Es el gran beneficiado por la barrera comercial levantada a China en Estados Unidos. Las fábricas se deslocalizan de Asia para mudarse al sur del Río Bravo: es el ‘nearshoring’.
Pablo Sánchez Olmos, Redactor / Raúl Arias, Ilustrador / El Mundo
Compartir más de 3.000 kilómetros de frontera con la primera potencia económica del mundo puede ser una oportunidad o una condena. El expresidente mexicano Porfirio Díaz resumió su opinión en una frase que ha quedado para la historia y que resume la relación ambivalente, a veces de amor y a veces de odio, que mantienen los dos países vecinos: «Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de EEUU». Casi un siglo después, la realidad es que México sigue estando igual de lejos del cielo, pero su cercanía a los vecinos ‘gringos’ ya no se lamenta de la misma manera. Aprovechando la tendencia mundial de las empresas por acercar sus procesos productivos a los compradores finales, un fenómeno conocido como nearshoring, el país azteca se ha consolidado como el primer socio comercial de EEUU por primera vez en dos décadas, desplazando a China, de la que Washington busca ‘desconectarse’.
Probablemente nunca fue su intención, pero Donald Trump fue el primer responsable de precipitar esta nueva relación de codependencia entre los dos países vecinos. A pesar de su actitud hostil hacia México, a quien amenazó con hacer pagar la construcción de un ‘gran muro’ en la frontera o con subir los aranceles si no contenían las oleadas migratorias, las sanciones que el líder republicano impuso a China y la firma del renovado tratado de libre comercio de América del Norte (T-MEC) crearon el ecosistema perfecto para que el país azteca se posicionara como el principal foco de atracción de nearshoring a nivel mundial. A pesar de los retos que plantea en materia de violencia, infraestructura, seguridad jurídica, corrupción o migración, EEUU ha comprendido que su mejor aliado en este mundo globalizado, tensionado y cambiante no está al otro lado del Pacífico, sino al sur del río Bravo.
Su privilegiada situación geográfica, la mano de obra barata y la ausencia de aranceles regionales han convertido a México en el gran vencedor de la guerra comercial entre China y EEUU. El sorpasso se terminó de consolidar el año pasado. Según las cifras más recientes divulgadas por la Oficina del Censo, en el 2023 EEUU importó más bienes y servicios de México que de ningún otro país del mundo por primera vez en 21 años. En total, las exportaciones mexicanas a su vecino del norte ascendieron a 475.606 millones de dólares, un 4,6% más que en el 2022, mientras que la importación de productos chinos, se quedó en 427.229 millones de dólares, lo que representa una drástica caída del 20% respecto al año anterior. Entre los productos mexicanos que más importa EEUU se encuentran autopartes, que representan un 27% del total de las exportaciones, seguido de los productos electrónicos, con un 18%, y la maquinaria, con un 17%.
«Esta inercia que se está generando es la oportunidad de oro de nuestro país para aspirar a ser de primer mundo. México tiene todo, si somos inteligentes», aseguró recientemente Samuel García, gobernador de Nuevo León, durante su intervención en un foro empresarial. Este estado norteño, fronterizo con EEUU, es el territorio mexicano que más se está beneficiando del nearshoring, obteniendo el 72,2% de las inversiones de este tipo a nivel nacional y el 45% de América Latina. Ni siquiera el hombre más rico del mundo ha podido resistirse a la oportunidad invertir. Hace un año, Elon Musk anunció la construcción de su nueva gigafactoria de Tesla en un municipio ubicado a las afueras de Monterrey, capaz de producir un millón de unidades al año, una cifra que pretende elevar a los 20 millones para el año 2030, generando más de 7.000 empleos directos y cerca de 30.000 indirectos.
Esta inversión supone un fiel reflejo de los beneficios que conlleva el nearshoring: mano de obra barata, exención de aranceles y cercanía al consumidor. El interés de trasladar sus fábricas a México no solo llega por parte de las empresas estadounidenses, sino también de muchas otras extranjeras que venden al mercado norteamericano. Tan sólo entre enero y marzo de este año, se han anunciado más de 50 inversiones vinculadas al nearshoring en el estado de Nuevo León con un valor de 13.000 millones de dólares, según desveló recientemente Héctor Tijerina, director de Invest Monterrey. Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que el impacto de este boom industrial podría alcanzar los 35.300 millones de dólares al año en el corto plazo.
LA ‘TRAMPA’ CHINA PARA ESQUIVAR LAS SANCIONES
Por la escala y sofisticación del proceso productivo, China mantiene su condición de fábrica del mundo, pero los beneficios ya no son tan rentables. La mejora de las condiciones de vida de la población china y la subida de los salarios de los trabajadores han multiplicado los costes de producción, lo que ha empujado a muchas empresas, incluso algunas nacionales, a trasladar sus fábricas a terceros países como Vietnam o Indonesia, o también a México, desde donde abastecen al mercado local y también pueden sortear las prohibiciones del T-MEC, que exigen que un porcentaje elevado de los productos finales haya sido elaborado en la región. El país azteca también les ofrece una de las manos de obra más baratas del mundo. Según desveló recientemente un estudio de The Boston Consulting Group, las empresas mexicanas gastan una media de 372 dólares mensuales por la mano de obra, mientras que las chinas destinan 379.
Ese mismo informe apunta que en México se trabaja alrededor de 46 horas semanales, un 12% más que en el gigante asiático. Y en caso de despido, a pesar de que en el país azteca si que hay sindicatos, la liquidación es un 44% menor a la de China. Otro estudio que confirma la llegada de la inversión asiática a México, elaborado por la Asociación Nacional de la Industria de Componentes, apunta a que el año pasado el valor de las exportaciones de componentes chinos fabricados en México a EEUU fue de 1.000 millones de dólares, un 15% más que el año anterior. «Está claro que su primer interés es sortear las reglas de origen para vender a EEUU», apunta a Actualidad Económica José Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la Universidad Nacional Autónoma de México, «pero también tienen mucho interés en abastecer al mercado nacional, por ejemplo, siete de cada 10 coches eléctricos que se venden en México son chinos».
Un terreno baldío de 850 hectáreas ubicado 40 kilómetros al norte de la ciudad de Monterrey se ha convertido en el epicentro del desembarco chino en México. Desde hace varios meses, la maquinaria pesada trabaja a contrarreloj para transformar el antiguo rancho familiar del abogado César Santos en Hofusan, uno de los principales parques industriales del país, donde las empresas asiáticas podrán producir con la etiqueta made in Mexico, sorteando las sanciones de EEUU y las limitaciones del T-MEC. Hasta el momento, 28 empresas chinas han invertido en este proyecto, una cifra que los propietarios estiman que se eleve a 35 en los próximos dos años, con capacidad para generar 15.000 puestos de trabajo en la zona. Entre las que ya se encuentran operando desde Hofusan se encuentran: la tecnológica Hisense, las automotomilísticas JAC Motors o SAIC Motor, o la muebleras Sunon Furniture o Man Wah Holdings.
AMENAZAS
La inseguridad, la corrupción, los desastres naturales, la migración, la inseguridad jurídica, la falta de agua y los inminentes procesos electorales a ambos lados del río Bravo emergen como amenazas para México en medio del proceso de expansión. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha capitalizado la oportunidad del nearshoring, pero ha fallado en pacificar el país. A falta de tres meses para que se celebren elecciones presidenciales, en las que todo apunta a que resultará vencedora su ungida sucesora, Claudia Sheinbaum, su sexenio ya se ha confirmado como el más violento de la historia, con más de 180.000 homicidios hasta el pasado mes de febrero. El despliegue del Ejército, camuflado bajo la bandera de la Guardia Nacional, ha disparado las denuncias por violación de los derechos humanos en el país aunque, a juicio de Martínez, en materia de combate a la corrupción y control aduanero, la militarización ha sido un acierto: «se ha agilizado el despacho de mercancía, ha habido una mayor recaudación de impuesto y se ha reducido la corrupción».
Para evitar que todos los beneficios económicos del nearshoring se concentren junto a la frontera con EEUU, donde ya falta agua, el gobierno mexicano también se ha propuesto dinamizar la economía del sur del país, ofreciendo condonaciones de deuda a los inversores que se instalen allí o construyendo grandes obras de infraestructura, como el Tren Maya, que recorrerá la turística Yucatán, o el Tren Interoceánico, que pretende unir el Atlántico y el Pacífico y que, a juicio de Martínez, «va a provocar un mayor dinamismo en el desplazamiento de mercancías de productos importados desde Asia». El futuro económico se presenta optimista: cada vez más empresas extranjeras quieren invertir y menos ciudadanos quieren emigrar, con la cifra más baja desde 1990.
Fuente: https://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2024/03/31/6604410121efa08c598b45a2.html