Y cambió el mes Qvintilis, por Julius en honor al dictador romano. Años después, en el 8 a.C. se aprobó el cambio del siguiente mes, Sextilis pasó a llamarse Augusto, en honor al primer emperador romano Octavio Augusto.
Muchos siglos después, en 1582, este calendario fue sustituido por el papa Gregorio XIII, porque aunque ambos calendarios tenían en cuenta los años bisiesto, que añaden un día más cada cuatro años, el juliano el 24 de febrero y en el nuestro el 28 de febrero, existía una pequeña diferencia, que con el tiempo suponía una distancia sustancial de días.
El calendario juliano consta de 365,25 días y el gregoriano 365,2421 días, el segundo se ajusta mejor a lo que tarda la Tierra en dar la vuelta alrededor del Sol. Además tenían otra diferencia que en el calendario gregoriano los años que son múltiplos de 100 no son años bisiestos, excepto los que sí son divisibles por 400. Por lo que hay una diferencia de cálculo de 13 días de uno con respecto al otro, que se solventó con el nuevo calendario. Pero no en todos los países se implantó este calendario a la vez, primero en la esfera católica (comenzando por el imperio español y otros países de influencia papal). Y luego en el resto de naciones.