- Reclamó la importancia de un género que llegó a tener 3.307 funciones anuales gracias a él
- Su lema era que la zarzuela era «donde la gente iba a divertirse»
PILAR MARTÍN / EFE / RTVE
Cuando en la España de 1850 los autores españoles de lírica querían competir con Italia en el campo de la ópera, Francisco de Asís Esteban Asenjo Barbieri, que nació este jueves hace 200 años, reclamó con la zarzuela «Jugar con fuego» la importancia de un género que llegó a tener 3.307 funciones anuales gracias a él.
Y es el musicólogo Emilio Casares, uno de los mayores expertos en Barbieri, quien pone de manifiesto la importancia que el compositor, musicólogo, crítico y director madrileño (1823-1894) ha tenido para la cultura española.
«Es el padre de la musicología y el ideólogo mayor que ha producido la música española en todos los tiempos: no hay ninguna figura que se pueda comprar con él», dice Casares a EFE, quien lamenta también que este bicentenario de su nacimiento «haya pasado bastante desapercibido».
Una percepción que comparte también el director del Teatro de la Zarzuela, el argentino Daniel Bianco, para quien Barbieri, de estar vivo, estaría «muy sorprendido» de las pocas zarzuelas que se programan en los teatros españoles.
«Pero, también estaría muy contento de que algunas de sus obras siguen estando programadas y siguen teniendo el éxito del público. Así que en este 2023, que es su aniversario, solo decirle que gracias por su legado».
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Mucho más que el autor de «El barberillo de Lavapiés»
Nacido en la madrileña calle Sordo de Madrid, Barbieri no solo es el autor de zarzuelas como «El barberillo de Lavapiés», «Pan y toros» o «Juan de Urbina», sino que se trata de un «reformista», según Casares, que en 1853 viajó a París con la idea de construir un teatro especial para la nueva zarzuela, una iniciativa que cuajó en 1856 con la inauguración del Teatro de la Zarzuela en la calle Jovellanos, donde aún continúa.
Unos años, estos en los que los compositores líricos tenían su vista puesta en «competir» con la ópera italiana, algo ante lo que Barbieri se revolvió porque pensaba que «no se nos había perdido nada componiendo en italiano». Así que se puso a reformar la «vieja zarzuela barroca», la «modernizó» y consiguió que se convirtiera en un «género de masas».
LA ZARZUELA»Jugar con fuego» de Francisco Asenjo BarbieriESCUCHAR AUDIO
«Después del estreno de ‘Jugar con fuego’ (1851) se produce la eclosión de la zarzuela y a partir de ahí tiene un ‘boom’ de consumo porque, seis meses después de este estreno, viajó a Argentina, y esto significa que la zarzuela comienza a ser el lenguaje lírico de la hispanidad», matiza el experto.
Tanto es así que asevera: «Hay dos grandes cosas que nos unen y conforman la hispanidad: la lengua y la zarzuela«.
«En España -añade- se han compuesto más de 10.000 zarzuelas, que es un disparate infinito, e Italia no tiene 10.000 óperas, pero es que en América se componen más de 5.000 en castellano siguiendo nuestro estilo. ‘La revoltosa’ (de Ruperto Chapí) se oye desde La Plata hasta la Texas hispana. Y este milagro comienza con el impulso que Barbieri da a la Zarzuela de mediados de siglo XIX».
LA ZARZUELAFestival BarbieriESCUCHAR AUDIO
Una realidad fácil de entender en cifras: en 1867 se dieron en España 3.307 funciones de zarzuela, frente a las 150 que se suben a escena en la actualidad.
«Eso significa -según Casares- que todo el mundo acudía a la zarzuela, se programaban zarzuelas desde Vitugudino a Cangas de Narcea, y esto para mí es obra de Barbieri».
Aunque el compositor madrileño, en su faceta personal, también fue un ser «pintoresco». Prueba de ello es la donación que hizo a la Biblioteca Nacional de España de su biblioteca personal, compuesta por 4.000 libros, entre los que se encuentra una de las mejores colecciones de ejemplares sobre el vino.
Bajo la máxima de que la zarzuela era «donde la gente iba a divertirse», Barbieri supo introducir en este género lírico cien por cien español (del que han derivado otros como la comedia musical, la opereta o la revista) las costumbres españolas, sus historias y bailes, algo que se llegó a admirar «en toda Europa».