Los Periodistas

¡Aja toro!

Por Jesús Manuel Hernández

Desde que Andrés Manuel López Obrador debutó en la escena política en su natal Tabasco, le ha distinguido un rasgo, una característica que le ha dado buenas y malas tardes, como el ave de las tempestades en sus mejores presentaciones en El Toreo de la Condesa.

Exitoso novillero, mejor torero, en Madrid y en México dejó buen sabor de boca, pero su amor propio le hacía desconcentrarse y armar el escándalo en la plaza cuando alguien desde la tribuna se metía con él. Famosos fueron sus retos a la autoridad espada en mano.

Lorenzo Garza se ganó así el apodo “Ave de las Tempestades” pues el público no sabía si después de una buena faena haría el ridículo por defender su amor propio.

Hace algunas décadas los analistas políticos comparaban los tiempos del toreo, los tercios, con el ejercicio del poder, y, se hacían buenas crónicas de análisis político salpicadas de lenguaje de tauromaquia.

Quizá Andrés Manuel tenga algo de eso, un 60 por ciento de aprobación de su gobierno le contrastan con asuntos que golpean a la salud, la economía y particularmente le enfrentan con los colectivos feministas del país.

Su muy particular forma de ver las cosas, derivada de tener “otra información” le ha llevado a puntos de confrontación con empresas trasnacionales y ubicado a México en un contexto de retroceso respecto a las energías limpias, por citar un ejemplo.

Nadie duda, por tanto, de la fuerza del Presidente, quizá el más poderoso de la historia moderna del país.

Esa manera de actuar respecto a mantener sus decisiones le ha llevado a un punto donde enfrenta como ningún mandatario en México a los colectivos feministas a quienes ha dado notables muestras de desprecio o desvalorización de sus pretensiones, incluso pueden sumarse en este rubro las quejas de Olga Sánchez Cordero la titular de Gobernación, que han dejado mal sabor de boca luego de los tamales de chipilín mañaneros.

Defender a Félix Salgado Macedonio con toda su pasión, con toda su fuerza, desconociendo las cuantiosas y valiosas críticas a su proceder, quizá ubique a López Obrador en ese tercio donde Lorenzo Garza se convertía en “ave de tempestades”, pues a todas luces se trata de una decisión que genera un escenario poco favorable para MORENA en el orden nacional.

México vivirá el proceso electoral más grande en su historia, y también el que ha sido precedido por actos violentos como nunca, lo que obliga a los analistas a pronosticar una elección violenta en lo físico y por lo visto también en lo verbal.

Mantener la candidatura del “toro” Salgado Macedonio, es tentar al ciudadano a una rebeldía, es provocarla, es llamarla a la protesta y la rebelión, como en los tendidos de la plaza cuando el matador se enfrenta a un toro descastado.

Si al interior de MORENA hay inconformidades entre los grupos de mujeres, en la sociedad hay más inconformidades y ha dado el paso para “coger al toro por los cuernos”. Se trata de un candidato impresentable.

De ahí que López Obrador está pisando terrenos peligrosos que le pueden dar la vuelta a la faena sexenal, quizá tenga frente a sí mismo, un escenario capaz de derivar en acto de distracción del desorden de la campaña de vacunación, pero con consecuencias muy graves para el segundo tercio de su gobierno.

Los buenos toreros sabían que el arte de matar al toro, dependía del manejo de la mana izquierda, pues aunque la derecha levanta la espada, es la izquierda la que coloca al toro en cruz.

Al Presidente no se le conoce mal manejo de la mano izquierda, ¿será acaso que alguien le ha gritado desde la tribuna y la distracción le puede costar la faena, como a Lorenzo Garza, en sus mejores tardes?

O simplemente la afición se ha dado cuenta de que enfrente hay un animal descastado, con poca bravura, que necesita de la protección desde el Palco del Presidente.

O por lo menos, así me lo parece.

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