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El calor pone en peligro el futuro de los Juegos Olímpicos | Antropía

El Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) hace varias proyecciones climáticas en exclusiva para este periódico en las ciudades que han albergado las competiciones olímpicas en el último siglo

JOSÉ A. GONZÁLEZ / LIDIA CARVAJAL / ANTROPÍA

Cien años. 1.200 meses. 36.526 días. Estas son las cifras desde que la llama olímpica iluminó el cielo de París. Las cifras desde entonces en los Juegos Olímpicos han crecido. El número de atletas ha pasado de 3.089 a 10.500, el número de eventos es 329, lejos de los 126 de 1924 y las medallas son muchas más. Unos juegos citius, altius et fortius (más rápido, más alto y más fuerte) como el lema que se incluyó en aquella cita de principios del S.XX. Ahora, un siglo después se puede reformular: citius, altius, fortius… et calidius. «Un escenario más cálido que lo normal es el más probable para Francia», pronosticaba hace unos meses Météo-France.

En apenas un siglo, París ha aumentado sus días «calurosos» —por encima de los 25 ºC— cerca de una veintena y en nueve días los «abrasadores» —sobre los 30 ºC— al año y la temperatura media de la capital gala ha subido 1,8 grados, según datos de BASIS, Front Runners y Climate Central. El calor ha sido un participante más en los Juegos Olímpicos de verano.

La tenista Paula Badosa se retira de su partido de cuartos de final contra la checa Marketa Vondrousova

tras sufrir una lesión, en los JJOO de Tokio 2020. REUTERS

Esta fue una de las imágenes más impactantes que dejó Tokio’20, celebrados en 2021 por la pandemia de Covid-19. El comité organizador trasladó las pruebas de maratón y marcha atlética a Sapporo, al norte del país con temperaturas más bajas, para evitar sustos. «El calor afecta al deportista en el rendimiento, pero también pone en riesgo, y mucho, su salud», advierte Manuel Leyes, jefe de Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud.

En Tokio, los responsables de la competición establecieron un semáforo para controlar las temperaturas de las pruebas tanto en tierra como en el mar.

Algunas competiciones como el maratón se adelantaron para evitar los tramos horarios más calurosos, pero aún así los atletas no se escaparon de las altas temperaturas y la alta humedad en la capital nipona. Los responsables de París’24 prevén suspender pruebas si las temperaturas ponen en riesgo la salud de los deportistas. «Es difícil establecer un umbral», explica Leyes. «Lo ideal son 23 o 24 grados; en Sapporo (Japón) fueron 27 grados con mucha humedad y solo había que ver las imágenes. A partir de los 30 grados, la situación es muy preocupante».

En la maratón masculina de los JJOO de Tokio 2020, el español Ayad Lamdassem tuvo que recibir atención médica al llegar a meta debido al intenso calor durante la carrera. REUTERS

La preocupación por el calor no es nueva, ni tampoco algo raro ya que las fechas para disputar los Juegos Olímpicos de verano suelen ser julio, agosto y, alguna vez, la primera quincena de septiembre. Así han sido en las citas de este siglo, la última vez que se trasladaron en el calendario fueron en Sídney (Australia) en el 2000 que fueron del 15 de septiembre al 1 de octubre para coincidir con la primavera en el hemisferio sur. En el norte, se han repetido las mismas fechas (julio-agosto) desde los años 90. Cuatro años antes, el comité organizador de Seúl’88 los trasladó a mediados de septiembre para sortear los tifones.

Un problema real y futuro

En los últimos meses, los informes mensuales de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Departamento de Cambio Climático de Copernicus (C3S) han ido acompañados de expresiones como «nunca vistos» o «récord desde que hay registros». Mes a mes, tanto en tierra como en la superficie marina. «Estamos quemando el planeta», advirtió a finales del año pasado Antònio Guterres, secretario general de Naciones Unidas.

Los doce meses de 2023 -los más calurosos desde que hay registros- borraron los 1,5 grados pactados en 2015 en la COP21 de París. «Los gases de efecto invernadero mundiales deben reducirse en un 28% para no superar los 2 grados y en un 42 % para mantener vivo el umbral pactado», alertó a finales del año pasado el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Si se mantiene el actual ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero -asegura el organismo internacional- la temperatura global aumentará 2,7 grados a finales de siglo con respecto a la media de la era preindustrial. Y la proyección es que en 20 años será muy difícil celebrar unos Juegos en París y a finales de siglo, prácticamente, imposible.

Estas son las proyecciones que el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) ha hecho en exclusiva para este periódico. «Las anomalías están calculadas con respecto al año en que se celebraron por última vez los Juegos Olímpicos en la ciudad», explican Pep Cos y Carlos Delgado, investigadores climáticos en el grupo Servicios del Sistema Terrestre del BSC-CN).

Las previsiones están hechas bajo dos escenarios. Los resultados que aquí se muestran son los correspondientes al escenario más pesimista y a un escenario intermedio. «El escenario más optimista ya no se puede alcanzar puesto que ya nos hemos retrasado en el cumplimiento de las políticas que éste comportaba, tal y como se había especificado en el acuerdo de París», detalla Cos.

En Barcelona, los cálculos apuntan a que el pebetero de Montjuic no se podría volver a encender. «Estamos hablando de anomalías de temperatura», recuerda Delgado . «Es decir, grados por encima de la media normal de cada ciudad», apostillan. No obstante, estos calentamientos en las ciudades pueden llegar a ser mucho más altos que el del planeta. «Debemos ser conscientes de eso para entender que 2 grados de calentamiento global puede implicar aumentos de temperatura mucho más severos en ciertos puntos del planeta», advierten.

El cambio climático ha aumentado y seguirá aumentando temperaturas ambientales promedio, así como la frecuencia e intensidad del clima extremo eventos. «Los extremos en las anomalías son preocupantes, porque estamos hablando de valores climatológicos (a 30 años) de más de 5 grados, que se podrían traducir en valores de temperaturas extremas (tanto en los valores de temperatura máxima diaria como en la frecuencia e intensidad de olas de calor) que podrían ser mucho mayores», destacan los investigadores.

Cuando la llama olímpica se apague en París, comenzarán los preparativos para Los Ángeles en 2028 y en el horizonte aparece Brisbane (Australia). «Aunque es bien conocido que el incremento en temperatura no va a ser homogéneo en todo el planeta, con estas figuras queremos recalcar que el impacto del cambio climático puede ser muy distinto en distintos sitios», explican Cos.

Con los Juegos 2028 y de 2032 ya asignados, el Comité Olímpico Internacional mira más allá en el horizonte. ¿2036? Aún no hay candidatas oficiales, pero sí varias postulaciones: Corea del Sur, Egipto, Catar, Arabia Saudí, Turquía o Indonesia.

«Es necesario promover una elección de sedes olímpicas consciente con la realidad climática»

Pep Cos y Carlos Delgado Investigadores climáticos del Barcelona Supercomputing Center

En octubre, el COI se sentará en la mesa para evaluar los Juegos de París y ver qué posibles ciudades pueden acoger los próximos eventos olímpicos. «Quizá también deberían evaluar las fechas para evitar las altas temperaturas veraniegas», señalan varios expertos a este periódico. «Es necesario promover una elección de sedes olímpicas consciente con la realidad climática», comenta Delgado.

Ambos proponen consultar con un equipo de expertos del clima y salud del deporte para encontrar sedes que no puedan representar un peligro para los deportistas ni los aficionados. «Esto podría llevar a que algunas sedes no sean elegibles para disputar los JJOO en el futuro», detallan. La otra, plantean, modificar las fechas en las que se realizan o adaptar el horario de las competiciones.

Islas de calor

Las islas de calor no son un efecto nuevo, pero sí cada vez más estudiado. Esta alteración se caracteriza por provocar una temperatura mayor en las ciudades y sus alrededores.

La temperatura media anual del aire de una ciudad con un millón de habitantes o más puede ser de entre uno y 3 grados más alta durante el día respecto a su periferia, mientras que por la noche esa diferencia puede dispararse, incluso, hasta los 10 grados. «La media del efecto isla de calor en Barcelona es de unos dos grados y el máximo, de siete», detalla Alba Badía, investigadora en el Instituto de Ciencia y Tecnologías Ambientales de la Universidad de Barcelona (ICTA-UAB).

Este fenómeno se atribuye a los elementos que emiten calor, como los sistemas de climatización, o los materiales que se utilizan, como el asfalto, entre otros. «Las olas de calor se agravan en verano», alerta Badía. Todo ello agrava las consecuencias del cambio climático en las ciudades y disminuye la calidad de vida de sus habitantes.

Los escenarios de los Juegos Olímpicos transcurren en las grandes ciudades mundiales. Barcelona, Atenas, París, Berlín, Sidney, Pekín, Tokio, Río de Janeiro… «Se prevé que el calentamiento global ampliará las diferencias de temperatura entre las zonas urbanas y rurales, siendo las primeras más susceptibles al estrés por calor», avanza la investigadora.

Mareos, desmayos y golpes de calor

Calor y salud son dos conceptos cada vez más unidos. Los golpes de calor son la primera causa de defunción relacionada con el clima y pueden agravar enfermedades como la diabetes, el asma, los trastornos mentales y las enfermedades cardiovasculares. «Hay cuadros menos graves como la deshidratación», afirma el doctor Leyes. «Competir a alto nivel y con altas temperaturas es muy peligroso para los deportistas», detalla.

Fuente: Climate Central y Universidad de Portsmouth

«Es muy duro», responde a este periódico Gisela Pulido, atleta olímpica en la modalidad de kitesurf y embajadora de la campaña «Con la cabeza bien alta» de Miravia, patrocinador de servicios e-commerce de los Juegos Olímpicos de verano de París 2024, que invita a romper barreras y a reivindicar siempre quién eres. Ella lleva varias semanas ya en Marsella (Francia), lugar dónde se celebra su competición, intentando adaptarse a la climatología del sur de Francia. «Los últimos días ha estado haciendo 35 grados y es muy sofocante», comenta.

La deportista Gisela Pulido ha sido once veces campeona del mundo de kitesurf y representará a España

en los JJOO de París 2024 en la modalidad de Formula Kite. EFE

El calor y la humedad dificultan la expulsión del calor y la regulación de la temperatura central. «Esto complica el rendimiento físico, especialmente cuando la exposición es prolongada y se requieren altos ritmos de trabajo sostenido», advierte el jefe de Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud. «En mis pruebas estamos horas y horas a pleno sol», señala Pulido. «Es muy duro. Estos días he acabado con dolores de cabeza».

Este es uno de los síntomas, pero no es el único y «afecta mucho al rendimiento del deportista», aclara Leyes. Al perder líquidos por la sudoración, comenta el doctor, aparecen los calambres por la pérdida de electrolitos, se acelera el pulso, baja la presión y «es más difícil tomar decisiones», apunta. «Es cierto, no se piensa igual de rápido que cuando vas frío y estás más calmado. El pulso te sube muchísimo», justifica la olímpica española. «La preparación física es muy importante», apostilla.

Ella lleva días intentando aclimatarse al clima marsellés y «estoy trabajando en bici con altas temperaturas», detalla. «Tienen que hacerlo mucho tiempo antes y así adaptar el cuerpo lo más rápido posible a estas condiciones, si no, pueden tener graves problemas», comenta el doctor Leyes. «La clave, sobre todo, para evitar sustos es una buena hidratación».

Así se han hecho las proyecciones

Las proyecciones de temperatura que acompañan el reportaje tienen la firma de Pep Cos y Carlos Delgado, investigadores climáticos en el grupo Servicios del Sistema Terrestre del Departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). «Los datos que usamos provienen de la última generación de modelos climáticos, i.e., CMIP6», señalan. «Estos modelos solo se pueden usar para estimar la evolución climatológica del sistema (el estado medio del sistema), no para predecir el estado meteorológico en un periodo futuro», explican. Al usar este conjunto de modelos participando en CMIP6, se tiene que tener en cuenta que hay una incertidumbre asociada a los errores específicos de cada uno de los modelos. Es por esto que cuando se muestran proyecciones de cambio climático, se muestra un rango de posibles futuros. A estas incertidumbres se les tiene que sumar la incertidumbre del escenario de emisiones (gases de efecto invernadero, aerosoles, etc.) y de los usos del suelo. El clima evolucionará de forma distinta en función de la cantidad de quema de combustibles fósiles.

Fuente: https://www.abc.es/antropia/calor-pone-peligro-futuro-juegos-olimpicos-20240718171030-nt.html

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