La Tate Modern de Londres ha inaugurado esta semana la mayor exposición sobre Yoko Ono de todas las celebradas en Reino Unido.
DIEGO PARRADO / VANITY FAIR
En 1966, Yoko Ono era una de las artistas más conocidas de la vanguardia neoyorquina cuando John Lennon entró en la galería Indica de Londres, cogió una de las obras de su exposición, Apple, una simple manzana verde sobre un pedestal de metacrilato, y le dio un mordisco para provocar a la autora.
Fue el pequeño Génesis de una historia tan conocida como la de Adán y Eva.
Enamorados desde ese primer encuentro, Yoko Ono y John Lennon formaron una de las parejas más icónicas del siglo XX y, tras la separación de los Beatles cuatro años después, un dúo cuya popularidad tendría un efecto paradójico en la carrera de Ono, famosa en todo el mundo pero obviada a menudo como artista conceptual.
Ahora, una nueva exposición en Londres reivindica su importancia en el desarrollo de este movimiento.
Abierta en la Tate Modern desde este jueves hasta septiembre, Yoko Ono: Music of the Mind repasa en la ciudad que cambió su vida las siete décadas de su carrera mediante unas doscientas de sus obras, Apple incluida, lo que constituye la mayor exposición sobre el arte de Yoko Ono de todas las que se habían celebrado en Reino Unido.
La retrospectiva arranca en 1955 con Lighting Piece, consistente en una nota con la siguiente “instrucción” mecanografiada en inglés: “Enciende una cerilla y mírala hasta que se apague”. Data de la época en la que Yoko Ono estudiaba música y poesía en la escuela de arte Sarah Lawrence de Nueva York, pero en la exposición se explica que esa idea suya de que un pensamiento podía constituir una obra de arte por sí mismo germinó en Tokyo a raíz de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, cuando junto a su familia Yoko Ono fue evacuada al campo.
La artista tenía 12 años y solía tumbarse junto a su hermano Keisuke a mirar las nubes, imaginando suculentos menús para consolarse por la escasez de comida que provocó la guerra. “Quizá fue mi primera obra de arte”, dijo una vez.
Años después, en 1961, Yoko Ono mostró en Nueva York otras de sus instrucciones en la que fue su primera exposición individual, Instruction Paintings.
Las obras consistían en una serie de “pinturas” expuestas junto a las instrucciones a partir de las que las había creado y que el público podía llevar a cabo luego por sí mismo (por ejemplo un lienzo en el que iban cayendo unas gotas de agua). Pero cuando un año más tarde las expuso en Tokyo, Ono prescindió de los lienzos y se limitó a mostrar las instrucciones, manuscritas esta vez en japonés por su primer marido, el compositor Toshi Ichiyanagi.
“Clava un clavo en un espejo, un trozo de cristal, un lienzo, una madera o un metal cada mañana. La pintura acaba cuando la superficie esté cubierta de clavos”, dice una de las más conocidas.
Esto que ahora puede parecer una simpleza fue clave para el desarrollo del arte conceptual. “Al considerar que una obra de arte podía existir solo como idea Yoko Ono cambió la historia de este movimiento. Fue un giro muy radical que alteró la relación entre las obras de arte y el público: para ella, era el espectador quien completaba las obras en su mente”, explicaba este martes la curadora Juliet Bingham durante una visita guiada para la prensa.
Un vídeo con fotos inéditas expuesto junto a Instruction Paintings muestra a Yoko Ono realizar algunas de esas instrucciones en el loft que en 1960 alquiló en la calle Chambers de Manhattan, escenario de unas sesiones de arte y música experimental que visitaron personalidades como Marcel Duchamp o Peggy Guggenheim.
Ono estaba ligada en esa época al grupo Fluxus, una irreverente comunidad de artistas promovida por el lituano George Maciunas (dueño de la galería que expuso sus instrucciones por primera vez) y llamada así en alusión a su propósito de “fundir” (to flux) las distinciones entre la vida y el arte y entre los artistas y aquellos que no estaban considerados artistas. En la práctica, eso se tradujo por ejemplo en la celebración de unos conciertos en los que se incorporaban sonidos cotidianos como, por mencionar uno que se ha incluido en la exposición de la Tate, el ruido de la cisterna de un retrete (Toilet Piece) que este martes interrumpía constantemente las explicaciones de la curadora.
Fue durante uno de esos conciertos cuando en 1964 Ono representó por primera vez una de sus perfomances más célebres e influyentes, Cut Piece, permaneciendo inmóvil de rodillas sobre el escenario del Yamaichi Hall de Kyoto mientras los espectadores cortaban pedazos de su ropa con unas tijeras.
Ese mismo año Yoko Ono también publicó su famoso Grapefuit, un libro con unas 300 de las instrucciones que llevaba componiendo desde sus años en la escuela Sarah Lawrence.
“Imagina mil soles en el cielo al mismo tiempo. Déjalos brillar una hora. Luego, deja que se fundan lentamente en el cielo. Prepara un sandwich de atún y cómetelo”, indica en una.
John Lennon no aparece hasta la mitad de la exposición. Entre 1966 y 1971, Yoko Ono centró su carrera en Londres, iniciando una nueva fase objetual de su arte con sus exposiciones en la Indica Gallery. De este periodo se han incluido además de Apple obras como White Chess Set, un tablero de ajedrez pintado completamente de blanco en el que se invitaba a los visitantes a jugar “hasta que recuerdes cuáles son tus piezas”; o Painting to Hammer a Nail, una “pintura” en la que el público podía hacer realidad la instrucción de 1961 de usar un martillo para cubrirla de clavos.
Esta última fue otra de las obras que más llamó la atención de John Lennon en aquel primer encuentro con la que sería su mujer, a quien como recordó en una ocasión la propia Yoko Ono le pidió permiso para fijar uno de los clavos en la superficie. “Le dije que podía hacerlo si pagaba cinco chelines, pero en lugar de eso me preguntó qué me parecía si usaba un clavo imaginario. Pensé: vaya, este tipo juega al mismo juego que yo”.
El noviazgo de Yoko Ono con el Beatle coincidió con el apogeo de la guerra de Vietnam y la llevó a una etapa más política en la que, según Juliet Bingham, empezó a usar la fama de Lennon como “un amplificador” de su pacifismo.
Así, en junio de 1968 Yoko Ono y John Lennon hicieron su primera aparición pública como pareja a propósito de Acorn Event, una performance para pedir la paz en la que plantaron dos bellotas en las ruinas de la catedral de Coventry, bombardeada por los nazis.
Un año después, se casaron en Gibraltar y convirtieron su luna de miel en su perfomance más famosa, Bed Piece, una protesta contra la guerra de Vietnam en la que, durante toda una semana, permanecieron en su cama del hotel Queen Elizabeth de Montreal (hicieron lo mismo en el Hilton de Amsterdam) dando entrevistas, recibiendo a amigos y componiendo himnos pacifistas como la famosa canción Give Peace a Chance.
Ese año el matrimonio también dio su primer concierto como Plastic Ono Band, un grupo de música experimental inspirado en los conciertos de Fluxus en el que participaron otros músicos famosos como Eric Clapton.
Mientras, las tensiones entre los Beatles habían ido en aumento. En 1970, el grupo se separó y muchos fans empezaron a culpar a Yoko Ono de la ruptura, una fama que todavía acarrea.
“Fue como ir a la cárcel sin haber hecho nada malo. Al final llegué a la conclusión de que debía usar todo ese odio y convertido en amor”, declaró una vez.
En los años siguientes, Yoko Ono siguió abordando temas sociales como el feminismo a través de trabajos como Fly, un vídeo grabado en 1971 en el que exploró la vulnerabilidad femenina a partir de las imágenes de una mosca posándose sobre el cuerpo desnudo de una mujer. Tras el asesinato de Lennon en 1980 también se interesó por el movimiento antinuclear o, más recientemente, la crisis de los refugiados, un tema presente en la exposición mediante Refugee Boat, consistente en una barca varada en una sala totalmente blanca en la que se invita a los visitantes a escribir mensajes con pinturas azules hasta que queda inundada de este color.
“Palestina libre”, “Estamos con Ucrania”, escribieron algunos este martes.
Sin embargo, en el terreno en el que más prolífica fue Ono desde que Lennon se cruzó en su camino es en el musical.
La artista no solo grabó varios discos con Lennon (como Double Fantasy, premiado con el Grammy al mejor álbum de 1981) sino también otros en solitario como Rising, lanzado en 1995. Entre sus canciones más famosas destacan el himno feminista Sisters, O Sisters, incluido en uno de los discos de Plastic Ono Band, o Walking on Thin Ice, la canción que estaba grabando con Lennon el día de su muerte.
También Imagine, un canción que, como reconoció el propio Lennon u dictaminó en 2017 la asociación de la industrial editora musical estadounidense NMPA al reconocerla como su cocreadora, no existiría sin esas obras que Yoko Ono empezó a ensayar de pequeña, bajo el cielo del Japón de la guerra.
“Imagine there’s no heaven / It’s easy if you try / No hell below us / Above us, only sky”. Su instrucción definitiva.