Una investigación de ABC Cultural revela cómo una red de falsificadores vendió supuestos manuscritos del poeta Rubén Darío a las universidades norteamericanas de Harvard y Arizona, cuya autenticidad no se sostiene
WILLIAM GONZÁLEZ GUEVARA / ABC CULTURAL
«En Nicaragua o se es hijo de poetas o se es hijo de puta», decía el poeta costeño Carlos Rigby. Lo cierto es que hay ambas categorías por kilómetro cuadrado. Quienes no logran lo primero, se pasan a lo segundo. En la actual Ciudad Darío —antes Metapa— nació el príncipe de las letras castellanas, un héroe nacional. Quizás el único poeta del mundo que está por encima de su propio país. Un semidiós intocable llamado Rubén Darío. En León, ciudad situada al oeste, sus restos reposan en la Catedral de la Asunción. Sin embargo, a 100 kilómetros de distancia, reside el presunto mayor falsificador del poeta nicaragüense: Raúl Gerardo Bermúdez Balladares. Un arquitecto de 45 años.
Sobre sus hombros, uno de los engaños más grandes de la historia literaria hispanoamericana. Una estafa que el mundo académico denominó ‘El fraude de Arizona’. ¿La víctima? La Universidad de Arizona (EE. UU.). Bermúdez Balladares vendió a dicha institución académica 900 manuscritos de Darío en el año 2012, que según algunos implicados, son falsos. El llamado ‘Lote Bermúdez’ incluye documentos de la etapa diplomática del poeta: cartas a Zelaya (1908-1909), cartas familiares a Francisca Sánchez, recibos, trescientos folios varios de su obra poética con transcripciones de poemas supuestamente firmados y numerados, una versión en inglés de ‘Sonatina’ y unas polémicas cartas íntimas de Darío a Amado Nervo, entre otros.
La subasta
Aunque se desconoce el precio exacto, la compra pudo haber superado los 200. 000$, según la documentación a la que ABC Cultural ha tenido acceso. Los manuscritos que compró Arizona estuvieron un año antes en la Casa de subastas ‘El remate’ de Madrid con un precio de salida de 130. 000€. «Bermúdez Balladares se presentó como nieto del señor D. Alejandro Bermúdez Núñez (secretario de Darío) y nos ofreció sacar sus documentos a subasta. Los estudiamos y anunciamos la venta, pero antes de celebrarse dijo que los retiraba porque tenía una operación directa sobre ellos. Así lo hizo, abonándonos el 20% del precio anunciado de salida como pactamos con todos nuestros clientes», cuentan desde El Remate.
Tras la cancelación de la subasta, los documentos viajan hasta Arizona y ABC ha tenido acceso al primer inventario que el falsificador ofertó. En principio, figuran 842 folios y él mismo añade al final una nota donde destacan compras de tres instituciones académicas «de renombre» cuya identidad no revela. La batalla parecía perdida, pero al comprobar las universidades que poseen manuscritos de Darío, resultaron llamativos unos de Harvard (80 páginas) adquiridos en 2008-2009 a través de una plataforma llamada ‘Libros Latinos’. Estos documentos tienen las mismas características que los de Arizona y también provienen del presunto falsificador. En efecto, querido lector, Bermúdez Balladares logró vender documentos a dos de las universidades más importantes del mundo. Dos diosas académicas a sus pies.
El origen del fraude
«Los documentos son falsos y lo puedo demostrar», afirma con rotundidad José María Martínez, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Rey Juan Carlos, doce años después de lo sucedido. Anteriormente profesor de la Universidad de Texas, fue el primero en tener contacto con el que para él es un «falsificador digno de novela». Por primera vez, un medio de comunicación accede a los correos y le sigue los pasos hasta llegar a Arizona.
Los mensajes entre Bermúdez Balladares y Martínez se producen entre marzo y octubre del año 2011. El presunto falsificador ofrece al docente unos manuscritos de Darío y explica que sus documentos ofertados «tienen una cifra apropiada en 275. 000$». No obstante, la Universidad de Texas contaba sólo con un fondo de 5000$. Ante ello el falsificador da opciones: reajuste, nuevos fondos o pedir apoyo a otras instituciones.
Bermúdez Balladares despliega su maquinaria embaucadora: presume de otras ventas, hace hincapié en el legado familiar y protección de los manuscritos. Además, termina desvelando que otras operaciones que hizo se realizaron por medio de «un librero acreditado radicado en California (suministra material educativo, etc.) a este tipo de instituciones». Es decir, la plataforma de Alfonso Vijil llamada ‘Libros Latinos’ pudo haber sido utilizada como tapadera para realizar otras ventas. Estos no han querido hablar con ABC Cultural.
En uno de los correos electrónicos, se hace referencia a la citada subasta madrileña y se remite a la evaluación realizada por Javier Varas de El Remate. Varas ha explicado que, transcurridos tantos años, apenas recuerda aquellos 900 manuscritos. «Conocí a Bermúdez Balladares sólo por correo electrónico y no tengo el documento pericial que dicen ustedes que poseen». El documento se reproduce a continuación.
Los intercambios de mensajes entre Martínez y el presunto falsificador concluyen con la entrada en escena de Alberto Acereda, profesor de la Universidad de Arizona y máximo asesor de la adquisición de los 900 manuscritos que compraría su universidad. Su papel fue crucial en el llamado ‘Fraude de Arizona’, ya que sus artículos académicos generaron polémica en Nicaragua. En uno de ellos, basándose en supuestas cartas íntimas que Darío escribió a Nervo pertenecientes al ‘Lote Bermúdez’, dejaba entrever que el poeta nicaragüense era homosexual. Acereda abandonó Arizona en el año 2012 y no ha querido hacer ninguna declaración sobre este tema.
Los manuscritos
«Al principio pensábamos que eran auténticos, porque venían avalados por un peritaje profesional y parecían escritos por la mano de Darío. Considerados así, constituían un tesoro documental que merecía la pena ser investigado cuanto antes», afirma José María Martínez que escribió tres artículos defendiendo la autenticidad de los documentos, pero en el cuarto y con una visión más completa, llegaron los problemas.
¿Son falsos todos los manuscritos? «Ya, después de la investigación, creo que sí, al menos los documentos cruciales: poemas, cuentos y ensayos. Creo que todas las cartas también; quizá se salve algún recibo y documentos de menor importancia, pero no estoy muy seguro de que sean auténticos». Martínez resalta que el dictamen de los autores del peritaje podría estar justificado, si solo se fijaron en papel y tinta. Pero su error recae en haber pasado por alto la caligrafía y biografía de Darío.
Y no faltan las explicaciones concretas para demostrar su falsedad. El caso más llamativo puede ser el del manuscrito de la versión en inglés de ‘Sonatina’ que posee Arizona. Darío nunca escribió una versión en inglés de ese famoso poema. En realidad, se trata de una versión de Colin Holcombe. Un traductor profesional que en ningún momento estuvo en contacto con los falsificadores. Holcombe afirmó a Martínez que su versión es la original y el documento de Arizona transcribe su traducción realizada a principios del año 2000. Otra de las razones que esgrime el ahora catedrático de la URJC es que, si nos fijamos en las supuestas cartas íntimas de Darío a Nervo, en ellas se reproducen «varias líneas del capítulo titulado ‘Parsifal y Ganímides’ de la biografía de Darío que publicó Blas Matamoro en 2002» y que podía dar pie a pensar que entre los dos autores hubo una amistad homosexual.
Tras estas anomalías en los documentos, tanto Acereda como Martínez intentaron contactar a través del correo electrónico con Bermúdez Balladares. «Pedimos explicaciones de por qué aparecían esas líneas copiadas de forma literal así como de otros detalles pero nunca nos contestaron».
Otro de los plagios, recuerda Martínez, fue descubierto preparando un artículo que le habían pedido sobre una parte del lote titulada ‘Mi último viaje de vuelta’. «Noté que éste supuesto texto de Darío era una copia prácticamente literal del llamado ‘Diario de Francisca Sánchez’ que recogió Alberto Giraldo en su famoso epistolario dariano. Éste fue para mí una especie de momento revelador, como cuando un detective se da cuenta de que ha estado siguiendo una pista falsa y tiene que empezar a cambiar el rumbo de sus investigaciones. Al final publiqué un artículo distinto del previsto, donde incluí una nota llamando la atención sobre la más que probable falsedad de todo este lote de documentos».
Entonces, ¿el peritaje es erróneo? «Sí, creo que sí, y que la principal razón en este caso pudo ser que los peritos desconocían la biografía de Darío como escritor, pues todos estos manuscritos, como los de Harvard, están escritos con un mismo tipo de letra, uniforme y sin variaciones de ningún tipo, como si se hubiera hecho de una sentada o siguiendo una misma plantilla». Martínez recalca que no es posible que los manuscritos pertenezcan a la etapa de la vida de Darío (1914-1916), donde estaba acompañado por su secretario Alejandro Bermúdez Núñez. «Quien conozca la biografía de Darío de esas fechas estará de acuerdo en que esto es imposible, pues por entonces el poeta se encontraba casi continuamente enfermo, impedido y sin fuerzas para acometer una tarea así», dice refiriéndose al esfuerzo de escribir casi mil manuscritos.
Negativa de la Complutense
Llama la atención que un conjunto de documentos vinculados al ‘Lote Bermúdez’, hubiera pasado por la Universidad Complutense antes del año 2011. «A mí me llamó la directora de la Biblioteca Histórica y me enseñaron unos documentos en fotocopias. En ese momento no estaban digitalizados porque fue antes de ofrecerlos a Arizona. Mi opinión de ellos es que no eran de Darío porque había datos que no coincidían», asegura Rocío Oviedo Pérez de Tudela, catedrática de dicha universidad.
¿Usted demostró que no eran verdaderos? «Claro. Cualquier experto en la letra de Darío te lo dice». La catedrática hace una comparativa con ‘El Cuaderno de Hule’ que posee la Complutense, donde «la letra varía y es más larga e inclinada en unas ocasiones, y más pequeña en otras». Pérez de Tudela considera imposible que en una persona que escribe irregular «no hubiera ni un tachón o una letra desigual en la misma línea».
Deja abierta la posibilidad de que «puede que una parte de los documentos de Arizona procedan de Darío como facturas y telegramas», pero no los importantes. Sobre el peritaje advierte que en su momento le dijeron que «el papel y la tinta eran de época», pero que incluso en el Archivo de la Complutense hay papel en blanco de entonces. No culpa a los peritos si «se han basado sólo en papel y tinta».
Familia Bermúdez
Transcurrida más de una década nunca se había revelado el rostro del presunto falsificador. En todo este tiempo, Acereda abandonó los estudios darianos, José María Martínez dejó la Universidad de Texas y ahora es Catedrático en la URJC. Rocío Oviedo Pérez de Tudela, profesora de la Complutense, está a punto de jubilarse. Si se preguntan por Raúl Gerardo Bermúdez Balladares, la respuesta es sencilla. Se encuentra en Nicaragua disfrutando de todo el dinero recaudado gracias a sus engaños. Pero, ¿qué opinará su familia sobre la mancha que arrastra desde entonces el apellido Bermúdez?
ABC Cultural ha podido hablar con las nietas del que fue secretario de Darío (Alejandro Bermúdez Núñez) y se muestran tajantes en torno a la figura del falsificador (primo en segundo grado de ellas). «Si usted compra un material que consta de mil páginas que se considera que son auténticas como comprador deberá contratar a un experto y mandar a analizar el material. Cuando una persona del mundo académico se encuentra ante semejante material corre el riesgo de dejarse llevar por «el descubrimiento» y puede caer en la tentación de la publicación de los resultados de su hallazgo. Pero, ¿acaso Darío no merecía esas comprobaciones? Se creyeron absolutamente la historia de Bermúdez Balladares sin hacer ninguna verificación de esa absurda versión».
Fuente: https://www.abc.es/cultura/cultural/falsificacion-grande-historia-poetica-20240503125219-nt.html