La hija del rey Harald relata una vivencia paranormal con un espectral general nazi, mientras ultima los preparativos de su boda con un chamán. La pareja, de nuevo en el ojo del huracán por mezclar una ginebra con el título de princesa de ella.
Eduardo Álvarez / LOC
Hasta ahora sabíamos que Marta Luisa de Noruega (52) se comunica a diario con los ángeles -tuvo una escuela de ángeles, Astarte Education, que ni la añorada Lucía Bosé, que se tuvo que conformar con un museo en Turégano-. Eso es al menos de lo que la hija mayor de los reyes Harald y Sonia alardea. Pero como la princesa más excéntrica de Europa nunca deja de sorprender, ahora ha dejado a propios y extraños atónitos relatando un suceso paranormal que la aterrorizó de pequeña y que aún le provoca escalofríos. Probablemente, los mismos que deben de sentir en la corte de Oslo cada vez que Marta Luisa abre la boca.
En una reciente entrevista, explicó con pelos y detalles el dramático momento en el que un fantasma intentó estrangularla, siendo ella apenas una niña, en el castillo de Skaugum, una finca real ubicada al sureste de la capital noruega. Aunque lo más sorprendente, puestos ya a creernos la historia, es la identidad del espectro que habría acosado sin cesar a Marta Luisa hasta su adolescencia: Wilhelm Rediess. Nada menos que un general alemán de las SS, mano derecha del mismísimo Hitler en Noruega, que vivió en el castillo tras la invasión nazi del país nórdico.
«El general se aparecía en mi dormitorio todas las noches y me miraba fijamente», detalló la princesa. «Cuando me mudé a esta habitación me dio mucho miedo la oscuridad y había un hombre mirándome», recordó. «Se lo dije a todo el mundo. Todas las noches, mis niñeras o mis padres miraban detrás de las cortinas, las abrían y decían: ‘Mira, no hay nadie detrás, no hay nadie aquí».
Este caso paranormal sitúa de nuevo en el foco a la princesa indómita en vísperas de su boda. Porque el próximo 31 de agosto se casará, si nadie ni nada lo remedia, con el chamán estadounidense Durek Verrett (49), con quien forma desde hace un lustro una pintoresca pareja de charlatanes que no ha dejado de dar quebraderos de cabeza a la monarquía noruega, por otra parte la más popular del continente -el rey Harald tiene una aprobación que alcanza el 90%-. El enlace se desarrollará en Gerainger, un fiordo declarado patrimonio de la Unesco, y contará con cuatro días de festejos, incluida una fiesta de bienvenida de estilo muy bohemio el día 29 para los invitados.
Aunque no se espera la asistencia de casi ningún miembro de otras dinastías -con excepción seguramente de algún que otro príncipe sueco y danés-, y no se trate de una boda de Estado, el acontecimiento despierta un extraordinario interés, como no podía ser de otro modo tratándose del casamiento de una integrante de la familia real. Además, sí parece que acudirán algunas celebrities, todas ellas advertidas de que no pueden vestir el día de la ceremonia con prendas blancas, ni negras, ni rosas, ni doradas. De ir en taparrabos no dicen nada las invitaciones, por buscar alternativas, decimos, a lo complicado que lo pone la espiritual parejita.
ESCÁNDALOS SIN FIN
Desde que Marta Luisa comenzó su relación con Verrett,un chamán bisexual que vive en Los Ángeles, donde ha sido gurú de estrellas como la actriz Gwyneth Paltrow y ha hecho buen negocio con sus sesiones a 900 euros la hora, todo han sido polémicas. Hasta el punto de que, en 2022, el rey Harald, obligado por la crisis reputacional de la institución, se vio obligado a expulsar a su hija como miembro activo de la familia real por el intolerable uso que hacía de su título de princesa y de su estatus en la dinastía para engordar la cuenta de resultados de la sociedad constituida junto a Verrett. Filmaban polémicos docurrealities, cobraban pingües cantidades por sesiones de espiritismo, daban charlas sobre los ángeles, amén de otros oscuros negocietes. Los noruegos estaban de su princesa hasta más allá de la coronilla.
Marta Luisa se libró por los pelos de perder su título de princesa. Pero desde Palacio, tras leerle bien la cartilla, la obligaron a comprometerse a dejar de mezclar nunca más sus asuntos personales con su pertenencia a la familia real. De ahí que haya sido tan polémico que días atrás, como la cabra siempre tira al monte, la pareja lanzara una ginebra rosa especial que va a ser una de las bebidas de su boda, que en la botella incluía tanto el título como el monograma real de la princesa. La hija del rey y su prometido tuvieron que pedir disculpas, sosteniendo que todo había sido un lamentable error de la comercializadora de la bebida.
Aunque Marta Luisa nació dos años antes que su único hermano, Haakon, nunca fue considerada como la heredera del trono, porque regía entonces en el país una ley semisálica que otorgaba la prevalencia al varón en el orden sucesorio -igualito que lo que en pleno 2024 sigue ocurriendo en la moderna España-. Y, en 2002, la hija de los monarcas perdió su tratamiento de alteza real y dejó de pertenecer a la corona -en Noruega se distingue bien entre la institución, la familia real y los familiares del rey-, por propia decisión de la princesa, que siguió siéndolo, para poder ganarse la vida en el sector privado.
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Apenas unas semanas antes, Marta Luisa se había comprometido con el escritor Ari Behn, con quien se casó en mayo de aquel mismo año. Fruto del matrimonio, nacieron tres hijas. Pero la relación sentimental se resquebrajó pronto y el divorcio se materializó en 2016. Lo más terrible llegó en las navidades de 2017, cuando Behn se quitó la vida con 47 años de edad.
El reto de la princesa hoy es ser feliz y alcanzar su estabilidad emocional junto al polémico chamán -que, entre otras meteduras de pata, dijo en su momento que se había curado de covid gracias a una de las medallitas que vendía en su web por 200 euros-, sin causar más terremotos en la Monarquía noruega.
Fuente: https://www.elmundo.es/loc/famosos/2024/07/19/669a4b9be4d4d8c21f8b45a7.html