Su última obra, ‘Muertes nada accidentales. Un decálogo de motivos para matar’, es una radiografía de la evolución criminal de los siglos XX y XXI.
MIRIAM DE SAINT-GERMAIN / MAGAS
De joven coleccionaba el periódico El Caso. Ya entonces se consideraba una auténtica devoradora de historias de asesinos y criminales. «Muy pronto descubrí que era una fanática del crimen», reconoce Paz Velasco de la Fuente (Valladolid, 1968), abogada, criminóloga y escritora, actualmente, también, presidenta del comité de expertos del Colegio de Criminología de Madrid.
La autora del blog Criminal-Mente, donde publicó sus primeros perfiles criminales, ha logrado posicionarse en los últimos años en la cúspide de los expertos en el análisis de la mente criminal de nuestro país. Es más, en septiembre de 2018 decidió «colgar la toga de la abogacía» para dedicarse de lleno al mundo académico y buscar respuesta a los comportamientos más perversos y malvados del ser humano.
Desde entonces, su reconocida y premiada trayectoria académica, profesora también de la Universidad Internacional de Valencia, le ha permitido aparecer, per segundo año consecutivo, en la lista de las ‘Top 100 mujeres líderes de España’, que organiza y promueve la revista Magas.
De sus investigaciones ‘han nacido’ tres libros
Por ahora, las investigaciones de Velasco han culminado en la publicación de dos ensayos: Criminal-Mente (Ariel, 2018) y Homo Criminalis (Ariel, 2021); dando un ambicioso giro en 2023 con Muertes nada accidentales. Un decálogo de motivos para matar (Rosamerón), su obra más prosaica.
«Quienes hayan leído mis dos primeros libros sabrán que son obras muy teóricas”, admite la autora. Ensayos, adaptados al lector de a pie, pero donde Velasco presenta un estudio a fondo de la mente criminal: de las motivaciones para matar, de los principales modus operandi y de la evolución de todo ello a lo largo de los siglos.
Ahora, ante el evidente éxito del ‘true crime’, Paz Velasco ha decidido “pasar de la teoría, a la práctica”, con una obra mucho más narrativa, pero que ahonda del mismo modo en el lado más oscuro de nuestra sociedad. “He querido hacer lo que hacen en los documentales televisivos, pero yo sobre el papel”.
Velasco le pone cara a la maldad
Así pues, con este decálogo, la criminóloga y escritora sale de su zona de confort, la narración divulgativa, y nos acerca diez historias criminales reales.
Con una narrativa ligera, acompañada de imágenes y fichas técnicas de cada uno de los asesinos, Velasco realiza un recorrido completo por cada crimen: desde los hechos, la investigación policial, el juicio y el análisis conductual hasta el contexto sociopolítico, económico y cultural que enmarcan los distintos casos seleccionados.
«Creo que añadir un análisis completo del contexto es algo muy novedoso. Para mí es esencial explicar cuál era la situación sociopolítica del momento para entender por qué se cometieron ciertos crímenes», puntualiza.
Radiografía de la historia criminal contemporánea
Con esta obra, Velasco de la Fuente no sólo narra diez casos reales, sino que, además, resume la historia criminal de la era contemporánea. Con una elección muy minuciosa, la criminóloga relata crímenes de todas las partes del mundo desde 1915, con el asesinato de 10 viudas en Paris a manos del mismo hombre; hasta 2014, con la matanza perpetrada por un joven incel —célibe involuntario— en Isla Vista (California).
Cada caso refleja los problemas socioculturales del momento y en conjunto constituyen una breve, pero representativa, radiografía de la evolución de la criminalidad de los siglos XX y XXI.
La maldad no entiende de géneros
Los protagonistas del decálogo son ocho hombres y dos mujeres. Velasco ha querido plasmar también en su libro el porcentaje real de autores por género, que actualmente se divide en un 80%-20%, aproximadamente.
La autora lo deja claro: “las mujeres no son seres inofensivos, matan menos, pero también lo hacen. De hecho, las mujeres llevan perpetrando crímenes desde el principio de nuestros días”.
Es más, para Velasco “casi todos podemos llevar a cabo un acto malvado porque la maldad forma parte de nuestra propia humanidad”. De hecho, la maldad, según la psicología social, no entiende de géneros, ni razas, ideologías o religiones.
Las emociones se intensifican
De este modo, aunque social y tradicionalmente las mujeres han sido estigmatizadas incluso por sus motivaciones criminales, Paz lo verbaliza alto y claro: “las mujeres también matan y las pocas que lo hacen se mueven por lucro, venganza, odio o amor”.
Según explica la criminóloga, las mujeres asesinas se mueven principalmente para obtener un beneficio, un lucro. No obstante, matiza, «los crímenes perpetrados por mujeres siempre vienen cargados con un plus de emocionalidad”.
Es decir, con una carga de pasión, odio, ira, celos o envidia que no son tan habituales en las motivaciones masculinas. «El hombre mata por poder, sadismo o impulsos sexuales; la mujer, por dinero y emociones«, diferencia la criminóloga.
¿Cómo matan las mujeres?
“La mujer homicida no tiene prisa”. Según Velasco, las mujeres «planifican más sus crímenes, buscando impunidad y pasar desapercibidas; además, suelen acompañarse de un sentimiento de legitimidad para justificar de sus actos».
El veneno sigue siendo el modus operandi por excelencia, ya que les permite actuar sin violencia, huir de la sangre y matar lentamente. “La historia ha demostrado que a las asesinas no les gusta la sangre”. Hacen honor al dicho ‘la venganza se sirve en plato frío’.
No obstante, tanto la cronología como al hemeroteca de la criminalidad empiezan a vislumbrar una evolución también en sus métodos, cada vez más agresivos. Los estudios refuerzan esta teoría: según el Informe de Homicidios en España, “las mujeres usan cada vez con mayor frecuencia armas cortopunzantes”.
¿A quiénes matan las mujeres?
Ahora bien, ¿a quién matan las mujeres? Para responder a este interrogante Paz Velasco vuelve a diferenciar según el género del homicida. “Los hombres son ‘cazadores’, las mujeres ‘recolectoras’”, indica la criminóloga. Es decir, “el patrón de las mujeres asesinas, en un porcentaje altísimo, es el de víctimas conocidas”.
Según Velasco, el grueso de las homicidas suelen matar a personas de su entorno más inmediato: familiares, amigos o personas de su entorno laboral más cercano. “Las mujeres asesinas suelen crear o mantener un vínculo afectivo o de confianza con sus víctimas. Normalmente, además, personas muy vulnerables, especialmente niños o ancianos”.
Los hombres, a diferencia de las mujeres, se mueven en muchas ocasiones por sus fantasías sexuales, “salen a cazar víctimas”. “Las mujeres, recolectoras, no suelen moverse por estas motivaciones, pero existe una excepción: cuando se trata de una pareja. Es decir, de un hombre y una mujer en una relación sentimental. Entonces la mujer también se vuelve cazadora”, sentencia Velasco de la Fuente.