De acuerdo con el analista del Instituto Mexicano de Psicoanálisis, Pablo Varela, más hombres que mujeres tienden a ejercer violencia sobre un animal
Brenda Rangel / El Heraldo de México
México es el país de América Latina con el mayor número de casos de maltrato animal, de acuerdo con el director de AnimaNaturalis México, Arturo Berlanga, quien además destaca la impunidad que hay alrededor de estos. Destacó que de 2019 a 2021 se abrieron en el país más de tres mil carpetas de investigación por este delito; sin embargo, sólo 168 fueron vinculados a proceso.
Respecto a estas escandalosas cifras, el psiquiatra y psicoanalista del Instituto Mexicano de Psicoanálisis (IMPAC), Pablo Varela Fregoso, explicó para El Heraldo de México los principales rasgos psicológicos que se pueden encontrar en los maltratadores de animales. En términos generales, dijo, las personas que abusan o maltratan animales son agresivas y con dificultades para controlar sus impulsos.
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«La gente que maltrata no responde, reacciona; es decir, antes de evaluar una situación ya están actuando, son agresivas y pueden sacar su malestar, enojo y frustración contra personas o seres que dependen de ellos, que están por debajo de ellos, en el sentido de que un animal no tiene las posibilidades de defenderse», expresó.
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El especialista en salud mental comentó que también carecen de empatía, es decir, no cuentan con la capacidad de ponerse en el lugar de otro ser, no pueden entender que a otro ser le duele lo que le están haciendo, son egoístas y toman todo con una perspectiva personal y, por lo regular, distorsionada.
«No pueden entender que el otro ser sufre, son narcisistas, sólo piensan en sus propias necesidades, las de los demás ni siquiera se les ocurre que existan, una persona narcisista es alguien sumamente egoísta, poco objetivo que no puede ver las cosas como son en realidad», destacó.
Varela Fregoso añadió que si estas personas pueden obtener algún beneficio aunque tengan que causarle sufrimiento a un animal, lo harán, por ejemplo las personas que tengan un caballo, un burro no les importará que estos animales estén cansados y que incluso puedan morir, mientras ellas obtengan algún beneficio, pues los ven como cosas.
Son más hombres que mujeres los que maltratan animales
El psicoanalista del IMPAC indicó que además tienden a ser intolerantes y les cuesta pensar que los animales tienen sus propias necesidades.
«Algo que se ve mucho todavía en nuestro país es que es gente que tiende a ser autoritaria, clasista o racista, esto que todavía está muy arraigado en los hombres, el machismo, el abuso de los animales no se limita a los hombres, pero son más los hombres que las mujeres los que caen en este tipo de conductas», apuntó.
Son personas que también tienen un sentimiento de minusvalía, acotó, que no se sienten lo suficientemente seguras de sí mismas, por lo que una manera de demostrar o sentir que tienen poder, es abusando de los animales, pero podrían abusar de los niños y de las mujeres también, aseguró.
Con rasgos psicopáticos
El psiquiatra dijo que las personas que maltratan a un animal podrían tener el trastorno antisocial, mejor conocido como psicopatía, en el que por lo regular son incapaces de sentir culpa por sus actos a pesar de afectar a otros.
«Quién es un antisocial, es aquel que pasa por encima de los derechos de los demás, es alguien que con tal de obtener una ganancia no le importa lo que tenga que hacer, y además son personas incapaces de tomar una responsabilidad de sus actos, un antisocial puede matar un animal y decir ‘no es mi culpa, estaba ahí y me estorbaba y por eso lo maté’, no pueden reconocer su responsabilidad en el hecho», detalló.
Este trastorno se puede mostrar desde la niñez con tres conductas fundamentalmente: no hay capacidad de empatizar, son pirómanos y tienden a maltratar a los animales.
«Cuidado, no hay que confundir al curiosidad normal de un niño, porque a veces puede tomar un insecto y lo puede ir despedazando, pero no es por querer generar sufrimiento, sino por curiosidad, pero obviamente debe ser conducido por un adulto», subrayó.
Diferentes tipos de maltrato animal
El académico del IMPAC agregó que hay diversos tipos de maltrato animal, no sólo a través de golpes, por ejemplo, ya que dejar a un perro amarrado en una azotea todo el día, no darles de comer ni agua, también lo es.
«Estas personas también tienen rasgos de personalidad autoritarios y sádicos, ya que disfrutan tener el control de un animal en sus manos y a través de ellos se pueden sentir como si fueran Dios y puede decidir sobre la vida de otro ser vivo».
Provienen de familias disfuncionales y autoritarias
Finalmente, Varela Fregoso indicó que los maltratadores de animales provienen de familias disfuncionales y autoritarias en las que uno de los miembros no respeta los derechos de los otros familiares y tiene el control sobre los demás.
«En esa familia una forma de resolver los conflictos es a través de la violencia, de los golpes, de la humillación, y es algo que se va introyectando, se va quedando dentro de la estructura de personalidad de alguien y como sucede muchas veces con hijos de padres golpeadores, uno pensaría que por la experiencia que tuvieron, cambiarían esto, pero muchas veces continúan con esta conducta», afirmó. Además, si hubo carencias de tipo emocional, también se puede propiciar conductas violentas con los animales.
¿Los maltratadores de animales pueden cambiar su conducta?
De acuerdo con el especialista en salud mental, es difícil que estas personas cambien; sin embargo, no es algo imposible. Explicó que hay dos tipos de conductas, egosintónicas, en las que sabiéndose maltratadores no les causa ningún conflicto, pero también hay egodistónicas, en las que se pueden dar cuenta que su conducta causa dolor a los demás y la persona toma conciencia de esto, por lo que puede buscar ayuda terapéutica.
En el segundo caso es posible que la persona deje atrás conductas violentas o agresivas una vez que ha sido acompañado por un profesional; sin embargo, en el primer caso es prácticamente imposible, señaló Varela, ya que no hay culpa ni un sentido de responsabilidad sobre lo que implica producir dolor a otro ser.