Corresponde a la parte inferior de un monumento que fue sustraído de su sitio, tiene representado un cautivo, una montaña zoomorfa y cartuchos jeroglíficos que aluden al señor de Maatz’, posible título del asentamiento
Redacción
En un bloque megalítico que conserva grabados imágenes y textos jeroglíficos, podría estar la clave del nombre original de la milenaria ciudad maya de Ocomtún, reportada recientemente en la zona de conservación ecológica Balamkú, la cual fue llamada de esta manera por las numerosas columnas cilíndricas que halló a su paso el equipo dirigido por el arqueólogo Ivan Šprajc.
Se trata de uno de los descubrimientos más relevantes de la pasada temporada de campo del proyecto “Ampliando el panorama arqueológico de las Tierras Bajas Mayas Centrales”, coordinado por el especialista del Centro de Investigaciones de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes, y avalado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante de la iniciativa, Octavio Esparza Olguín, explica que los pocos monumentos esculpidos de Ocomtún, principalmente altares cilíndricos y estelas, son lisos; no obstante, al excavar un pozo de sondeo en la escalinata de un edificio, parte de un conjunto menor del grupo sureste del sitio, se detectó que el bloque central del escalón inferior, contaba con relieve.
El bloque corresponde al fragmento de un monumento y se desconoce si pertenecía a una estela, escalinata o dintel. Mide aproximadamente 1.82 metros de ancho, 71 centímetros de largo y 37 centímetros grosor; sin embargo, las escenas y el texto jeroglífico, los cuales aparecen incompletos, abarcan alrededor de 1.28 metros de anchura y 46 centímetros de longitud.
El especialista en epigrafía maya indica que una vez observado en su posición original, el monolito tiene en el costado izquierdo la imagen de un cautivo atado y bocabajo, del que solo se ve la parte superior del cuerpo debido a la erosión de la piedra caliza; y en el lado derecho, una representación zoomorfa de la montaña o witz.
Ambas imágenes están acompañadas por franjas de cartuchos jeroglíficos en los márgenes. En uno de ellos, asociado a la montaña, aparece el logograma ajaw, ‘señor’, que alude a un gobernante o noble maya, y por encima de este un par de silabogramas que parecen constituir la palabra Maatz’, es decir, el cartucho habla del “Señor de Maatz’”.
“El nombre de este sitio no se ha documentado, por lo que indago su significado en los diccionarios de lenguas mayas”, señala el investigador del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, al referir que Maatz’ podría corresponder al nombre original de Ocomtún o a otro lugar, ya que en el área maya se ha constatado la recolocación de monumentos, trasladados de sitios relativamente lejanos. Un ejemplo es la escalera jeroglífica de Naranjo, en Guatemala, la cual en realidad fue un botín de guerra tomado del sitio rival de Caracol, en el actual territorio de Belice.
El bloque grabado de Ocomtún corresponde a un monumento modificado, seccionado y puesto como escalón, en virtud de que varios elementos fueron sustraídos de las estructuras arquitectónicas en épocas tardías, en la decadencia del sitio, para erigir adoratorios en patios y plazuelas.
“La práctica de la recolocación de monumentos fue común en el área maya. Casos similares se han encontrado en Chactún, Cobá, Calakmul o Tikal. Escalinatas, de forma específica, pueden mencionarse la de ‘Los Cautivos’, en Dzibanché, o la de El Resbalón, en Quintana Roo. Estos monumentos fueron erigidos en el periodo Clásico Temprano (250-600 d.C.), y para el Clásico Tardío/Terminal (800-900 d.C.) comenzaron a ser modificados.
“Varios expertos consideran que en esa época tardía, los pobladores que quedaban en los asentamientos o gente que llegaba en peregrinación ya no tenían conocimiento de la escritura jeroglífica. Tomaban estos elementos iconográficos, que sabían eran de prestigio, para colocarlos en espacios donde habitarían o realizarían rituales”, comenta Octavio Esparza.
Esto explica que el bloque de Ocomtún fuera colocado al revés, pues la talla se lee en sentido inverso a su posición, y también resultó llamativo que le fueran ofrendados algunos objetos: un hueso labrado, de dos centímetros, en forma de estrella de ocho picos, una punta bifacial de pedernal y fragmentos cerámicos que podrían conformar un par de piezas.
Finaliza que temporadas de campo futuras en Ocomtún podrían arrojar luz sobre la estructura de la que procede este elemento.