Buckingham dice que se toma muy en serio la acusación de racismo de Meghan y Enrique
RAFAEL RAMOS / Londres / LA VANGUARDIA
La reina Isabel cree en la máxima de Leonardo da Vinci de que “nada refuerza la autoridad tanto como el silencio”. De hecho, la monarquía británica, a lo largo del tiempo, ha hecho del silencio un arte. El problema es que una cosa era la Italia de hace quinientos años, y otra muy distinta la sociedad de Twitter, Facebook, Instagram, las redes sociales, las noticias veinticuatro horas, el #MeeToo, el Black Lives Matter y Oprah Winfrey.Lee también
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REDACCIÓN
Cuarenta y ocho horas después de que Meghan y Enrique lanzaran su bomba, el palacio finalmente habló: “La manera en que cada uno recuerda las cosas puede variar –dijo un comunicado-, pero las cuestiones raciales planteadas son preocupantes, van a ser tomadas muy en serio y la familia las va a abordar en privado”. Y, aparte de eso, besos y mucho amor para los duques de Sussex y para su hijo Archie. La reina no ha querido cometer el mismo error que tras la muerte de Diana, cuando reaccionó demasiado tarde.
Nunca demasiado popular, el gran perjudicado por la crisis es Carlos, criticado una vez más como la figura distante y fría de la que hablaba Diana
Han pasado casi veinticuatro años desde el accidente del Pont de l’Alma, pero es como si el fantasma de Diana se hubiera reencarnado en una actriz para torturar a la reina y a la monarquía. Otra chica joven y guapa, en este caso heroína de los millennials , inadaptada a la vida en palacio, se ha rebelado.
La princesa del pueblo lamentó que su matrimonio fuera de tres (con Camilla como tercera en discordia). Meghan ha ido más lejos y denunciado no solo el vacío que le hicieron los royals , sino un racismo institucionalizado en los pasillos palaciegos.https://imasdk.googleapis.com/js/core/bridge3.446.1_es.html#goog_1909596748Volume 0%00:0201:54Más Videos00:39Meghan Markle y el príncipe Harry anuncian que el bebé que esperan es una niña01:26Guerra Casa Real UK01:23Najwa Nimri se enfrenta a los periodistas tras su polémica en los Goya01:15La familia real británica contesta a la entrevista de Meghan Markle y Harry00:41Condenado a prisión un agente de la Guardia Urbana de Barcelona por maltratar a un detenido en comisaría01:48La polémica mascarilla de Najwa Nimri en la 35ª edición de los Premios GoyaCerrar
Lo último que quería la monarca, a los 94 años, es verse en medio de la misma guerra cultural que ha promovido fenómenos como Donald Trump, el Brexit, los ataques racistas a ciudadanos negros en Estados Unidos o la campaña para derribar estatuas de personajes del imperio británico.
Pero eso es lo que es el ataque de Meghan y Enrique, y el eco que está teniendo. Por un lado hay quienes consideran que son unos ingratos e hipócritas privilegiados que se hacen las víctimas (sobre todo los conservadores, la gente del campo y los mayores de 65 años). Por otro, quienes aceptan que sus acusaciones tienen un punto de verdad (mayormente los jóvenes, los urbanitas, los miembros de minorías étnicas).
Enrique y Meghan
El juicio en el Reino Unido es mucho más duro, y la mayor parte de la prensa los encuentra culpables de alta traición
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Y luego, los republicanos que ven a todos los miembros de la familia real como personajes disfuncionales que viven alejados de la realidad y libran sus batallitas cuando el mundo está pendiente de la pandemia y su impacto económico. Muchos creen que la ropa sucia se lava en casa.
Los Windsor han regresado a la casilla de salida en su campaña de años para dar una imagen moderna. De la quema difícilmente se va a salvar nadie, quizás excepto la reina, en torno a la cual se ha establecido un cortafuegos. Meghan y Enrique pueden ser idolatrados en Estados Unidos y países de la Commonwealth como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, pero el juicio en el Reino Unido es mucho más duro, y la mayor parte de la prensa los encuentra culpables de alta traición, casi a la altura de Eduardo VIII cuando abdicó en 1936. Lee también
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Las denuncias de la duquesa de Sussex sobre el trato recibido de sus cuñados tampoco deja bien librados a Guillermo y Catalina. El príncipe Andrés (vinculado a escándalos de abusos sexuales en la corte de Jeffrey Epstein) tampoco sale bien librado de ninguna comparación.
Pero quien más pierde de todos es Carlos, el heredero de la corona, acusado por su hijo de falta de empatía, de negarse incluso a cogerle el teléfono, de estar tan trasnochado que prefiere la comunicación por carta a un watsap, y hallarse “atrapado” en ese mundo irreal y esa jaula de la monarquía del que Enrique está orgulloso de haber huido. Nunca sobrante de popularidad, sus posibilidades de ascender al trono han perdido enteros.
El mundo tenía miedo de que Donald Trump dispusiera de los códigos nucleares, pero han sido Enrique y Meghan los que han apretado el botón, por lo menos en lo que se refiere a la monarquía británica. Un cóctel de dinamita, semtex, y polonio en el té de los Windsor.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/gente/20210310/6266813/isabel-ii-rompe-silencio.html