Viajar ya no será igual con el desarrollo de la realidad virtual y los destinos inmersivos. McKinsey estima que en 2030 el turismo virtual supondrá 19.000 millones de euros para el sector. ¿Será España una ciberpotencia vacacional?
ISRAEL ZABALLA / PAPEL
Admirar las vistas desde la cima del monte Everest (sin pasar frío), acercarse a una manada de leones en el delta del Okavango (sin morir en el intento) o darse un paseo por la superficie de Marte (sin carné de astronauta) puede que sean sus próximas experiencias turísticas. Son destinos que ya se puede plantear para unas vacaciones en el metaverso. O al menos, para darse una escapadita virtual. No necesita pasaporte, ni billetes de avión, ni una abultada billetera. Sólo cambiar las gafas de sol por las de 3D, pulsar el botón on y… teletransportarse.
¿Se animaría a vivir de vez en cuando este tipo de experiencias, o se queda con su plan de sombrilla, tumbona y cervecita de toda la vida?
Esta es la pregunta que a nivel macro se hace McKinsey, la consultora estratégica más influyente del planeta, en Turismo en el metaverso: ¿Pueden los viajes convertirse en virtuales?. El artículo, de mayo de este año, identifica el metaverso como la próxima evolución de internet y le atribuye el potencial de «revolucionar la manera en que exploramos nuevos mundos». Estima que su desarrollo puede revertir a la industria del viaje «más de 19.000 millones de euros para 2030» y añade que tecnológicamente «ya es posible ir a conciertos, de tiendas, visitar atracciones y participar en reuniones de trabajo sin viajar a ningún sitio».
Dicho de otra forma: ya es posible viajar… sin viajar.
Entonces, ¿acabaremos siendo turistas virtuales tal y como deja entrever la compañía estadounidense? Margoux Constantin, socia de la oficina de McKinsey en Dubai y coautora del análisis, ha compartido su visión con este periódico. Opina que a corto plazo se producirá más bien una hibridación entre el viaje tradicional y el virtual: «Las tecnologías digitales todavía no pueden sustituir al turismo clásico, pero la realidad extendida y el metaverso sí jugarán un papel inspirando y complementando las experiencias de viaje».
Los festivales de música y conciertos son un buen ejemplo de lo que puede venir. Los problemas de aforo y los costes del desplazamiento dejan de ser un problema cuando el evento se organiza en estos entornos inmersivos. Tal y como apunta Constantin, «ya se está consiguiendo una gran asistencia a shows en el metaverso, y si no, mira el éxito de público virtual que han tenido las actuaciones en este entorno de Travis Scott, Ariana Grande y Justin Bieber. Los artistas han conseguido así beneficios mucho mayores que con los conciertos tradicionales».
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El éxito de estos espectáculos podría muy pronto replicarse a las atracciones de tipo turístico. «Los viajeros ya pueden experimentar algunos elementos de su viaje en contextos virtuales y reservar en función de ello», afirma. «Un ejemplo es la iniciativa de Arabia Saudí de construir una versión digital de Hegra [su monumento arqueológico más conocido] en el metaverso. Al situar localizaciones o ciudades enteras en estos entornos virtuales, los destinos son capaces de darse visibilidad y atraer nuevos públicos».
¿Hasta qué punto está la gente dispuesta a guardar la maleta y viajar sin moverse del sillón? Booking, en su estudio Predicciones de Viaje para 2023, aporta algunas pistas: «Hay quien está deseando pasar varios días en el metaverso, un 35% de los encuestados revela que elegiría una experiencia de viaje de realidad aumentada o virtual de varios días».
Adicionalmente, la empresa de reservas afirma que «si bien el mundo aún no está listo para viajar como en las películas de ciencia ficción, la tecnología puede ayudarte a saber qué encontrarás al llegar a tu destino. El 43% utilizará la realidad virtual para inspirarse y un 46% es más que probable que viaje a un sitio sólo porque lo ha experimentado antes».
Estas posibilidades comienzan por tanto a germinar en la mente de los consumidores, y entender su evolución será clave para el futuro de nuestro turismo. Este sector es uno de los motores de nuestra economía: en 2022, de acuerdo a datos publicados por Exceltur, las empresas que viven el turismo facturaron 159.490 millones de euros, una cifra que representa más del 12% del PIB nacional. Y según el INE, ese mismo año recibimos más de 71 millones de visitantes extranjeros.
Nuestro país de sol, chiringuitos, alegría, sangría y playa, atrae a muchos turistas tradicionales. ¿Pero será también una potencia atrayendo a los virtuales? Es algo con lo que ya se empieza a experimentar. «Estamos en un proceso inicial, al final te unes o no te unes. Todavía falta que la tecnología esté en su punto de cocción, pero ahí los destinos en el ámbito turístico podemos ir probando cómo funciona este mundo. Se trata de probar con gaseosa, no con Dom Pérignon», dice Leire Bilbao, gerente de Visit Benidorm.
Se refiere al clon que uno de nuestros destinos estrella tiene ya en el metaverso: Benidorm Land. Ella misma explica en qué consiste: «Es una simulación, un gemelo digital de parte de la ciudad. Puedes ir por la playa, por el paseo, meterte en el agua, ir por el casco antiguo y visitar el Castell. Es un lugar absolutamente virtualizado para pasear, jugar o lo que consideres. Al final es como estar en un chat de grupo, pero en lugar de estar cada uno en un lugar, pues aquí estaríamos todos dentro con nuestro avatar interactuando o hablando».
Para Bilbao este tipo de proyectos ayudan a Benidorm a preparar el futuro. O, expresado de otro modo, para cuando los gamers de ahora se hagan adultos y aporten su dinero al sector turístico. «Los jóvenes ya están en estos espacios. Se compran una skin [prenda] para jugar en el Fortnite con su avatar. Si te lo cuentan no te lo crees, pero ellos lo hacen», explica sobre sus hábitos. «Estas generaciones Z, o incluso Alfa, ya hablan y actúan así. Por eso, cuando este nuevo tipo de turismo emerja ellos serán capaces de estar en estos mundos virtuales y no les parecerá extraño».
Aunque esta metavalancha puede tardar en llegar, si es que llega, Benidorm Land ya tiene las playas ciberespaciales para esos turistas del futuro. Su artífice es Alberto Lozano, CEO de Six3D Metaverse, una compañía con varios proyectos de turismo virtual en España y el extranjero.
Nos viene bien este experto para aclarar, llegados a este punto, qué es eso del metaverso. «Nadie se pone de acuerdo, pero todas las definiciones coinciden en que es un entorno tridimensional e inmersivo donde puedes moverte si te pones gafas de realidad virtual», explica. «En el caso de Benidorm los responsables querían entrar en el metaverso con una sensación fotorrealista. Querían mar. Y que además fuera lo más parecido posible al Mediterráneo de verdad. Dijimos que sí y el resultado es Benidorm Land».
Lozano cree que la tecnología, aunque todavía por pulir, ya es capaz de generar experiencias muy logradas. Cuenta una curiosa anécdota que lo refleja: «En Fitur, con el metaverso de Andalucía, la gente dejaba de respirar cuando tenía la sensación de meter la cabeza en el mar, la subían y bajaban como si estuvieran haciendo esnórquel». Él tiene claro dónde encuentra el margen de mejora: «Cuando se introduzcan sentidos como el del olfato o el tacto, y en esto se está avanzando con temas como los guantes hápticos, estaremos hablando ya prácticamente de Matrix».
-¿Y no terminará siendo una moda pasajera como pasó con Second Life?
-Hay dos cosas por las que creo que no será así. Second Life se adelantó a su época, punto número uno. Y punto número dos: sólo era ocio. El metaverso es ocio y negocio, algo que marca la diferencia.
Para él tiene sentido que la gente quiera poner dinero en el metaverso por el valor añadido que aporta: «La Capilla Sixtina es espectacular, pero algunos frescos los verás de lejos si la visitas de la forma tradicional. Imagínate ahora poder volar y ver de cerca La creación de Adán, eso se puede hacer. Y al tiempo estar con un guía flotando a tu lado que te explica la historia de esa pintura a cambio de dinero, sea por Bizum, criptomoneda u otra forma de pago». Además, te evitas la cola. Y a los colones.
Lozano considera que la inversión en metaverso se puede amortizar cuando se concibe como un apoyo estratégico para el turismo tradicional. «Entornos como Benidorm Land o Cuenca Land [otro de sus desarrollos] son una forma de dar a conocer esos destinos en el metaverso, generan valor publicitario», arguye el director de Six3D. «Si tú estás jugando con tus amigos gamers en estos entornos y te llama la atención la versión digital de la Plaza Mayor de Cuenca, pues el día de mañana probablemente te apetecerá ir a visitar la ciudad», argumenta.
Este emprendedor juega la baza del futuro con esta apuesta. Otros prefieren, de momento, apostar por el presente con planteamientos transitorios que sirven de puente entre lo que se puede explotar ahora y lo que venga después. Es el caso de Hotelverse, una compañía española que está cambiando el paradigma de la reserva de habitaciones por internet.
«Nosotros hacemos gemelos digitales de hoteles, ya tenemos más de 150 realizados», explica María Bilbao, la responsable de marketing de esta empresa. «El cliente puede acceder desde cualquier dispositivo y navegar, hacer giros de 360º dentro del edificio y ubicarse respecto a donde están los restaurantes, el gimnasio o las piscina. Y luego puede entrar en cada una de las habitaciones, comprobar cómo son por dentro y verificar las vistas», destaca. «La conversión de visita a reserva aumenta así hasta un 250%».
Estos hoteles digitalizados ya están preparados para engancharse al metaverso. Pero la CMO de Hotelverse cree que todavía es pronto para dar el paso. «Hotelverse, nuestra marca, nace por hacer un guiño al tema del metaverso. Pero pensamos que quedan como mínimo de cinco a 10 años para que este entorno reciba a los clientes pioneros. La tecnología que sustenta esa idea debe hacerse todavía de uso democrático, especialmente con el abaratamiento de las gafas de realidad virtual», explica Bilbao.
De momento sólo unos pocos tienen la posibilidad de ponerse esa clase de dispositivos para hacer viajes inmersivos. Pero esos pocos disfrutan de una experiencia inolvidable, tal y como la propia María Bilbao relata: «Mi marido y yo nos fuimos de escapada a Venecia un fin de semana. A la vuelta, como tenemos gafas 3D en casa, contratamos un tour virtual por la ciudad y alucinábamos, porque es tremendamente realista. Tremendamente. O sea, en plan que la gente te esquiva mientras andas. Pero a mí que no me quiten el viaje real», refiere esta donostiarra.
La experiencia de María Bilbao y su marido refleja por sí misma cómo pueden acabar conviviendo ambos tipos de viaje. ¿Cómo se generará esta sinergia? De múltiples formas. Lo que parece claro es que el turismo virtual aumentará nuestro abanico de opciones.
¿Imposible visitar Notre Dame de París hasta que se termine su reconstrucción? Plantéate una experiencia inmersiva en 3D… ¿No te da el presupuesto para volar y pasar unos días en Seúl? Anímate con Metaverse Seoul, la réplica que presentó el alcalde con su propio avatar… ¿Te has roto una pierna y te resulta imposible subir hasta las ruinas de Machupichu? Muévete entre ellas mientras sigues postrado en tu sillón…
Además puedes adentrarte en la jungla sin temer que te piquen los mosquitos; subir a elefantes sin producirles problemas de espalda con tu peso; o incluso visitar otras galaxias sin inducir tu cuerpo a una incierta hibernación. Por no decir que, si te animas, un viaje virtual puede convertirse también en un viaje en el tiempo. Puedes irte a Pompeya para descubrir cómo se vivía antes de la erupción del Vesubio o a Metatut si prefieres perderte por una ciudad egipcia de hace miles de años.
¿Más argumentos a favor? Ahí va uno si te apuntas a los hábitos sostenibles: como en tu viaje virtual no vas a coger el coche, no dejarás huella de carbono. Y ahí va otro si odias los aviones: no tendrás que sufrir las escalas, ni el jet lag, ni los odiosos retrasos.
¿Por qué no subirse entonces al carro del turismo virtual? Incluso Lonely Planet, la famosa guía de viajes, ha creado una lista de experiencias virtuales para que puedas elegir. Tienen claro que parte de su labor es inspirar y el metaverso puede ser un filón para descubrir nuevos destinos.
Esta última idea la comparte Joaquín Pedreño, cofundador de VersaSky, una compañía con varios proyectos en este entorno. «Los metaversos van a servir para dar a conocer los espacios turísticos, por ejemplo con el gemelo digital de una pirámide de Egipto. Yo no creo que esta opción te quite las ganas de ir, sino que probablemente te anime aún más a visitarla. Será un canal más, no sustituirá al espacio físico pero sí cómo nos movemos dentro de la web».
El metaverso está en proceso de construcción, para algunos sólo es el protometaverso. Pedreño cree que lo que vemos sólo son los cimientos, pero con un gran potencial de desarrollo: «Está claro que en el futuro la apuesta de las empresas como Microsoft, Meta o Apple es esta, están apostando por este tipo de tecnologías y en un periodo de cinco a 10 años el metaverso, entendido como el siguiente paso de la web plana, será habitual».
Al final, como los expertos anteriores, piensa que el éxito del turismo virtual llegará cuando las generaciones jóvenes desarrollen su poder adquisitivo: «A ellos no hay que explicarles qué es el metaverso, llevan ya años en los mundos inmersivos de los videojuegos y para ellos el turismo virtual no va a ser un shock».
Otro frente abierto es el promocional. Los países quieren publicitar sus atracciones turísticas y el metaverso permite nuevas formas de hacerlo. «Nosotros hemos hecho una réplica en el metaverso de la oficina de turismo de Alicante, puedes entrar a recibir información dentro de ese espacio. Cualquier turista puede resolver ahí sus dudas», afirma Pedreño.
Su instalación pone el foco en los turistas, pero otras soluciones del metaverso están pensadas para los intermediarios. Una de ellas es Triportation, un revolucionario proyecto presentado por Amadeus en Fitur. «Prevé la instalación de puntos de realidad virtual en las agencias de viajes, que podrán así ofrecer una experiencia inmersiva a los clientes con multitud de entornos hiperrealistas y probar con anticipación distintas opciones de viaje, tours o puntos de interés turístico», escribe Mireya Lumbreras en la web del gigante tecnológico de los viajes.
Fannelie Gerard, directora general del sector viajes en Accenture, ve también el vaso medio lleno. En un artículo publicado en Hospitality.net revela que, de acuerdo a una encuesta anual de su firma, «el 53% de los ejecutivos del sector viajes estima que el metaverso será positivo en sus compañías». Para esta ejecutiva una de las ventajas es poder introducir estrategias de gamificacion más elaboradas: «Millenium Hotels & Resorts abrió M Social Decentraland para convertirse en el primer grupo hostelero con un establecimiento en el metaverso. Las experiencias físicas y virtuales pueden así mezclarse para crear intriga o fidelizar. Puedes hacer el tour por el metaverso con un avatar y ganar regalos sorpresa para el hotel del mundo físico».
Recapitulando: en el peor de los casos, el metaverso terminará siendo un bluf como Second Life donde muchas tecnológicas de Silicon Valley enterrarán su prestigio y su dinero. Y en el mejor, una continuación lógica de los mundos inmersivos donde millones de gamers juegan y socializan y hasta se enamoran. Si es así, al menos en España podrán hacerlo en Benidorm Land. Vaya buscando sitio para plantar su sombrilla en ese metaverso ahora que todavía hay huecos.
Fuente: https://www.elmundo.es/papel/futuro/2023/08/19/64df49e7fc6c83a7258b45c9.html