El éxito arrollador de su último desfile en la semana de la alta costura confirma lo que ya se venía rumoreando: el diseñador ha sido «descancelado»
Galliano Maison Margiela Artisanal 2024 Giovanni Giannoni
JOSÉ LUIS DIEZ-GARDE / EGOS / LA RAZÓN
En marzo de 2011, el mundo de la moda contuvo la respiración: John Galliano era despedido de la dirección creativa de la casa Dior tras una denuncia por insultos racistas y, lo que resultaba todavía más perjudicial para su imagen pública, la filtración del vídeo en el que se le veía proferir aquellas lindezas entre las que destacaba su «amo a Hitler». En la grabación se podía observar un Galliano totalmente destrozado, en muy mal estado y completamente desnortado.
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La desaparición del creador del tablero de juego dejó a la moda huérfana del genio que le había dado muchos de sus mejores momentos de las últimas décadas. De hecho, «Les incroyables», su colección de graduación en 1984 está considerada como una de las más influyentes de aquel momento y todo un hito que a día de hoy sigue siendo una referencia. Con Galliano surgió un talento que supo entender el paso de Londres a París, primero liderando la casa Givenchy para luego tomar las riendas de Christian Dior sustituyendo a Gianfranco Ferré. Con él, Dior volvió a ser el Dior que arrasaba en ventas, al más puro estilo de su fundador. El propio Bernard Arnault llegó a confesar, como se recoge en el documental «Kingdom of Dreams», que las ventas se incrementaban en un 50 por ciento de un año a otro. El genio no tenía límite en sus presupuestos y a cambio le daba a LVMH una proyección que ningún otro diseñador podía conseguir. Sus colecciones de costura eran imprescindibles dejando para la posteridad desfiles históricos, como su colección de otoño invierno de 1998, donde un tren de 1912 entró en la estación de Austerlitz con Eugenia Silva encaramada a la locomotora abriendo el desfile.
Pero, junto con ese brillo, Galliano sufría una presión inimaginable. Llegó a producir más de 30 colecciones al año, un trabajo inabarcable para una sola persona a la que se le exigía ser el mayor creativo del mundo de la moda. De hecho, su sustituto en Dior, Raf Simons, reconoció al llegar que era imposible seguir aquel ritmo y poder dar el cien por cien. Es, por tanto, el estrés la razón que se suele aducir desde hace ya algún tiempo al escándalo que provocaron sus palabras: Galliano estaba inmerso en una espiral de la que no podía salir, aislado del mundo y abusando de drogas y alcohol. Y todo aquello estalló en La Perle parisina. Aquellos insultos cancelaron al que era considerado uno de los mejores diseñadores del mundo. Y no solo fue despedido de Dior, también perdió su propia marca que había vendido tiempo atrás a LVMH.
Con la opinión pública en contra y sin trabajo, le tocó retirarse durante un tiempo, hasta que Oscar de la Renta le propuso una colaboración en 2013. Fue la primera vez que volvíamos a saber algo del genio nacido en Gibraltar y de madre española. Él no estuvo en el desfile, pero su nombre volvía a primera plana. Y después de aquello, Renzo Rosso, propietario del grupo Only The Brave, pensó en él para liderar la línea Maison Margiela Artisanal, la alta costura del emblemático Martin Margiela. Sus primeros trabajos demostraban su talento, pero parecía que todavía le pesaba la losa del qué dirán. Hasta febrero de 2024, donde Galliano volvió a ser el Galliano que todos esperaban.
Efectismo teatral
«[Es] el desfile de John Galliano que mi generación estaba esperando. Es la fantasía de moda que se nos había prometido a los niños de los 90», afirmó Mark Guidicci, de Vogue USA, tras el último desfile de Maison Margiela Artisanal. Y no fue el único al que cautivó: los días siguientes nadie podía hablar de otra cosa que no fuera la magia que se había respirado durante aquellos minutos. En una pasarela que se desarrollaba bajo el puente de Alejandro III, con el Sena y la noche como testigos, los modelos desfilaron con aire dramático regresando a la teatralidad a la que nos acostumbró en sus desfiles de costura en Dior. Las formas nos retrotraían a aquellas genialidades, un exceso que hacía tiempo buscaba la moda: la belleza de lo innecesariamente excesivo. El maquillaje imitando las muñecas de porcelana, los abrigos de gasa que parecían lana, el sinfín de capas que presentaban sus looks o la actriz Gwendoline Christie cerrando el desfile consiguieron que, a través de lo bello, Galliano se redimiera delante de la audiencia parisina que le condenó.
El terreno para este perdón se venía ya abonando y la guinda fue la aparición de Kendall Jenner en una fiesta tras la gala de los Oscar. La modelo apareció con uno de los vestidos de la colección de la que todo el mundo hablaba, confirmando que Galliano, tras casi 15 años, vuelve a estar de moda.