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El monje Shaolin que quiere mejorar tu vida con hábitos de hace 1.500 años: «En el mundo de hoy falta disciplina y perseverancia» | Papel

El maestro Shi Heng Yi lleva toda su vida practicando y enseñando la ancestral filosofía china y es una estrella en el mercado de la renovación espiritual. Publica ‘El camino Shaolin’, donde presenta enseñanzas, ejercicios y detalles biográficos. «Lo primero que cualquiera debería hacer cada mañana al despertar es preguntarse cómo puede mejorar su vida o la de otros», afirma

Shi Heng Yi, gran maestro del mayor templo Shaolin de Europa. SHAOLIN TEMPLE EUROPE

José María Robles / PAPEL

Por la noche hay una fiesta/ privada en el jardín/ han venido los monjes Shaolin/ con la pócima sagrada/ que te hace sonreír./ Si te vienes, es donde quiero ir...», cantaban Los Planetas en El espíritu de la Navidad (2002) con retintín psicotrópico. Como si aquellos religiosos a los que se refería la banda granadina se dedicaran alegremente a extender pasaportes a la euforia. O como si se tratasen de la versión algo chiripitifláutica de los Reyes Magos. Pero qué va. La insinuación a cualquier tipo de placer que no tenga que ver con la autoexploración a palo seco -sin ayuda de sustancias- se diluye tras una hora de conversación con Shi Heng Yi, maestro principal del mayor templo Shaolin de Europa. Un educadísimo asceta en manga corta que durante toda la charla apenas sonreirá.

«El mayor malentendido que existe con la enseñanza Shaolin es que ésta debe tener una forma específica. Todo el mundo piensa que para aprender hace falta vivir en un monasterio y ser un monje, cuando no es así en absoluto», explica el maestro por videollamada. «No hace falta raparse ni vestir túnica. Con todo eso parecerás a un Shaolin, pero no lo serás. Para mí, Shaolin es alguien que lleva una vida normal, con su familia y su trabajo, y ha comprendido dónde está su lugar en el mundo».

PREGUNTA: ¿Cuál es la pregunta que cualquiera debería hacerse nada más despertarse por la mañana, incluso antes de coger el móvil? 

RESPUESTA: ¿Qué puedo hacer hoy para mejorar mi vida o la de otras personas?

P: ¿Y cómo de complicado es eso? 

R: Si nunca te has hecho esta pregunta, tal vez te resulte difícil. Pero cuando se convierte en parte de tu vida… En la naturaleza, nada permanece quieto. Sólo nosotros, los humanos, nos quedamos quietos a veces. En un momento determinado decidimos que no queremos cambiar. Y esto no es lo natural.

Shi Heng Yi lleva 36 de sus 41 años practicando una filosofía que nació hace más de milenio y medio a los pies del monte Song (en la provincia central china de Henan). Ha hecho de la meditación y las artes marciales -del kungfú, en concreto- su proyecto vital. Comenzó a dar clases en cuanto alcanzó la mayoría de edad. Se presenta al otro lado de la pantalla con un físico más fibroso que el de un pertiguista. No vemos si calza las legendarias zapatillas Feiyue. Es una estrella en el mercado de la renovación espiritual. Sus charlas TED acumulan 16 millones de visualizaciones y tiene perfil en cinco redes sociales. Asegura que si las personas de todas las edades, todos los países, todas las culturas, profesiones y religiones integraran en sus vidas este conocimiento ancestral aliviarían buena parte de su sufrimiento. A él parece irle bien.

Precisamente porque cree en el potencial de estos saberes para transformar los hábitos de los moradores del siglo XXI, acaba de publicar una guía en la que recoge su metodología entremezclada con su propia biografía, que no está exenta de tribulaciones. Se titula El camino Shaolin (Temas de Hoy) y presenta tanto enseñanzas teóricas como ejercicios prácticos para ser más disciplinados o reforzar el equilibrio emocional. Metas que la sociedad contemporánea persigue -y aquí sí tenían razón Los Planetas- como si fueran una pócima.

«Lo podemos ver incluso en el lenguaje de la publicidad: ‘Aumenta tu fuerza, haz crecer tu concentración’… Existen muchas tradiciones que buscan lo mismo, es verdad que no es nada novedoso. La pregunta es cómo. ¿Cómo se consigue una mayor claridad de ideas, por ejemplo? Para eso se necesita capacitación y técnica», admite el maestro cuando se le hace ver que la receta oriental no suena tan diferente a la del manual estoico o la psicoterapia. «Lo que tiene el método Shaolin de particular en comparación con otros enfoques es que utiliza el cuerpo para el entrenamiento mental. Cuando hablamos de ganar concentración, tener más fuerza de voluntad o ser más paciente lo hacemos de capacidad mental».

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Regular la respiración, modelar la sensibilidad o estimular los canales de energía son sólo algunas de las lecciones que pone al alcance el shifu del Shaolin Temple Europa (a las afueras de la ciudad de Otterberg, en Alemania). Hasta allí llegan hombres y mujeres de todo el mundo para someterse casi más a un campamento militar que a un reseteo de fin de semana. El camino Shaolin recoge algunos testimonios de quienes han vivido la experiencia como un game changer. Pequeños nirvanas que demuestran que sustituir unas rutinas por otras es duro, pero posible.

«Cuando un estudiante viene a mí para aprender el método Shaolin, lo primero que hago es abrirlo. Abrirlo quiere decir flexibilizar su cuerpo pero, sobre todo, su mente. Todo lo que cree saber debe desaparecer. La mente tiene que estar vacía, sólo entonces se puede introducir algo nuevo. Lo más difícil para cualquier persona en este mundo es el vaciamiento. Es dificilísimo, porque por todas partes se nos habla de añadir más, más y más. Nadie nos enseña cómo ir a menos», confiesa el maestro.

PREGUNTA: ¿Cuál es el perfil mayoritario de quienes llegan a su templo?

RESPUESTA: No tenemos un perfil homogéneo. Sólo hay una cosa que todos los estudiantes tienen en común: están buscando algo. Están buscando algo que hasta ahora no han encontrado en su vida o se han dado cuenta de que no lo han desarrollado lo suficiente. Viene gente del mundo de los negocios muy exitosa, gente que tiene dinero y puede permitirse cualquier cosa a la que todavía le falta algo. Vienen personas con familia e hijos a las que también les falta algo. Vienen jóvenes que acaban de terminar el bachillerato y no saben qué hacer con su vida. Vienen personas que se han puesto enfermas y quieren cambiar su forma de vida.

P: ¿En qué virtudes observa mayores carencias?

R: Es complicado mencionar sólo una. Por un lado diría, sin duda, la disciplina. Nuestra vida hoy está determinada por la comodidad. Si no quieres caminar, coges la bicicleta. Si no quieres coger la bicicleta, coges el coche. Si no quieres coger el coche, pides un taxi… Pero cuando la vida se vuelve demasiado fácil, perdemos la capacidad de superación. Por otro lado, también hablaría de la perseverancia. Hoy, si no nos gusta algo, simplemente huimos de ello. Sin embargo, el entrenamiento Shaolin no funciona así. Es probable que si te pones a hacer flexiones, al principio sólo puedas hacer cinco. Pero mañana podrás hacer siete. En el método Shaolin se trata de sentir el límite, acumular energía y seguir adelante. Perseverar. Ir paso a paso.

Heng Yi podría ser, por edad, el eslabón entre el venerable maestro ciego y el pequeño saltamontes de la mítica serie setentera Kung fu, que encumbró a David Carradine y de la que se chotearon Martes y Trece. Su vida no ha sido una fábula espiritual como la del monje que vendió su Ferrari. Él nació en 1983 en Kaiserlautern de una pareja de refugiados laosianos que había escapado de las guerras del sudeste asiático. Creció a caballo de dos culturas antagónicas: la alemana hiperacional y la mística oriental. Su padre le obligó a asistir a clases de kungfú -él prefería el fútbol o la natación-, por lo que su infancia se resume en una sucesión de idas y vueltas del colegio y el gimnasio a casa. En la escuela de artes marciales apalizó al resto de niños y evitó la expulsión de milagro. Luego empezó dos carreras (Ingeniería Industrial y Ciencias Sociales) y no terminó ninguna.

El maestro, realizando distintos ejercicios sobre un riachuelo helado.
El maestro, realizando distintos ejercicios sobre un riachuelo helado.SHAOLIN TEMPLE EUROPE

Lo que le salvó de acabar tan desorientado como miles de jóvenes fue conocer a cinco maestros en lo que fue la primera visita de tutores chinos a Alemania. El contacto con ellos estimuló su curiosidad por la tradición Shaolin. Pero aun así acabó perdiéndose durante una temporada en el submundo de la noche y las peleas multitudinarias. Shi Heng Yi vivió uno de esos momentos de revelación cuando acabó encañonado por una pistola como vigilante. La seguridad interior que había adquirido con las artes marciales, ese nadie puede hacerme nada, se esfumó de repente.

«Si supeditas tu bienestar interior a circunstancias externas nunca serás libre»

«Ese incidente ocurrió hace más de 20 años, ya ha pasado un tiempo», recuerda. «Cuando eres joven rebosas confianza, quieres ponerte a prueba frente a otras personas y demostrar lo fuerte que eres. Practicas artes marciales, pero luego te das cuenta de que no importa cuánto entrenes. Si viene alguien con una pistola… Ahí te das cuenta de que hay que ser realmente humilde. En el siglo XXI, practicar artes marciales ya no va sólo de aprender a luchar, porque hoy hay muchos tipos diferentes de amenazas. Un cuchillo, una pistola, un bate de béisbol… Así que debes prestar atención a lo que representa para ti el arte marcial que estés practicando. No es sólo para la defensa propia, sino más bien para construir una forma de vida que, en el mejor de los casos, hará que no te metas en problemas».

PREGUNTA: ¿La sociedad contemporánea sabe cómo gestionar el dolor?

RESPUESTA: Conoce algunas formas de gestionarlo. Lo que pasa hoy en día es que huimos del dolor o intentamos bloquearlo. Es lo mismo que decía antes de las flexiones. El dolor está ahí para enseñarte algo. Si lo rehúyes, no mejorarás.

P: ¿Adónde nos lleva la ansiedad que provoca el futuro y el enfado que genera el presente?

R: Vivimos en un mundo ilusorio donde se trata de llegar más alto, ser mejor e ir más rápido. Siempre es más, más, más. Hacemos planes para la próxima semana, para 2025… Pero al mismo tiempo no tenemos ninguna garantía de que mañana nos vayamos a despertar. Lo damos por hecho. El problema es que no apreciamos ni agradecemos lo que tenemos. Estamos vivos, tenemos una familia, estamos sanos… pero pensamos en el futuro. Eso significa que la mente siempre está alejada del cuerpo.

P: ¿Tiene la sensación de que vivimos en un mundo que va demasiado rápido?

R: Puede parecerlo. Para alcanzar el equilibrio, debemos ralentizar lo que hay dentro de nosotros. Si el exterior se está volviendo más rápido y en tu interior también te estás acelerando, estarás desequilibrado.

P: Permítame que le cite: «En Occidente, sobre todo desde la pandemia y debido a guerras como la de Ucrania, cada vez hay más personas que buscan maneras de encontrarse a sí mismas, de descubrir su esencia interior, o que se esfuerzan por encontrar el verdadero sentido de la vida». 

R: La pandemia mostró muy claramente que cuando el gobierno o los organismos internacionales aprueban regulaciones, nosotros, como individuos, no tenemos capacidad para rechazarlas. Hubo muchas personas que se sintieron molestas e infelices por culpa de las restricciones del confinamiento. En ese momento se dieron cuenta de que su felicidad o libertad se basaba en lo que decidían otros. Mientras supedites tu libertad interior a decisiones ajenas, nunca serás libre.

EL CAMINO SHAOLIN. HÁBITOS MILENARIOS PARA LA VIDA MODERNA

Shi Heng Yi | Editorial Temas de Hoy. 320 páginas. 18,90 euros. Puede comprarlo aquí

Fuente: https://www.elmundo.es/papel/historias/2024/06/06/66605387fdddff2b528b45bb.html

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