La artista francesa vivió a la sombra del autor del ‘Guernica’, pero fue una figura muy respetada en el mundo del arte
JAIME CEDILLO / EL ESPAÑOL
La pintora Françoise Gilot ha muerto este martes en un hospital de Manhattan (Nueva York, Estados Unidos) a los 101 años. Su hija Aurélie Engel ha comunicado el fallecimiento, que se produce tras haber padecido dolencias cardíacas y pulmonares.
La artista, nacida el 26 de noviembre de 1921 en Neuilly-sur-Seine (Francia), fue una de las amantes de Pablo Picasso, con quien tuvo dos hijos en 1947 y 1949. Su relación, que resultó ser tormentosa y castrante, eclipsó su carrerra, pero no por ello dejó de ser una figura muy respetada en el mundo del arte, al que accedió gracias a su madre y su abuela a una edad muy temprana.
Gilot realizó su primera exposición en 1943, mismo año en que conoció a Picasso. Fue en un restaurante; ella tenía 21 años y él, 61. El pintor español se acercó a la mesa donde la artista estaba con su amiga Geneviève y le ofreció un cuenco de cerezas. «Soy artista», se presentó ella cuando Picasso le preguntó a qué se dedicaba. Acto seguido, el pintor dijo que una mujer tan bella no debía dedicarse al arte, pero visitó su exposición.
Los pintores Henri Matisse y Georges Braque habían apadrinado a la artista en aquellos años, cuando la relación con Picasso comenzaba a fraguarse. Duraría una década, en la que al artista le gustaba decir que Gilot era su musa, término que a ella molestaba. Tuvieron dos hijos, Claude y Paloma, y cuando quiso darse cuenta se había convertido en una ama de casa que tuvo que guardar su «personalidad en el bolsillo”.
Obedeció en los inicios, como había hecho con su padre cuando era niña, pero Gilot cumplió 30 años y exteriorizó el carisma que, desde entonces, la acompañó hasta el final de su vida. En 1953, abandonó a Picasso llevándose a sus dos hijos.
Desde 1964 vivió entre Estados Unidos y Francia, y siguió exponiendo su trabajo. En 1970 se casó con Jonas Salk, el investigador médico estadounidense que desarrolló la primera vacuna segura contra la poliomielitis. En aquella etapa se instaló en California.
En 1973 fue nombrada directora de arte de la revista académica Virginia Woolf Quarterly. En 1976 se unió a la junta del Departamento de Bellas Artes de la Universidad del Sur de California. La medalla Legión de Honor, una de las mayores distinciones en Francia, es uno de los títulos más prestigiosos que ha recibido por su trayectoria.
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En 2021, cuando Gilot cumplió 100 años, reunió 30 pinturas en una exposición en la casa de subastas Christie’s, en su sede de Hong Kong. Uno de sus cuadros, Paloma à la Guitare (1965), se vendió por 1,3 millones de dólares, superando con creces las expectativas de la casa.
«Cada uno de los trabajos presentados documenta la cristalización de mi vida, mis experimentaciones sobre figuras, objetos, relaciones y naturaleza y con cariño comparto mi pasión y mi búsqueda en el arte”, dijo la propia Gilot. Además, sus hijas Paloma y Aurélie le rindieron homenaje a través de otra muestra en Nueva York, también con motivo de su centenario.
Hasta el final de su vida, sus obras se expusieron en espacios como el Museo Metropolitano de Arte, el Museo de Arte Moderno de Nueva York y el Centro Pompidou de París. Sus pinturas obtuvieron precios cada vez más altos conforme se aproximaba al final de su vida.
Gilot había estudiado Filosofía y Literatura inglesa en la Universidad de Cambridge, por lo que compaginó su labor como artista con la escritura. Sus memorias, La vida con Picasso, fueron escritas a cuatro manos con Carlton Lake y se publicaron en 1964.
Se convirtió en un éxito de ventas internacional, lo que enfadó mucho al pintor, que rompió el contacto con ella y sus dos hijos. El texto inspiró buena parte del guion de la película Sobreviviendo a Picasso, dirigida por Merchant-Ivory en 1996. Natascha McElhone interpretó a Gilot y Anthony Hopkins a Picasso.
Paloma Picasso dijo en el homenaje con motivo de su centenario que su madre siempre «se había adelantado a su tiempo, era lo que las mujeres querían ser, casi antes de que se dieran cuenta o se atrevieran a soñar con ello”. Dos años antes, cuando tenía 98 años, Gilot dijo: “A mi edad, a veces me canso de la vida, pero nunca me canso de la pintura”.