Las terapias de ‘reorientación sexual’ siguen teniendo lugar en Europa, a pesar de estar desaconsejadas y prohibidas en la mayoría de los países de la UE
MARÍA FERREIRA / EL CONFIDENCIAL
«Oh, Alá, en ti busco refugio de mis deseos carnales» – Abu Dawood.
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«Alá, acepta mis súplicas: que mi padre se recupere, que mamá consiga más clientes, y que dejen de gustarme los chicos. Por favor, que dejen de gustarme los chicos”. Así terminaba Khaled, un joven bangladesí residente en Berlín, la última oración del día. No dejaron de gustarle los chicos. Tras años de rezos, su padre recurrió a los servicios de un imán, experto en ‘ruqya’ y exorcismo islámico, que por el módico precio de 50 euros la hora prometió revertir la homosexualidad del joven de 15 años. 50 euros la hora: el precio de reducir una adolescencia a escombros.
Las terapias de ‘reorientación sexual’ siguen teniendo lugar en Europa, a pesar de estar desaconsejadas y prohibidas en la mayoría de los países de la UE. Son muchas las comunidades cristianas (especialmente evangélicas) y musulmanas, que siguen insistiendo en ‘curar’ o ‘revertir’ la homosexualidad. Aún son demasiadas las dictaduras ideológicas y espirituales que basan su fe en la rectitud impuesta y en la santidad de los mansos.
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La American Psychological Association (APA) declaró en 2009 que los profesionales de la salud mental no podían, bajo ningún concepto, tratar de convencer a sus pacientes de la posibilidad de modificar su orientación sexual.
Alemania prohibió en 2020 las llamadas ‘terapias de conversión‘ en menores.
En España, la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados aprobó en 2020 una proposición no de ley que trata sobre la prohibición de las terapias de conversión de la identidad o expresión de género y de la orientación sexual.
En el caso del Islam, se celebra una especie de exorcismo denominado ‘ruqya’, que recurre a los rezos, al ayuno e, incluso en los casos más extremos, a la violencia para ‘expulsar’ a los genios (Jinn) que han poseído el alma. El Corán menciona que tanto los genios como los seres humanos, fueron creados por Alá para adorarle. Estos son capaces de vernos, al contrario que nosotros, a no ser que posean a una persona o tomen la forma de un animal.
La ‘ruqya’ forma parte de la medicina alternativa islámica
La ‘ruqya’ forma parte de la medicina alternativa islámica, y son muchas las personas que encuentran confort y beneficios para su salud psicológica y física en su práctica. “Desde el punto de vista científico funciona como una especie de placebo” explica Mukhtar, médico somalí residente en Colonia. Se le atribuyen efectos positivos para remediar estrés, dolores de cabeza, depresión y el mal de ojo. “El problema es cuando se practica como terapia de conversión, entonces se vuelve un método dañino, peligroso e ilegal en el caso de Alemania si se aplica a menores”, especifica Mukhtar.
Las terapias de conversión deshumanizan y dejan cicatrices profundas en la identidad de las víctimas. Son un castigo por haber amado. Son un intento retorcido de convertir el deseo en tara. Al final uno se convence de que su sentir es sucio, de que es malo.
«Un insecto se estrelló contra el cristal de la ventana del despacho del imán que iba a ‘exorcizarme’. El imán dijo que era señal de que estaba maldito»
“Un insecto se estrelló contra el cristal de la ventana del despacho del imán que iba a ‘exorcizarme’. Y otro después”, relata Khaled. “El imán dijo que era señal de que estaba maldito”.
En realidad, los insectos solo eran signos de la primavera.
Exorcismo islámico y genios
Khaled pasó 72 horas ayunando y recitando el Corán, escuchando los castigos que recibiría en el infierno y la vergüenza a la que estaba condenando a su familia. “Oh, Alá, perdona mi pecado, limpia mi corazón y protege mi castidad”, repetía una y otra vez.
Después siguió la soledad.
“No tenía acceso a mi teléfono móvil, no podía salir sin la compañía de algún familiar, los libros que tenía en mi habitación fueron revisados por mis padres, al final solo me dejaron un Corán. Ni siquiera podía leer el periódico porque las noticias se acompañaban en ocasiones de fotos de hombres, y temían que pudiese provocar mi homosexualidad”.
Al final de las vacaciones escolares, Khaled regresó a su instituto. Y volvió a encontrarse con el chico del que estaba enamorado. La vida y la mala suerte hicieron coincidir la muerte de su padre con el día en el que Khaled fue sorprendido besando a su pareja.
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A pesar de que la ley en Alemania protege a los homosexuales musulmanes, es difícil mediar con la fuerte oposición, discriminación y delitos de odio que sufren por parte de sus comunidades o de sus propias familias.
“Mi padre murió y el imán me dijo que probablemente era la forma que Alá tenía de castigarme por mis pecados”, cuenta Khaled. “Mi madre me echó de casa a los dieciocho y rompí con mi novio por miedo al infierno, imagínate. Me costó años entender que yo era creación de Alá tal y como era. Pasé años rezando en mi contra, traté de exorcizar una parte integral de mi identidad”. Valentía anacrónica de quien sobrevive bajo la sombra de un sistema corrupto que silencia y condena.
La jurisprudencia islámica tiende a condenar la homosexualidad, existiendo desacuerdos sobre el castigo. Las posturas más extremas defienden la pena de muerte, e interpretan los versos referentes al pueblo de Lut en el Corán como la prueba del rechazo inequívoco de la homosexualidad:
“¿Vais a todos los varones del mundo dejando las esposas que Alá creó para vosotros? Sois gente que excede los límites”. (Corán, 26: 165-166)
“Y Lut, cuando dijo a su gente: ¿Estáis cometiendo la indecencia que nadie antes en los mundos ha cometido? ¿Vais a los hombres con deseo, en vez de a las mujeres? Realmente sois una gente desmesurada”. (Corán, 7: 80-81)
La falta de unidad sobre cómo abordar la homosexualidad provoca un vacío que tiende a llenarse de silencios, miedos y rechazo. En pleno siglo XXI la homosexualidad es un crimen en 71 países, muchos de ellos de mayoría musulmana.
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“Mi interpretación personal consiste en que el Corán condena el exceso, condena la falta de mesura, sea en relaciones homosexuales o heterosexuales”, explica Hussein, imán de una concurrida mezquita de Mannheim (Alemania). “No creo que Alá pueda condenar el amor homosexual, porque Dios no condena el amor, creo que se trata de una interpretación errónea del Texto Sagrado”.
Hussein ayuda y acoge en su mezquita a musulmanas y musulmanes homosexuales que buscan paz espiritual. Sin embargo, confiesa que ha de hacerlo de forma clandestina, porque reconoce que la homofobia y los prejuicios son aún mayoritarios en la comunidad islámica que lidera. “Si reivindico mi trabajo de forma abierta, podría perderlo todo, y entonces no tendría una posición de privilegio que utilizar para ayudar a allanar el camino del colectivo LGBT musulmán, y sobre todo advocar y denunciar los intentos de exorcismos o ‘ruqya’ en menores.”
También forma parte de los estudiosos del Corán que defienden que algunos versos sobre el paraíso puedan dar lugar a una interpretación homosexual masculina:
“En torno a ellos irán pasando muchachos eternamente jóvenes” (Corán 56:17)
“Y circularán en torno a ellos muchachos que tendrán para siempre la misma edad; al verlos los tomarás por perlas esparcidas.” (Corán, 76:19)
“E irán pasando en torno a ellos mancebos como las perlas semiocultas. Y se encontrarán frente a frente haciéndose preguntas. (Corán 52: 25,25)
Las relaciones homosexuales han sido una parte esencial en la literatura clásica árabe-islámica, especialmente el amor entre hombres
Insiste en que las relaciones homosexuales han sido una parte esencial en la literatura clásica árabe-islámica, especialmente el amor entre hombres. Fue la aparición de los movimientos islamistas y la influencia colonial quienes hicieron de la homosexualidad delito y pecado. Las relaciones homosexuales entre mujeres musulmanas cuentan con menos representación, pero se abren paso entre las sombras:
“Mi infancia fue el paraíso” cuenta limaan, joven somalí residente en París. “Estaba convencida de que todas las mujeres de mi entorno se sentían atraídas hacia otras mujeres, como yo”.
Se trataba de la consecuencia lógica de una segregación de género muy acentuada; el único hombre con el que Iimaan tenía contacto era su padre, y le veía bastante poco. “Las mujeres me peinaban, me cuidaban, me acariciaban. Cuando nos mudamos a Francia me educaron en casa y en la mezquita. Crecí en ese paraíso de intimidad femenina que se rompió el día que cumplí los quince y mi madre dijo que tenía que casarme con mi primo.”
Iimaan, desde una inocencia pura y creyendo que casarse con un hombre era tan solo una opción y no una obligación, contestó que ella quería estar con una mujer. En ese momento exacto su vida se tornó un infierno. «Mi padre dijo que tratarían de curarme con un exorcismo, y si no funcionaba me mandarían de vuelta a Somalia, lejos de la influencia occidental». Iimaan descubrió que amar de la forma en la que había amado siempre estaba mal. Que ser quien ella era estaba mal. Que estaba endemoniada. Que debía encajar en una vida que de pronto parecía ajena, como prestada.
«Para prevenir tendencias homosexuales tenía que casarme de inmediato con un hombre y tener relaciones sexuales a diario»
El exorcismo tuvo lugar durante cinco días, en los que la adolescente tuvo que tomar baños con agua sobre la que el clérigo había rezado previamente. También fue obligada a acatar ayunos estrictos para que el genio que la había poseído se debilitara y abandonara su cuerpo. “Acabé desmayándome y anunciaron que el exorcismo había sido un éxito”, cuenta Iimaan. “Para prevenir tendencias homosexuales tenía que casarme de inmediato con un hombre y tener relaciones sexuales a diario durante un mes».
Un mes de matrimonio correctivo como terapia. También una mezcla de agua, aceite de oliva, miel, comino y hojas de lotus en forma de jarabe para tomar después de cada oración. Y por supuesto el aislamiento total: ningún contacto femenino estaba permitido.
“Al final de ese mes, mi marido se divorció de mí porque ya había cumplido con su obligación de curarme. Me había quedado embarazada y estaba rota. Ya no sabía ni quién era”, confiesa Iimaan.
Con la ayuda de una de sus primas logró escapar a Alemania, donde pudo pedir asilo y donde ahora cría a su hija mientras comienza un programa de formación profesional.
La ‘yihad queer’
Muchos de los homosexuales musulmanes acaban abandonando el islam, porque no encuentran coherencia en los versos coránicos, porque no entienden el silencio ante la homofobia imperante. Sin embargo, otros insisten en que una reinterpretación del Corán es posible.
“No he abandonado el Islam”, afirma Iimaan. “Simplemente he entendido que no puedo cambiar lo que soy. He aprendido a aceptar mi sexualidad como ‘fitrah’: mi estado primigenio. Es así como me someto a la voluntad de Alá, siendo yo misma».
En eso consiste la ‘yihad queer’: en la lucha contra el mandato caprichoso y egoísta que impone el no poder ser quien uno es en nombre del honor o de la cultura. La lucha contra el odio y la ignorancia. La convicción de que Alá es al-Rahman y al-Rahim (El Compasivo, el Misericordioso) y no puede condenar lo que ha creado. La lucha contra que se considere la homosexualidad como una anormalidad, enfermedad, o tendencia anti-natural.
He aprendido a aceptar mi sexualidad como ‘fitrah’: así es como me someto a la voluntad de Alá
“Si el Islam es una religión de paz, una religión de balance, ha de conllevar la aceptación de la identidad sexual”, afirma el imán Hussein.”El Corán nos da un mensaje que hemos de interpretar, y yo elijo hacerlo siempre desde el respeto, desde la tolerancia y desde la inclusión”.
La ‘yihad queer’ es necesaria, porque hay que luchar contra los líderes coléricos que hacen del amor pecado. Porque la sexualidad no ha de requerir disculpas. Porque nadie puede tener el poder de descalabrar vidas enteras en nombre de un dios.
“Soy gay y musulmán”, afirma Khaled, exponiéndose a los pisotones de la multitud. “Me gustan los hombres, Alá sabrá por qué”.
Fuente: https://blogs.elconfidencial.com/mundo/el-velo-invisible/2021-05-01/exorcismos-para-musulmanes-homosexuales-y-la-jihad-queer-en-europa_3056463/