De vez en cuando no pasa nada, pero si esconder se convierte en una dinámica, es cuando llegan los problemas
MELISSA GONZÁLEZ / BIENESTAR
Casi todo el mundo oculta sus sentimientos de vez en cuando. A veces, al estar viviendo un momento incómodo, preferimos escondernos bajo una sonrisa antes que mostrar cómo nos sentimos realmente. Por evitar problemas, por vergüenza, en muchas ocasiones inhibimos las emociones y hacemos como que no pasa nada.
La supresión emocional ocasional generalmente no causará problemas siempre que eventualmente se resuelvan de manera saludable y productiva. Sin embargo, puede convertirse en un problema si se convierte en un patrón y afecta a tu capacidad para comunicarte de manera auténtica.
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«’Inhibir tus emociones es como tener una bala perdida en tu cuerpo’ es una de las frases de mi nuevo libro ‘Tu Cerebro Emocional‘, de la editorial RBA libros. Cuando inhibimos las emociones se forman trastornos psicológicos, físicos y psicosomáticos», adelanta la psicóloga Monia Presta, autora del libro que comenta y sexóloga. Según cuenta, el cuerpo y la mente son un todo, una unidad, y cuando hay sufrimiento psicológico, hay una emoción no escuchada.
«Cuando hay una enfermedad física, y no expresada, pasa lo mismo. Las enfermedades psicológicas y físicas están relacionadas con guardarse las emociones, no identificarlas, no escucharlas y no seguir lo que nos comunica nuestro cerebro emocional», expone.
Tipos de trastornos que surgen
Tal como indica la experta, las emociones se pueden inhibir, cronificar y conmutar -que se convierten en otra emoción con una sintomatología específica-, y cuando tapamos y guardamos las emociones nos pueden pasar trastornos a nivel psicológico, físicos y psicosomático.
– A nivel psicológico. Los trastornos más frecuentes son la ansiedad, depresión, insomnio, apatía, abulia, claustrofobia, agorafobia, ataraxia – estado de apatía en el que parece que nada afecta a la persona anímicamente-, bulimia, anorexia, y problemas relacionados con la incapacidad de sentir placer.
– A nivel físico: «Hay una alteración de la respuesta inmunitaria que daña el ADN, los órganos, las células y causa un envejecimiento prematuro. Actualmente conocemos estudios sobre infartos, gastritis, problemas digestivos, úlceras y bajada de la vitamina D», indica. Además, sabemos que las emociones inhibidas pueden provocar cefaleas, taquicardias, alopecias, tics y parestesias. Los dolores musculares y las inflamaciones son recurrentes.
– A nivel psicosomático: las emociones implicadas provocan estos principales trastornos psicosomáticos:
1. La tristeza inhibida genera ansiedad, depresión y hipertensión.
2. El miedo inhibido provoca la ansiedad, la depresión la taquicardia, angustia, alopecia, problemas respiratorios, fobias en sus variedades como miedo a la soledad estrés postraumático, hipocondría, etc.
3. La rabia inhibida genera el bruxismo por la noche, dolor de mandíbula, dolor de cabeza, úlceras, esofagitis por reflujo, gastritis, cálculos biliares, urticaria, taquicardia, ansiedad y depresión, etc.….
4. La aversión no reconocida da lugar al TOC y a conductas emocionales reactivas como la violencia y el odio.
Las emociones se activan gracias a estímulos emocionales internos (recuerdos) o externos (situaciones). A su vez, se activan la amígdala y el hipotálamo, que producen la respuesta del sistema nervioso autónomo (respiración, latidos cardíacos, circulación sanguínea) y muscular (tensión muscular). El nivel de excitación aumenta y se producen modificaciones corporales junto con una mayor tensión muscular. La información que devuelve la periferia del cuerpo da lugar al sentir, a la forma de interpretar la experiencia corporal.
«El cuerpo da avisos, y si no se escuchan se vuelven más duraderos de lo necesario, con una respuesta de excesiva intensidad, activando el sistema simpático, que de simpático no tiene nada. El sistema simpático activado durante mucho tiempo genera el cortisol tóxico que es dañino para nuestra salud. De hecho, puede afectar al sistema inmunológico bajando nuestras defensas, alterar el sistema endocrino disparando la respuesta inflamatoria del organismo, y generar trastornos psicológicos», asegura la psicóloga.
Cuando dejamos de prestar atención a las señales de nuestro cuerpo y nuestras emociones es cuando la situación se puede complicar. Sin embargo, cuando escuchamos las emociones, el cuerpo vuelve al equilibrio y se activa el sistema parasimpático, que es el encargado de devolver todo a un estado de equilibrio interior. Comenta Monia que el ritmo cardíaco disminuye, la respiración se hace más profunda, la circulación sanguínea se normaliza y los músculos se relajan: «Cuando volvemos a esta armonía interior, el estrés desaparece, los tejidos y las células y se regeneran y tenemos una mejor calidad de vida».
La falta de conciencia y de una buena gestión emocional, ejercicio físico y contacto con la naturaleza, sumada al estrés crónico sostenido en el tiempo de la sociedad de la prisa, son las causas de las patologías del siglo: la ansiedad, la depresión, el insomnio y las enfermedades inflamatorias. El sistema simpático se sobreestimula de forma excesiva y duradera en el tiempo si se ignoran y se inhiben las emociones.
«La escucha del cerebro emocional, la psicoterapia y una buena gestión emocional son las claves para tratar la ansiedad, la depresión, el insomnio, la inflamación y las enfermedades físicas y psicosomáticas que he citado anteriormente», concluye Monia Presta.