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BERNARD DIENY | El científico que usa el poder de los imanes contra el cáncer y el derroche de electricidad: «Los resultados son prometedores» | Papel

Participó en la revolución informática de los 90 y se ha convertido en uno de los mayores expertos del mundo en los imanes, que ya se empiezan a usar contra el cáncer y la diabetes. «Lo veremos en 10 o 15 años», augura

Bernard Dieny, en Madrid Fundación BBVA

ISRAEL ZAVALLA / PAPEL

En el colegio, o quizá en el cine de ciencia ficción, aprendimos que nuestro planeta es como un gigantesco imán. También que las brújulas indican hacia el Polo Norte. Y que el campo magnético que nos rodea actúa como un gigantesco escudo ante la radiación cósmica. Gracias a él no nos achicharramos.

Pero Bernard Dieny (París, 63 años) no se conformó con estos rudimentarios conocimientos. Fascinado por el tema, este físico francés profundizó hasta convertirse en uno de los mayores expertos del mundo en el campo donde convergen el magnetismo y la electrónica. En los años 90 cofundó el laboratorio Spintec y, como científico jefe, desarrolló las válvulas de spin que IBM incorporó a sus ordenadores como un revolucionario componente.

Quien también es doctor en Filosofía ha pasado por Madrid para participar en un acto formativo organizado por la Fundación BBVA en la Escuela Nicolás Cabrera. Como admite en la entrevista, su curiosidad científica sigue más viva que nunca. «Cada vez estoy más implicado en la convergencia del magnetismo y la biología», suelta nada más empezar.

P. Se muestra muy ilusionado con las aplicaciones médicas del magnetismo…

Sí, ya hay muchos trabajos que investigan cómo utilizar las propiedades magnéticas para aplicaciones biológicas y biomédicas. Por ejemplo, hemos sido capaces de demostrar que podemos matar las células cancerígenas con la vibración de partículas magnéticas en contacto con estas células.

¿En qué fase están estos experimentos?

En un estadio relativamente temprano. Primero se ha experimentado in vitro y todo funciona fenomenal. Ahora, acaban de empezar los experimentos in vivo con ratones y con organoides, no sé si conoce los conoce…

No, la verdad…

Son esferas de células con una composición muy similar al tejido humano. Se están realizando muchos experimentos in vitro con ellos y los tumoroides.

¿En qué tipos de cáncer se han centrado?

Con el glioblastoma, un tipo de tumor cerebral. También con el carcinoma renal, el melanoma y el cáncer prostático. En todos estos casos parece que los primeros resultados son prometedores. Un aspecto muy interesante del magnetismo es que podemos hacer ajustes de intensidad para atacar las células cancerígenas sin dañar las células sanas.

Sin generar falsas expectativas, ¿de qué plazos hablamos realmente?

Siempre es difícil aventurar un plazo, pero hablamos de al menos 10 o 15 años.

¿Qué otras aplicaciones médicas investiga?

Hemos demostrado que podemos tratar la producción de insulina de células pancreáticas a través de una estimulación mecánica con partículas magnéticas. Esto es algo muy interesante en el caso de la diabetes tipo 2, ya que posibilitaría la liberación de insulina en el cuerpo con campos magnéticos externos en lugar de aplicarse con inyecciones. También en Neurología se están logrando avances interesantes. Por ejemplo, en casos de lesiones medulares estamos investigando cómo adherir partículas magnéticas al axón [parte de la célula nerviosa] y así poder tirar con campos magnéticos para tratar de reconstruir una vía neuronal a lo largo de la zona espinal dañada. Pero quizá sea más prudente no entrar en detalles. Digamos sencillamente que se están produciendo progresos.

El magnetismo ya se usa en el diagnóstico…

Sí, las partículas magnéticas se usan para detectar la presencia de bacterias en un seroma o en la sangre. El principio es el siguiente: funcionalizamos las partículas magnéticas para que se unan a las bacterias y con los campos atraemos ese material magnetizado para extraer la bacteria… También, por supuesto, las imágenes por resonancia magnética: cada vez tienen mayor calidad.

Estas investigaciones, ¿las realizan todas en su centro de Grenoble?

Nuestro laboratorio colabora con otros de Biología o Química de todo el mundo, son investigaciones multidisciplinares. Por ejemplo, nuestra gente de Grenoble colabora con un equipo de Madrid que trabaja en estos temas. Hay como 10 centros en el mundo que han empezado a investigar, es un ámbito muy reciente. Pero creo que en el futuro será un área con más recursos que la de nuestra división electrónica.

Pasemos, ya que lo menciona, a ese otro ámbito. Spintec está desarrollando memorias magnetorresistivas (MRAM) para los dispositivos electrónicos. ¿Qué ventaja tiene esta tecnología?

Con este tipo de tecnología, que combina el magnetismo con la electrónica, deberíamos ser capaces de reducir a la mitad el consumo de energía… o incluso más. Lo que intentamos es que los semiconductores se utilicen en las operaciones lógicas y los materiales magnéticos en las operaciones de memoria, ya que pueden mantener la información de una manera no volátil. Es decir, una vez escrita la información en la memoria podemos apagar el suministro de energía y conservar lo almacenado.

El problema que buscan resolver es el enorme consumo de energía de nuestro mundo digital, ¿no?

Sí, para 2030 se estima que la electricidad consumida, no solo en el almacenamiento de datos, sino por todas las tecnologías de la información y la comunicación, alcance el 20% del total. Es preocupante.

Abogo por la sobriedad en el uso de dispositivos. ¿De verdad necesitamos coches autónomos?

¿Podemos terminar colapsando como consecuencia del consumo digital?

Tiene toda la lógica pensarlo. Ese aumento exponencial del consumo de electricidad es algo que no para y hay que hacer algo al respecto. Y no solo es importante considerar el tema de la energía, sino también la disponibilidad de materiales necesarios para la sociedad de la información. Los componentes electrónicos exigen materiales nada abundantes en el mundo, como el platino.

Que luego, además, hay que reciclar…

Sí, es uno de los problemas derivados por el reducidísimo tamaño de los componentes. Además, se mezclan. Separarlos en el reciclaje es muy difícil y económicamente no merece la pena, así que se tiran a la basura. Estamos hablando de un desperdicio ingente de materiales. Por eso, es importante que empecemos a utilizar materiales alternativos que no sean raros.

Se refiere a sustituirlos con materiales magnéticos. ¿Cuáles?

Sobre todo hierro, cobalto y níquel. Casi todos los dispositivos usan estos tres materiales como ingredientes magnéticos básicos. El hierro es extremadamente abundante, el mineral más fácil de encontrar en África. El cobalto sí es más raro. Pero lo importante es que en el campo de la electrónica hace falta muy poco material, las capas que se crean son finísimas… Estamos hablando ya de planos subatómicos, no necesitamos grandes cantidades… apenas microgramos.

¿Y cuánto tardará en extenderse este tipo de memoria más ecosostenible?

Bueno, llevará cierto tiempo. Estamos hablando de una revolución auténtica de la microelectrónica: hay todo un ecosistema al que llegar y que tiene que transformarse. Los ingenieros tienen que ser los primeros en entender los beneficios de esta tecnología. Históricamente los materiales magnéticos se consideraban impurezas en la microelectrónica, así que los diseñadores carecen de cultura en este tema y tenemos que realizar pedagogía con ellos.

Tiene que ser magnético con el magnetismo, permítame el chiste malo…

Sí, [ríe]… es en lo que estamos trabajando.

A veces escuchamos soluciones que pasan por el enfriamiento de las máquinas con agua o llevando los centros de datos a países con bajas temperaturas…

Sí, son soluciones complementarias. Porque llevarte un centro de datos a Escandinavia es por la necesidad de enfriamiento, se pretende evitar que las máquinas terminen dañándose por culpa del recalentamiento. Pero nosotros lo que hacemos es reducir el consumo eléctrico que va unido a la operación, a la transferencia, el procesamiento y el almacenamiento de los datos. Si podemos reducir el consumo eléctrico en los ordenadores, en consecuencia también podremos reducir su recalentamiento. Pero el problema, en cualquier caso, es que nos enfrentamos a un aumento exponencial de datos…

La ley tendría que obligar a las empresas a aumentar la vida útil de móviles, coches, ropa…

 ¿Reflexiona sobre nuestra responsabilidad como consumidores?

Sí, deberíamos empezar a ser más sobrios en el uso de los dispositivos. Aunque, en realidad, ahora mismo el 90% de los datos los generan las máquinas interconectadas. Así que la cuestión sería: ¿necesitamos tener, por ejemplo, vehículos autónomos? Porque estos coches van a producir una cantidad enorme de datos…

 La inteligencia artificial ya está aquí también… ¿Podrá desarrollarse sin que en paralelo se resuelva el problema del consumo de energía y recursos?

Nuestra tecnología es muy eficaz en reducir el consumo energético por dispositivo, pero es un enigma si será suficiente para soportar el desarrollo de la IA o la RV (realidad virtual). Es un tema de una gran complejidad, porque no nos ponemos al día: por un lado rebajamos el gasto energético de los terminales y por otro, aumenta el número de dispositivos, lo que vuelve a disparar el consumo.

El metaverso es otro ejemplo de una tecnología que consumiría mucha energía…

Se puede usar de maneras beneficiosas. Por ejemplo, en el campo de la robótica, en pedagogía, en el arte… Pero viendo el impacto negativo que las redes sociales pueden tener entre los más jóvenes, quizá el metaverso pueda acabar empeorando la situación todavía más. Tenemos que reevaluar el equilibrio entre beneficios y riesgos para llegar a algún tipo de conclusión válida.

¿Quién debe hacer esa reflexión?

Debemos generar un debate social. De hecho, los periódicos están promoviéndolo para concienciar a la gente. También yo tengo la obligación de impactar a los científicos. En mi compañía intentamos que la gente se preocupe del impacto que las tecnologías puedan tener.

¿Qué comentan sus colegas al respecto?

Entre los científicos hay cada vez más debate, se plantean si tecnologías como la inteligencia artificial son buenas o no. Hay quienes opinan que beneficiarán a la sociedad, pero a otros les preocupa, por ejemplo, el uso potencial que la IA tiene como fuente de noticias falsas. Nos empezamos a dar cuenta de que estos avances progresan tan rápido que la sociedad no tiene tiempo de adaptarse. No lo hace al mismo ritmo. Con la inteligencia artificial y las redes sociales está claro que tendremos que crear legislación, pero lo malo es que para cuando llegue esta regulación la tecnología habrá progresado todavía más.

¿Qué tipo de normas serían eficaces?

Tendríamos que aumentar la vida útil de los dispositivos que empleamos. La reglamentación debería obligar a las empresas a mantener el software de un móvil más de 10 años, porque nos vemos forzados a cambiar de móvil si el sistema operativo no se actualiza. Lo mismo le digo de los coches, la ropa… Noto que en Europa cada vez más jóvenes están preocupados con el problema de la sostenibilidad y del cambio climático. Mis propios hijos me comentan estos temas. Yo a veces me cuestiono mi trabajo cuando hablo con ellos.

Una muestra de humildad por su parte…

[Se emociona] Creo que es muy importante comunicar a la próxima generación que tenemos que hacer un mundo sostenible.

¿Ha quedado algún tema que tratar en relación a sus experimentos?

Hay una tercera pata: la de los imanes permanentes de los motores y alternadores para generar electricidad. Esta clase de imanes utilizan materiales muy escasos, como las llamadas tierras raras: disprosio, neodimio…

¿Y cuál es el problema aquí?

Que el 95% se produce en China y ésta tiende a quedarse estos materiales para sí misma. Es un tema de importancia estratégica. Si queremos ser capaces de fabricar estos imanes permanentes debemos encontrar un sustituto a las tierras raras. Mucha investigación se orienta a reemplazar estos materiales y también a jugar con la nanoestructura de los componentes para lograr que sus propiedades se asemejen a ellas..

Por entenderlo, ¿por qué es importante este asunto?

Porque los imanes permanentes se usan mucho, por ejemplo en los molinos eólicos. Y como gradualmente estamos empezando a utilizar coches eléctricos, cada uno con cuatro motores, uno por rueda… esto podría ser muy útil. En cada uno de los coches hay varios kilogramos de este tipo de estos materiales. Ponernos en posición de sustituirlos es, por lo tanto, muy importante.

Fuente: https://www.elmundo.es/papel/el-mundo-que-viene/2023/12/21/657c46b4fdddff20bd8b459b.html

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