El gran cuentista estadounidense regresa con nueve satíricos y brillantes relatos que exploran las secuelas que el complejo mundo actual deja en los individuos. «La estupidez que impera en el discurso público nos ha robado libertad»
Andrés Seoane / LA LECTURA
Mientras escribía Lincoln en el Bardo, su aclamada novela sobre la muerte del hijo del presidente que redefinió la manera de abordar el duelo en la literatura anglosajona y le valió el Premio Booker 2017, George Saunders (Amarillo, Texas, 1958) simplemente estaba siguiendo su método de trabajo habitual. Reconocido como el mayor cuentista estadounidense actual, el escritor afirma que simplemente improvisa. «Mi intención es hacer un baipás de la gente común, de sus emociones en el día a día, y acceder así a lo más profundo del subconsciente». Para ello, se vale de «cualquier voz que encuentro en mi mente. Es decir, si estoy escribiendo una historia desde el punto de vista de una persona perezosa o de alguien que es muy riguroso y trabajador, me instalo en ese estado de ánimo. Lo mismo para alguien que está pasando un duelo. Los pensamientos sólo son pensamientos, y yo los canalizo para narrarlos«, explica a La Lectura por videollamada desde su casa californiana.
«Pero no me gusta ofrecer una única lectura, porque la historia tiene que ser sobre todo una experiencia entre el lector y el escritor cuyo efecto es bastante misterioso y tiene que ser misterioso. La experiencia de la lectura, de la escritura, debería ser imposible de reducir a una explicación«. En efecto, los relatos de Saunders, en concreto estos nueve que conforman El día de la liberación (Seix Barral) y que reafirman su talento innato para la sátira aguda, la comedia y el absurdo sublime, son refractarios a un resumen fácil y están plagados de inquietantes mundos distópicos o más aún más inquietantes mundos cotidianos.
Los personajes de estas historias absurdamente divertidas están atrapados en las trampas del capitalismo, que nos encierran en prisiones económicas, psicológicas y espirituales que, muchas veces, creamos nosotros mismos. «Comienzo lanzando una idea un poco extraña, peculiar. Y cuando la reescribo, intento que sea más emotiva, más creíble», apunta. Así, despliega ante el lector a varias personas convertidas, previo borrado de su memoria, en actores privados en espectáculos de gente rica, para los que actúan clavados a una pared, o en agresivos y alienados manifestantes políticos obligados a recibir palizas de sus opositores. También hay una madre con un perverso sentido de la justicia, un hombre roído por un breve instante de duda, otro que vive en un parque temático subterráneo donde manifestar cualquier desviación del pensamiento común conduce a morir linchado y un jefe que debe lidiar con una compleja decisión moral para despedir a una empleada.https://82c40d39023f5f4f79e2ca1f4ef07ed7.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html
EL DÍA DE LA LIBERACIÓN
George Saunders
Traducción de Javier Calvo. Seix Barral. 344 páginas. 19,90 € Ebook: 9,99 €
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LA DESHUMANIZACIÓN DEL CAPITALISMO
«La sorpresa que me he llevado con este libro, es hasta qué punto gran parte de los relatos tienen que ver con el control de la mente, con nuestra pérdida de libertad de pensamiento«, afirma el autor. «No fue algo consciente, simplemente supongo que advertí que nuestros pensamientos de repente, o no tan de repente, están como coloreados por el impacto de las redes sociales y el mundo digital. Igual no nos damos cuenta, porque las grandes empresas que manejan los hilos de este entramado digital nos ofrecen a cambio de nuestra privacidad cosas tentadoras, pero está ocurriendo».
«La ficción siempre es una exageración de las cosas, sí, pero ciertamente el capitalismo está un poco fuera de control. Parece que la lucha de nuestro tiempo se ha convertido en tratar de buscar la bondad, la gracia, en este mundo hostil de producción, rentabilidad, utilitarismo…», reflexiona. «Además, vivimos también un blanqueamiento del sistema. Éste se cobra sus víctimas, pero se disfraza, se viste de Prada para que la gente no se dé cuenta de contra qué lucha«.
«El individuo ha perdido su valor, ahora si llamas a la consulta de un médico o a una empresa para poner una queja, nunca hablarás con una persona real, sino con una grabación o con inteligencia artificial», ejemplifica el escritor. «Más allá de la tecnología, en realidad seguimos viviendo en la América de Las uvas de la ira de Steinbeck, somos una masa de fuerza de trabajo, no personas. Y me gusta reflejar esto, mirarlo con empatía desde la literatura, que es una pequeña voz que nos recuerda que somos únicos. Aunque ahora que tengo más dinero que antes, es más fácil olvidarte de esa otra realidad», bromea».
ESCRIBIR DESDE LA AMBIGÜEDAD
La idea de empatía, que ha explorado no sólo en su narrativa, sino también en ensayos como Felicidades, por cierto (Seix Barral, 2020), el discurso que preparó para la ceremonia de graduación de la Universidad de Siracusa, donde imparte un curso de escritura creativa desde hace años, es un eje de su literatura, y está muy vinculada a la práctica del budismo que mantiene desde hace 20 años. «La meditación, que practico de forma más irregular de lo que me gustaría -confiesa-, tiene algo muy positivo: darte calma para retrasar el juicio de valor, evitar la creación de opiniones férreas. Este mundo está diseñado para que elijas muy rápidamente qué te gusta y qué no, qué opinas de algo, pero la meditación, y la escritura están pensadas para la reflexión», defiende.
«Un relato no tiene por qué reflejar un sistema coherente de creencias o defender una posición política. Si eres demasiado ansioso a la hora de escribir tus historias se pueden convertir en propaganda, mientras que si dejas que tu mirada esté abierta, todo fluirá mejor y cualquier conclusión a la que llegas será más auténtica. Eso se nota cuando lees a grandes narradores como Chéjov o Steinbeck, esa ambigüedad que es una exigencia de la gran literatura».
¿Pero cómo es posible hallar esa ambigüedad, ese aperturismo, en el polarizado mundo actual? «Creyendo que se puede. Igual lo que contar es un poco obvio, pero cuando cubrí la campaña de Trump en 2016 para The New Yorker hablé con muchos asistentes a sus mítines, y me di cuenta de que cara a cara puedes tener una conversación más paciente y matizada que cuando estás hablando por Twitter. Y en esa charla, igual hacen falta tres horas o seis, pero todas las posturas se suavizan», cuenta Saunders. «La literatura es la forma más alta, más sublimada, de este tipio de conversación, hace que cada uno entre en la mente del otro. En este sentido, es lo más útil contra la polarización, es como un antídoto para este mundo frenético de redes sociales y pensamiento instantáneo«, asegura. E incluso va más allá. «Una buena historia puede hacerte entrar incluso en la mente del enemigo y descubrir sus razones, que le gustan las hamburguesas o el mismo equipo de fútbol que a ti. Humanizar al enemigo es algo que vemos cada vez menos en el mundo, y la literatura es la mejor manera de hacerlo«.
Como vemos, en los cuentos de Saunders, de forma muy estadounidense, la política es algo inherente, que se respira y se cuela en cada detalle. En El día de la liberación se filtran los síntomas de una nación en decadencia moral y espiritual, donde los actos de bondad parpadean como luces en la oscuridad, y también cierta nostalgia por el proverbial optimismo estadounidense, por un capitalismo menos voraz y más humano. La primera víctima es el lenguaje. «Ya decía Orwell en su lúcido ensayo La política y el idioma inglés que el pensamiento y el lenguaje van de la mano. Cuando lo leí estaba en la universidad, y me hizo ser consciente de que era una persona inarticulada, incapaz de expresar mis impulsos y sentimientos. Negarle a la gente la capacidad de expresarse, de adquirir un lenguaje es un crimen, y es lo que hace la política actual«, sostiene el escritor.
¿EL FIN DE ESTADOS UNIDOS?
«Cubriendo esa campaña de Trump advertí que muchos de sus simpatizantes repetían discursos empaquetados en redes conservadoras, lenguaje que era pura propaganda. Y ellos no se daban cuenta, estaban como con el cerebro lavado, como un personaje de mi libro», recuerda. Además, para Saunders el peligro estriba en que, igual que decía que ocurre con las grandes empresas tecnológicas, la gente ya no es consciente de ser manipulada. «Son tan buenos haciendo todo esto que ni siquiera nos damos cuenta. Una amiga mía me decía: ‘Cuando vuelvan los totalitaristas ya no irán con botas militares, han aprendido algo mejor’. Y tenía razón. Por ello, debo recurrir de nuevo a la literatura como antídoto. Leer es armarse para ese combate, para esa lucha por la dialéctica, por las palabras. Sólo así se podrá discernir lo bueno de lo malo, lo real de lo falso. Enfadarse con los verdaderos culpables de su situación y no con los inmigrantes, los gays o a quien toque odiar según la consigna».
En este sentido, el escritor se muestra pesimista. «Lo que la gente admiró durante décadas de Estados Unidos fueron la diversidad y la justicia, dos ideas que decían que vinieras de donde vinieras, fueras quien fueras, en este país eras igual a cualquiera. Y eso ya no existe«, lamenta. «La culpa no es sólo achacable a Trump, él más bien es un síntoma que una causa. Quizá hemos pecado de un ciego optimismo mientras se desmoronaban ciertos valores«. No obstante, Saunders se confiesa «preocupado» por una victoria del expresidente, que podría suponer un golpe importante a la democracia.
«En su anterior etapa vimos que este sistema que parecía tan sólido y basado en consensos tácitos como que no podías ignorar a un juez o un tribunal, es bastante más frágil de lo que parecía. La estupidez que impera en el discurso público actual nos ha robado mucha libertad, y ahora él ha sido muy claro con lo que pretende, busca venganza y va a hacer lo que pueda para erradicar todas las estructuras democráticas. Y la gente está como congelada, en una ensoñación en la que piensa que noviembre nunca llegará. Espero que despertemos, porque si realmente gana puede ser el fin de los Estados Unidos que conocemos«. Esos que Saunders refleja tan bien en sus relatos donde la distopía parece cada vez más real.
Fuente: https://www.elmundo.es/la-lectura/2024/02/19/65cbad2ae4d4d86c7d8b45cd.html