El mercado negro de cigarros como negocio y opción de blanqueo de capitales para los grupos criminales supone hasta 7.500 millones de dólares del contrabando mexicano, de acuerdo con autoridades y colectivos de América Latina
KARINA SUÁREZ / Ciudad de Panamá / EL PAÍS
Entre cargamentos de textiles y calzado, decenas de contenedores con cigarrillos ilegales en el puerto de Colón, en Panamá, burlan cada mes los controles aduanales para infiltrarse en su ruta al mercado interno y para reexportarse a otros países. En paralelo al tráfico de drogas y armas, el contrabando de tabaco por parte de los grupos de narcotráfico ha cobrado fuerza en los últimos años, advierten autoridades portuarias y colectivos en América Latina. Juan Carlos Buitrago Arias, general en retiro de la policía de Colombia y líder de la alianza público-privada entre Colombia, Ecuador y Panamá (Coepa) para frenar este delito, asegura que el tabaco se ha convertido en una veta de negocio para organizaciones delictivas mexicanas como el Cartel de Sinaloa. De acuerdo con sus pesquisas, los cárteles de cocaína, metanfetamina y fentanilo en la región latinoamericana utilizan las mismas redes y rutas para contrabandear cajetillas de cigarros ilegales —provenientes en su mayoría de Asia— para crecer el mercado negro de este producto y blanquear las ganancias del tráfico de drogas.
Buitrago Arias menciona que el contrabando en México está valuado en unos 25.000 millones de dólares al año, de este monto, un 30%, equivalente a unos 7.500 millones de dólares, corresponde al mercado negro de cigarrillos. “En nuestras investigaciones, hemos identificado que México cumple un rol similar al de Panamá en cuanto a la influencia del crimen organizado trasnacional, específicamente, el narcotráfico utiliza el comercio ilícito de cigarrillos, de alcohol, de confecciones, electrodomésticos, y de oro para monetizar el dinero producto de las ganancias del narcotráfico”, refiere.
El general en retiro relata que en 2019, siendo aún general activo de la policía colombiana, estuvo al frente de la Operación Imperio, una táctica para desarticular la estructura del contrabando de cigarrillos y de licores que operaba el cártel de Sinaloa y cuya detección se originó a partir de la incautación de 100 millones de dólares del cártel de Joaquín El Chapo Guzmán en los Ángeles, EE UU. Buitrago Arias asegura que las rutas que utilizan los cárteles mexicanos para mover drogas y armas son utilizado ahora s para movilizar el tabaco a otros destinos como Estados Unidos, pero también ingresan en el mercado doméstico, por ejemplo, en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México.
El trasiego del tabaco ilegal en su mayoría de Asia, afirma, ha permeado en la mayoría de los países de América Latina, siendo Panamá uno de los principales puntos de acceso. De acuerdo con estas pesquisas, los grupos delictivos utilizan los puertos de Panamá para reexportar, sin pagar impuestos, miles de cigarrillos en los mismos contenedores donde regresan con contrabando de drogas, armas y minerales. Uno de los puntos más vulnerables para el contrabando es la Zona Libre de Colon en Panamá, con una extensión de más de mil hectáreas, punto cuyo mecanismo de excepción fiscal para empresas privadas que le convirtió en el principal puerto de reexportación de mercancías lícitas e ilícitas de América Latina y el Caribe.
Las cajetillas sin pictogramas y con leyendas en chino o inglés de marcas como Gold City, Time o Bright, ingresan a los países de América Latina hasta en un dólar por paquete, un precio absurdo respecto a los casi 5 dólares en los que se vende una cajetilla legal. El tabaco ilícito, que no sigue los controles sanitarios ni de calidad, ingresa a Panamá por vías de contrabando y sigue hacia el norte del continente vía marítima o terrestre. La mayoría de esta mercancía proviene de centros de producción en China, Corea del Sur, India y Camboya, de acuerdo con la Coepa. La organización internacional detalla que solo en Panamá, el hub logístico por excelencia de América Latina, el 90,2% del mercado de tabaco es ilegal, seguido de Ecuador con un 90% y Colombia con un 40%.
De acuerdo con los análisis de Coepa, en 2023 el Gobierno de Panamá dejó de recibir más de 300 millones de dólares en impuestos por el mercado negro de tabaco valuado, solo en ese país, en de 8.500 millones de cigarrillos ilegales por año. En América Latina, la cifra de gravámenes perdidos por el contrabando de cigarrillos asciende a más de 6.000 millones de dólares. La plataforma de cooperación público-privada ha identificado y analizado más de 80 empresas, 29 rutas marítimas, terrestres y aéreas de comercio ilícito y a 14 grupos criminales relacionados con el contrabando de tabaco.
Las lucrativas ganancias, en combinación con las mínimas sanciones, convierten al contrabando de cigarrillos en una veta ‘empresarial’ boyante de los grupos de narcotraficantes en México, Colombia, Ecuador y otros países latinoamericanos. Gregoire Verdeaux, vicepresidente senior de la tabacalera estadounidense Phillip Morris International y parte de Copea refiere que su meta es replicar en América Latina el descenso de contrabando de cajetillas conseguida en países como Grecia e Italia, en América Latina. “Muchos gobiernos piensan que el tráfico de cigarrillos no es tan importante, pero esto es erróneo, es parte del sistema delictivo y el sistema está creciendo muy rápidamente”, asevera.
Panamá no solo es destino, sino vía de paso. Los cigarrillos se hacen genéricos en fábricas asiáticas, específicamente para contrabandearse porque se hacen de forma genérica y aprovechan las bondades fiscales de las zonas libres y logísticas de Panamá para distribuirse al resto de América Latina. En la ruta terrestre, el contrabando sube de Puerto Colón o Puerto Manzanillo en Panamá a Paso Canoas (Costa Rica) y de ahí se disemina en el resto de los países como Honduras, Nicaragua, México y Estados Unidos.
Alejo Campos, director del colectivo Crime Stoppers para Latinoamérica, advierte de que el contrabando de cigarrillos es un delito trasnacional que se dedican al narcotráfico, tráfico de armas, de personas y mercancías y coinciden lugares, rutas y grupos criminales. En específico, esta organización trabaja en Belice y Guatemala para evitar el traspaso de cigarrillos a México. “En Guatemala, en toda la zona de Petén, la zona de los Zetas, pero también la pandilla Barrio 18 controla ese paso fronterizo y al final hay un comercio ilegal no solo de cigarrillos sino también de muchos productos y lo que estamos tratando de hacer es contener el problema desde Guatemala, destruyendo el producto en ese país y con eso logramos que no pasen a México”, asevera.
Las autoridades y colectivos coinciden en que la falta de recursos en las aduanas para invertir en más tecnología y controles, así como la corrupción y legislaciones laxas, abonan a que el contrabando de cigarrillos gane terreno año con año. “Es necesario crear leyes más efectivas, que prevengan, persigan y castiguen este delito; y que también ofrezcan alternativas al público consumidor de tabaco”, refiere Campos.
De las fábricas tabacaleras en China, Camboya o India a la zona libre de Colón en Panamá, una de las zonas francas más importantes de América Latina. Miles de cigarrillos genéricos, producidos en sus países de origen de manera legal, recorren miles de kilómetros para ser reempaquetados y reingresados en otros puntos de destino de manera clandestina, sin pagar impuestos y sin cumplir los estándares de sanidad de los mercados finales. Las rutas clandestinas del tabaco se han convertido en una rama de ganancias más para explotar por las redes del narcotráfico.
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