Por Humberto Aguilar Coronado*
Por diversas razones que enlisto, durante varios días de la semana pasada, se incendió políticamente el estado de Nuevo León y se generó una crisis de gobernabilidad.
Es evidente la incapacidad e ineficacia política que se demostró por el secretario de gobierno, encargado de la política interior del estado y, especialmente, por el gobernador que tenía licencia, Samuel García.
Es clara la inmadurez política de Samuel García al querer ser candidato presidencial, gobernador con licencia y dejar a un gobernador interino leal y sumiso a su persona, cuando sabe perfectamente que esa, es una facultad del congreso local.
Demostró una inconsistencia política al irse a una precampaña presidencial y en 12 días, regresar por la puerta trasera, a tratar de conducir el gobierno que abandonó y dejando a su partido sin candidato.
La intransigencia política se hizo saber cuándo corren versiones de que, Dante Delgado, el dueño de MC, le propuso hasta tres personas que podrían transitar con los diputados de oposición y las dirigencias nacionales de los partidos políticos, para designar gobernador interino.
Con la serie de declaraciones encontradas y culpando a las diputadas y diputados de oposición, se vio claramente una incontinencia verbal que afectó seriamente, sus ya maltratadas relaciones políticas.
A través de la intimidación y la investigación política creyó que iba a doblar a la oposición integrando denuncias penales, pero no fue así, al grado que en una declaración aceptó que se equivocó en su estrategia de campaña al volcarse a ganar la elección de gobernador y descuidar las candidaturas al congreso del estado, con lo que no obtuvo una mayoría que le hubiera permitido realizar sus planes desde el congreso.
Se trató de presumir la innovación política, es decir, se trató de vender lo nuevo que representaba la figura y las prácticas políticas del frustrado candidato presidencial, pero solo lograron demostrar prácticas autoritarias del viejo sistema y de las viejas formas de hacer política.
El intento político de Samuel García enseñó más la parte de infantilismo y de irracionalidad política que tiene el personaje cuando las cosas se le salen de control y no puede resolverlas, que un verdadero talento político para superar los obstáculos que se le presentaron.
Al final de la semana, la expectativa que había generado en ciertos sectores de la población, con su irrupción a la contienda presidencial, se desmoronó.
La tibia defensa de los dirigentes de movimiento ciudadano, el apoyo incondicional del presidente López Obrador en las mañaneras y los fuertes señalamientos de la oposición al ubicarlo en el carácter de esquirol político, han restado credibilidad al gobernador y a su partido.
Si creyó que en su inmediatismo político podía brincarse al congreso del estado, que podía dejar a un incondicional que le cuidara la espalda, y que podía regresar a gobernar una vez cumplida la parte del trato, que se supone le prometió al presidente, de dividir a la oposición, se equivocó. Hasta el presidente nacional de morena le dio la espalda.
Ojalá se haya aprendido la lección y en Nuevo León inicie una etapa de diálogo entre los poderes, de búsqueda de acuerdos entre los actores políticos y de privilegiar intereses superiores y no personales.
A ver si es cierto que lo más importante es Nuevo León.