La edición 46 de la Marcha del Orgullo LGBTTTIQ+ se vivió entre expresiones de orgullo, protesta, visibilidad, exigencia e incluso activismo en contra del genocidio en Palestina.
Marcela Nochebuena / Eréndira Aquino / Animal Político
30 de junio, 2024
La edición 46 de la Marcha del Orgullo LGBTTTIQ+ este sábado 29 de junio estuvo marcada por todas las expresiones que cupieron en ella: aquellas que celebran los tramos recorridos en el reconocimiento de derechos y las que remarcan, con más fuerza, las agendas que han quedado olvidadas o a medio camino. La jornada fue de orgullo y protesta, de visibilidad y exigencia.
Incluso se generó una contrapropuesta que, tomando el mismo punto de partida, el Ángel de la Independencia, decidió marcar una ruta distinta en sentido contrario, geográfica e ideológicamente.
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Con rumbo a Auditorio Nacional en lugar del Zócalo capitalino, la contramarcha hizo suyo el activismo en contra del genocidio en Palestina tanto como el rechazo al pinkwashing y al espíritu festivo, pero también al oportunismo de marcas comerciales, que ha permeado la marcha en los últimos años.
Este 29 de junio, 260 mil personas -entre integrantes de comités, colectivos, activistas y población en general- ejercieron su derecho a la libre manifestación, según estimaciones de autoridades capitalinas, quienes añadieron que el saldo de todas las movilizaciones fue 3 lesionados.
Una marcha con un aire más personal y menos comercial
Desde antes de las 10 de la mañana, algunas agendas pendientes en materia de salud –como la atención a infecciones frente a las que las poblaciones LGBT se encuentran en mayor vulnerabilidad– comenzaron a expresarse en la aplicación gratuita de pruebas de detección de VIH, sífilis y hepatitis C, iniciativa que sostuvieron organizaciones e instancias públicas.
Daniel Vallejo, del Centro Escolar Newton explicó que, por ejemplo, su brigada asistió para hacer pruebas diagnósticas de manera oportuna y gratuita, pues una de sus líneas de trabajo es la promoción a la salud. Desde antes de que se alinearan los primeros contingentes, citados a las 10 de la mañana, la institución ya realizaba tres o cuatro pruebas simultáneas.
A esa hora, aún parecía poca la afluencia en torno al Ángel de la Independencia, mientras lo evidente era la dispersión de los asistentes que iban llegando con sombrillas, diademas y vestimentas de colores a un monumento en el que, esta vez, a diferencia de otros años, no se había colocado podio ni templete. La presencia de instancias públicas –además de aquellas que aplicaron pruebas o resguardaron a algunos asistentes– fue mucho menor.
Los carros alegóricos, igualmente, tomaron mucha más distancia, física y de presencia. La fila empezaba solo después de la Glorieta de la Diana y aunque extensa, quedó muy por detrás de la vanguardia, de las organizaciones de la sociedad civil y de los bloques disidentes. Durante varias horas y kilómetros, la marcha tuvo un aire más personal y menos comercial que en otros años.
“Este año todos nuestros esfuerzos están enfocados en la marcha a pie con los distintos contingentes registrados, poniendo las causas y las exigencias al frente… Les invitamos a que este año marchemos a pie juntes para exigir el ‘Alto’ a los discursos y crímenes de odio por orientación sexual, expresión o identidad de género”, había dicho hace unos días el Comité IncluyeT, organizador tradicional de la marcha.
Mientras las escalinatas e inmediaciones del Ángel iban llenándose, los integrantes de ese comité pasaban lista a un grupo de voluntarios que, más tarde y a lo largo de toda la ruta, sostendrían diversas atenciones: orientación, necesidades específicas en caso de algún incidentes o contención y guía de los contingentes.
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Uno de ellos, Kevin Zepeda, cuenta que su presencia tuvo por objetivo dar un poco más de organización a la marcha, tomar en cuenta a todos los grupos LGBT y ayudar, en lo posible, a que todas las voces fueran escuchadas. “Principalmente, darle ese sentido a todo el sonido que tiene esta comunidad, tanto personas como organizaciones y grupos vulnerables; vamos a estar al pendiente para generar un ambiente de armonía y respeto”, asegura.
Él cree que las dos vertientes, de orgullo y de protesta, caben en la marcha, pues si bien hay mucha visibilidad que expresar, aún hay demasiado que avanzar en leyes, programas, situaciones injustas o por mejorar. Entre ellas, aún hace falta trabajar, opina, con las personas que tienen otras ideologías, no respetan o incluso les agreden: “Tiene que ser un punto clave en estos tiempos que estamos disfrutando de nuestro orgullo, y todos los días, cada año”.
Entre esos pendientes figuran también la eliminación de todo tipo de violencias hacia las poblaciones de la diversidad sexual, la falta de legislaciones integrales para las personas trans y la atención a temas prioritarios de salud como el acceso a tratamientos para prevenir el VIH y los consumos problemáticos de cristal entre hombres que tienen sexo con hombres, según documentó Animal Político.
Alrededor del mediodía, finalmente, con varios contingentes ya formados para la salida, comenzó el avance sobre Paseo de la Reforma, con una diversidad de causas y exigencias, como recordó en su momento el comité: las personas refugiadas en México que buscan protección internacional por la persecución en sus países, el reconocimiento del trabajo sexual como trabajo, el acompañamiento a los padres y familias de personas que pertenecen a poblaciones LGBTTTIQ+, y el alto a los discursos y crímenes de odio.
Los organizadores y contingentes incluso promovieron un tramo de silencio de la Glorieta de las Mujeres que Luchan al Antimonumento a los 43. Ahí destacaban los puños en alto en señal de memoria a las víctimas de violencia, aunque cada tanto eran interrumpidos por la icónica canción ‘Todos me miran’ de Gloria Trevi o consignas más festivas como “Esos mirones, también son maricones” o “Educación sexual, a todo heterosexual”.
“Somos disidencia sexual, pero también política”
También desde las 10 de la mañana, los colores de la bandera de Palestina comenzaron a hacerse notar en las inmediaciones del Ángel de la Independencia. Incluso, en su cara poniente, el texto que conserva en una de sus placas fue sustituido por una bandera pintada, obra de un contingente que abrazaba al mismo tiempo la causa trans.
“No le interesamos (al gobierno); no les interesan las personas con VIH, no les interesan las personas con discapacidad, solo van a utilizarlas para instrumentalizarlas, y todo lo que puedan sacar de dinero lo van a hacer”, repetían en el micrófono frente a la pinta, mientras sostenían mantas que exigían la tipificación del transfeminicidio y la Ley Integral para las personas trans.
Unas cuantas escaleras abajo se congregaba el bloque disidente, un conjunto de organizaciones –entre ellas Divu, VIHve Libre, Lleca y Racismo MX– que se dio a conocer como tal el año pasado y que marchó bajo el principio “no es un día de fiesta, es un día de protesta”. A diferencia de 2023, cuando su énfasis estuvo en el desabasto de medicamentos para prevenir y atender el VIH, esta vez lo fue, con mayor fuerza, la agenda trans.
“Exigimos justicia para las mujeres trans, para todas las personas trans, ante un año sumamente violento, donde hasta ahora se han registrado 31 feminicidios en lo que va del año; exigimos justicia ahora que estamos vivas, que no nos quieran dar justicia una vez muertas, atrapando a nuestros agresores. Exigimos la tipificación del transfeminicidio en la Ciudad de México”, señaló al megáfono Victoria Sámano, de Lleca.
Añadió que las mujeres trans que principalmente son asesinadas son las trabajadoras sexuales, las pobres y las más precarizadas. Este año, en la Ciudad de México –remarcó– se han registrado ocho transfeminicidios, de los cuales solo hay tres agresores en el reclusorio. “¿Dónde está la justicia para ellas, dónde está la justicia para quienes siguen ejerciendo el trabajo sexual, el cual no es reconocido como un trabajo?”, cuestionó.
“Aquí está, la resistencia trans” y “Aquí se ve, la furia NB (no binaria)”, gritó el bloque disidente minutos antes de su salida junto con el resto de los contingentes de la marcha. Era poco su avance cuando incorporaron a la protesta un ataúd simbólico, que cargaron durante toda la ruta de la marcha que más tarde, en su caso, se desvió por Eje Central hacia el Congreso capitalino en lugar del Zócalo.
Ahí recordaron la deuda que los legisladores locales tienen con las poblaciones trans, colgaron de las estatuas que resguardan sus puertas mantas con exigencias en torno a la Ley Integral Trans y a la tipificación del transfeminicidio, colocaron el ataúd sobre las escalinatas –mientras un policía capitalino, corporación que comenzó a marcarles el paso desde que cambiaron de ruta, sugería que debían aprovechar para tirarlo de una vez cuando pasó por ahí un carro de limpia–, y aventaron a las paredes y puertas pintura blanca, rosa y azul.
“Estas disidencias sí me representan”, se escuchó entre el grupo seguido de un grito colectivo. Sámano destacó que las reformas para que las mujeres trans sean consideradas dentro del delito de feminicidio no son suficientes porque viven violencias distintas: “Aquí les dejamos los colores de la bandera trans para que se acuerden de la deuda histórica que tienen con las poblaciones trans –continuó–; este es un llamado también a la próxima jefa de gobierno, Clara Brugada”.
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Para ese momento, pasadas las 4 de la tarde, al Zócalo capitalino le quedaba cada vez menos espacio transitable ante un cúmulo de sombrillas, banderas y vestimentas con banderas arcoíris. La fiesta y los conciertos –facilitados por un patrocinador diferente al comité organizador, que también renunció a ofrecer un evento artístico final para privilegiar las causas y las exigencias– habían comenzado. El baile, la celebración, la visibilidad y el orgullo, pero también la protesta y las disidencias, poco a poco dejaban kilómetros atrás, sobre Paseo de la Reforma, al afán comercial.
La marcha sin orgullo
Mientras el tránsito se encontraba detenido rumbo al Zócalo, por carros alegóricos de empresas que participaron en la Marcha del Orgullo LGBT, del otro lado de la avenida Paseo de la Reforma avanzó la autonombrada “contramarcha”, cuyo destino fue la Embajada de Israel en México, para protestar contra la guerra que ha dejado a 37 mil víctimas asesinadas en Palestina.
Desde la estación del Metrobús El Ángel, donde se reunió la contramarcha, les organizadores –que llevaban banderas arcoíris, LGBT y de Palestina– dieron lectura a pronunciamientos en los que condenaron el genocidio palestino y contra el uso que hacen distintas empresas de los colores de la bandera LGBT+ el mes de junio, con campañas dirigidas a la comunidad.
“Convocamos a esta contramarcha porque los más de 30 transfeminicidios que van en 2024 rebasan nuestro luto y tenemos digna rabia, porque vivimos en un país colmado de LGBTfobia; seguimos sin tener algo qué celebrar. Este orgullo blanco, lleno de propaganda capitalista, no nos representa”.
“Mientras se asesine a compañeres, no hay orgullo; mientras se usen nuestros símbolos y colores para esconder la barbarie, no hay orgullo; mientras los mismos que nos discriminan, invisibilizan y explotan, sigan pintándose de nuestros colores, no hay orgullo”, expresaron antes de comenzar a marchar.
El contingente avanzó sobre Paseo de la Reforma, con dirección a Lomas de Chapultepec, mientras del otro lado de la avenida permanecían estacionados los carros alegóricos de la marcha que llegaría al Zócalo, con música a todo volumen y un ambiente de fiesta. A quienes se encontraban en estos vehículos, los manifestantes de la contramarcha los increparon con consignas como “empresa, entiende, mi orgullo no se vende” y “marica, consciente, se une al contingente”.
Al llegar a la entrada del Bosque de Chapultepec, la contramarcha se detuvo y algunes de les asistentes tuvieron la oportunidad de tomar el megáfono para hablar, entre elles la activista trans Mikaelah Drullard, quien recordó “a las 37 mil víctimas asesinadas y 21 mil desaparecidas que ha dejado el genocidio: es muchísima gente a la que se ha asesinado y es por eso que hoy parece que somos poquites frente a la multitud de la otra marcha, pero la rabia, la emoción, el sentimiento que nos trae hoy acá justamente no es el orgullo, la fiesta ni la celebración, sino más bien un profundo deseo de transformación del mundo”.
“Y el sueño de que hasta que Palestina no sea liberada, hasta que Haití, Sudán, El Congo sean libres, hasta que en México le den respuesta a las madres buscadoras y a los padres que les han desaparecido a más de 100 mil personas en este país, hasta que la tortura no sea sistemática y estructural, hasta que los feminicidios -que se asesinan 10 y 11 mujeres en promedio todos los días-, hasta que los asesinatos de nuestras compañeras trans y travestis no sean una realidad, hasta ese momento sentiremos orgullo”, subrayó Drullard.
Luego de estas palabras, el contingente continuó su avance hasta el Campo Marte, donde algunos de los asistentes lanzaron latas de aerosol, entre consignas como “militar, idiota, el gobierno también te explota”, y realizaron un pase de lista de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en septiembre de 2014, a lo que los soldados respondieron tomando video de quienes se acercaban a sus instalaciones.
“Nunca más significa nunca más, para nadie”
Unos metros antes de la puerta de acceso a la Embajada de Israel en México, los manifestantes se encontraron con una valla metálica, detrás de la cual había decenas de policías con equipo antimotines, a quienes lanzaron consignas previo al mitin en el que distintos colectivos realizaron pronunciamientos y performances.
El primer acto fue el de une persone que se cortó el cabello y fue bañada en pintura roja, mientras un violinista interpretó una canción con una tonada triste, seguidos de dos representantes del grupo “Judíes por una Palestina libre”, quienes cantaron dos canciones y emitieron un pronunciamiento.
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“Como persona judía, como judíes nos solidarizamos con el pueblo palestino; los perpetradores en Israel, Estados Unidos y Europa afirman luchar en nuestro nombre, rechazamos esta pretensión; sabemos que nuestra libertad está entrelazada con la libertad de nuestros compañeres de Palestina, nadie será libre hasta que todes seamos libres”, señaló una de ellas.
Su compañera, entre lágrimas, compartió: “nuestres ancestres se han enfrentado al genocidio, la limpieza étnica y la violencia durante siglos, en honor a nuestres abueles, bisabueles y antepasades, no dejemos que la historia se repita, nunca más significa nunca más para nadie”.
Después de estos actos, siguieron algunos pronunciamientos en los que se abordaron temas como los derechos laborales de las personas LGBT+ –quienes aún no cuentan con las mismas condiciones que sus compañeros de trabajo, o son discriminados por su identidad u orientación sexual–, y reiteraron su reclamo contra el pinkwashing de las empresas que convierten las luchas de las disidencias en productos de consumo.
“No podemos permitir que las marcas que nos discriminan todo el año, nos pagan salarios de miseria, nos exigen cambiar nuestra apariencia o cometen violencia sistémica contra la comunidad, de repente en junio se pinten de colores, cambien sus logos y actúen como si fueran inclusivos todo el año. Recordemos que las primeras movilizaciones del orgullo tuvieron un signo sumamente combativo: contra las razzias, contra el autoritarismo, por la liberación de ser lo que somos sin sufrir”.
“No dejemos que ese espíritu de lucha sea diluido por un desfile que no nos representa. Además, este año tenemos una razón más por la cual alzar muy alto la voz: no puede haber orgullo con genocidio, no puede haber una fiesta del orgullo cuando decenas de miles de personas están siendo asesinadas por la ultraderecha sionista, supremacista y reaccionaria”, señalaron integrantes de Libres y Combativas MX.
Al finalizar los pronunciamientos, un grupo de manifestantes lanzó objetos y cohetones a los policías, quienes en respuesta accionaron extintores y lanzaron un gas que provocó que quienes estaban presentes tuvieran ardor en los ojos, tos y dificultad para respirar.
Con ese acto concluyó la movilización, y la contramarcha se retiró en colectivo rumbo a la estación más cercana del metro, donde los asistentes se despidieron entre abrazos, lágrimas y risas, con el compromiso de continuar con la exigencia de un alto al fuego en Gaza.
Fuente: https://www.animalpolitico.com/genero-y-diversidad/marcha-orgullo-lgbtttiq-causas-exigencias