Francisco pide que el evento sirva para crear proyectos concretos para la paz
ANNA BUJ / CIUDAD DEL VATICANO. CORRESPONSAL / La Vanguardia
El papa Francisco dio ayer uno de los pasos más importantes de su pontificado al presentar la bula que convoca oficialmente el próximo jubileo del 2025, un evento monumental que se celebra cada cuarto de siglo y que espera que lleve a Roma a 32 millones de peregrinos dispuestos a viajar hasta las tumbas de San Pedro y San Pablo en busca de la indulgencia jubilar, es decir, el perdón por los pecados graves confesados.
Como manda la tradición, el Pontífice entregó una copia de la bula pontificia a los arciprestes de las cuatro basílicas vaticanas en Roma y a los representantes de la Iglesia en el mundo. El texto, bautizado Spes non confundits (la esperanza no defrauda), pide a los cristianos que transmitan la esperanza, el tema al que está dedicado el jubileo, con hechos concretos. Entre ellos, Francisco pide en la bula que durante este año se trabaje para crear “espacios de negociación orientados a una paz duradera”, en un momento en que el mundo se encuentra “sumergido en la tragedia de la guerra”. “La exigencia de paz nos interpela a todos y urge que se lleven a cabo proyectos concretos”, asegura el Pontífice en el documento.00:0203:12Read More
Desde hace meses las calles de la ciudad se encuentran colapsadas por las obras para ponerla a punto
Jorge Mario Bergoglio también propone a los gobiernos del mundo que durante el año jubilar se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza para los presos, como “formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad”. Además, pide a las naciones más ricas que condenen la deuda a los países que no puedan pagarla, vuelve a reclamar la abolición de la pena de muerte o sugiere que, con el dinero que se utiliza en las armas y otros gastos militares, se constituya un “fondo mundial” para terminar con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres.
“En efecto, nos hace falta la esperanza”, declaró el Pontífice ayer durante su homilía en la basílica de San Pedro. “La necesita la creación, gravemente herida y desfigurada por el egoísmo humano; la necesitan los pueblos y las naciones que afrontan el mañana cargados de preocupaciones y temores, mientras las injusticias se prolongan con arrogancia, los pobres son descartados, las guerras siembran la muerte, los últimos siguen estando al final de la lista y el sueño de un mundo fraterno corre el riesgo de aparecer como un espejismo”, continuó, en un tono en la línea de su pontificado.
El jubileo comenzará, como manda la tradición, el próximo 24 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, y se cerrará con su clausura el 6 de enero del 2026. La última vez que tuvo lugar un jubileo fue en el 2000, durante el final del pontificado de Juan Pablo II, cuando el papa polaco condujo a la Iglesia hacia el tercer milenio. Mucho ha cambiado en la Iglesia desde entonces, y también en Roma. La lectura de la bula rubrica las preparaciones para un evento que implica también una renovación profunda de sus calles y monumentos.
Roma se encuentra estos meses colapsada por las obras, con un presupuesto de 4.000 millones de euros para hacerla más accesible a los visitantes después de años de decadencia. Por ejemplo, se está peatonalizando áreas cercanas al Vaticano o se está construyendo una parada de metro en la céntrica plaza Venecia, algo que ha comportado desviaciones de tráfico en una ciudad que ya de por sí sufre graves problemas de movilidad. La gran pregunta es si llegarán a tiempo, puesto que por el momento solo 2 de los 231 proyectos contemplados se han podido terminar a causa de los retrasos que provocó la caída del gobierno de Mario Draghi. “Los proyectos esenciales se terminarán a tiempo”, prometió el alcalde, Roberto Gualtieri, durante una rueda de prensa con corresponsales. Ante la prevista avalancha de turistas y peregrinos, no son pocos los romanos que ya piensan en mudarse durante un tiempo y poner su casa en alquiler para los peregrinos.Lee también
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EUROPA PRESS