Katherine Harvey desmonta los mitos del sexo medieval en ‘Los fuegos de la lujuria’
GREGO CASANOVA / VOZPÓPULI
Cualquier ficción medieval parece que debe tener su buena capa de mugre y unas cuantas escenas de sexo violento. El cliché está tan extendido que parece obligatorio representar al ‘malo’ de la peli o novela violando a alguna mujer, desde Juego de Tronos, los Pilares de la Tierra o Braveheart.
En esta última, la crueldad de los nobles ingleses quedaba reflejada por el injusto derecho de pernada, por el que el señor feudal de turno podía yacer con una joven que se iba a casar. Esta ignominiosa ley nunca existió, como tampoco hay ninguna prueba firme de la existencia de los cinturones de castidad con los que los maridos celosos se aseguraban que, durante su ausencia, su mujer no iba a hacer uso de su sexo.
En todos sus vertientes, la Edad Media, época en la que nacieron las majestuosas catedrales góticas o los primeros viajes por el globo, arrastra una serie de prejuicios y mitos que también invaden el campo sexual. La historiadora y medievalista Katherine Harvey, que ha atendido a una entrevista a Vozpópuli, desmonta muchos de ellos en Los fuegos de la lujuria.
Pregunta. Junto al cinturón de castidad y el derecho de pernada, ¿algún otro mito que haya perdurado tanto tiempo?
Respuesta. Esas dos son sin duda las más persistentes y las más conocidas. Pero, en términos más generales, quizá la creencia de que la Iglesia medieval se oponía por completo al sexo (lo cual no era cierto: aunque celebraba la virginidad y estaba muy preocupada por el pecado sexual, también reconocía que el matrimonio era la mejor opción para la mayoría de la gente y algo que tenía muchas consecuencias positivas, sobre todo la posibilidad).
P. ¿No tenemos testimonios de sexo oral? ¿por qué?
R. Se menciona muy de vez en cuando, casi siempre en casos de hombres procesados por mantener relaciones sexuales con otros hombres. Tanto el sexo oral como el anal estaban prohibidos totalmente: ambos se consideraban sodomía, un pecado que abarcaba todas las formas de relaciones sexuales no reproductivas, incluso la masturbación. Y parece que la gente común tenía en cuenta estas prohibiciones. Un hombre del siglo XIV, Arnaud de Verniolles, que fue acusado de mantener relaciones sexuales con otros hombres, admitió que había mantenido relaciones interfemorales con varios hombres, pero negó ferozmente haber practicado sexo anal, que claramente consideraba un pecado mucho mayor.
P. ¿El peor acto era el sexo anal?
R. El sexo anal era un tabú muy grande. La Iglesia consideraba pecaminoso cualquier acto sexual no reproductivo, que consideraba «sodomía», una categoría que no solo incluía las relaciones homosexuales, sino la masturbación o el coitus interruptus, por ejemplo. Así que sí, estaba «mal» tanto si lo practicaba una pareja homosexual como una heterosexual.
P. En las clases nobles, muchos de los matrimonios eran concertados, ¿sucedía así en el pueblo llano?
R. Los matrimonios concertados eran mucho más extraños entre la gente corriente, pero la aprobación familiar siempre fue importante y la mayoría de las parejas habrían solicitado el consentimiento paterno para casarse. Como decía Margery Shepherd, una londinense de finales del siglo XV: «Haré lo que mi padre quiera que haga; nunca haré nada en contra de la voluntad de mi padre». En teoría, los campesinos necesitaban la aprobación de su señor para casarse, pero esto no siempre se cumplía.
P. ¿Eran más libres sexualmente las mujeres del pueblo llano que las nobles?
R. Probablemente, sobre todo porque tenían que trabajar, salir a hacer recados domésticos, etc., y, por tanto, estaban necesariamente menos vigiladas por sus familias. También había diferencias regionales: la vida de las mujeres estaba más restringida en el sur de Europa (sobre todo en Italia) que en el norte.
Pero la reputación era de gran importancia para la gente de todos los estratos sociales. Y, por supuesto, esta relativa libertad tenía sus desventajas, como una mayor vulnerabilidad a las agresiones sexuales y las violaciones. Por lo tanto, no deberíamos suponer que las mujeres corrientes tenían una vida mejor o más fácil en este sentido.
P. ¿La mayoría de las mujeres medievales solo tenían una pareja sexual durante el resto de su vida?
R. Eso habría sido más común que hoy en día, porque se suponía que una mujer respetable no debía tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, y parece que mucha gente seguía estas normas. Por supuesto, algunas personas mantenían relaciones prematrimoniales (aunque, en muchos casos, era con la persona con la que luego se casaban). Y no era raro que una mujer enviudara, y muchas viudas se volvían a casar.
P. ¿Qué diferencias había entre el adulterio masculino y el femenino?
R. En algunos aspectos, el adulterio femenino era sin duda más problemático, debido a la preocupación por el honor de la familia y la legitimidad de los herederos. Pero es un mito que las esposas adúlteras fueran asesinadas con frecuencia o enviadas a conventos; ambas cosas ocurrían, pero eran muy raras.
Tampoco significaba que se considerara permisible el adulterio masculino. Ambos sexos podían recibir castigos por este delito (normalmente con una multa, o con un castigo humillante que involucraba que la pareja adúltera fuera desnudada, atadas las dos personas a la altura de los genitales y paseadas por las calles). A veces se criticaba a los hombres que cometían adulterio por dar mal ejemplo. Y, con sorprendente frecuencia, el mal comportamiento masculino (por ejemplo, la crueldad, la embriaguez, las frecuentes ausencias) se consideraba una explicación del adulterio femenino, aunque no lo justificaba.
P. ¿Eran más «puritanas» las sociedades medievales del siglo XV que las sociedades occidentales del XIX?
R. Hay muchas similitudes, como la idea de que el sexo debe practicarse dentro del matrimonio y de que la gente debe pagar por su comportamiento transgresor. La literatura medieval, por ejemplo, está llena de esposas adúlteras, sacerdotes lascivos y eufemismos ridículos. En ese sentido, creo que es bastante diferente a la del siglo XIX.
P. ¿La Edad Media perpetuó la virtud de la virginidad, especialmente para las mujeres, es la principal herencia de esta época?
R. Los cristianos medievales concedían un gran valor a la virginidad, sobre todo en el caso de las mujeres. (De hecho, había bastante interés por la virginidad de los santos varones, como Juan el Bautista, y algunos clérigos de finales de la Edad Media fueron celebrados por su virginidad). Y eso ha dejado un largo legado. Quizá podamos ver paralelismos entre algunas de las repulsivas estrategias para fingir la virginidad que se pueden encontrar en los textos medievales (por ejemplo, ponerse sanguijuelas en la vagina la noche de bodas), y la hoy en día cada vez mayor demanda de himenoplastias
P. Existían leyes contra la violencia sexual pero generalmente no se aplicaban, y arreglar un matrimonio con el violador se consideraba una buena solución al delito. ¿Había permisividad con estos delitos?
R. No creo que sea cierto que se toleraran los delitos sexuales: consideraban que la violencia sexual era un problema grave y podía castigarse con dureza. Por supuesto, había diferencias de enfoque: por un lado, como dices, había casos en los que el matrimonio entre la víctima y el violador se consideraba un resultado satisfactorio del juicio. (Aunque no hay evidencias incontestables de que se obligara a las mujeres a contraer tales matrimonios y, por lo que sabemos, eran bastante raros).
De hecho, creo que el tratamiento de las violaciones es un ámbito en el que existen muchas similitudes entre las actitudes medievales y modernas. La violación no se denunciaba y era difícil conseguir una condena, y había una clara tendencia a dudar de los testimonios de las mujeres, a pensar que «ella se lo había buscado». Pero, por supuesto, todo eso sigue siendo cierto hoy en día…
P. ¿Cómo era visto el sexo fuera del matrimonio?
R. Como algo que podía causar vergüenza (tanto para las personas implicadas como para sus familias), y como pecado por el que se podía recibir castigo, aunque en lo que respecta a los pecados sexuales, la fornicación entre dos personas solteras del sexo opuesto era uno de los menos graves. Las parejas no casadas que eran sorprendidas manteniendo relaciones sexuales podían recibir multas, ser azotadas o sometidas a un castigo humillante, como ir en procesión a la iglesia en camisón. A menudo recibían presiones para que se casaran, y, si lo hacían, probablemente recibirían un castigo más leve.
P. ¿Cómo era la vida de un homosexual?
R. A menudo resultaba bastante difícil, porque las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo siempre se consideraron pecaminosas y siempre existía la posibilidad de ser procesado por ello. En algunas jurisdicciones, era un delito capital, aunque los castigos menores (multas, destierro, etc.) eran más comunes. La intensidad de la persecución variaba considerablemente a lo largo del tiempo y de un lugar a otro: a veces había muy pocas persecuciones y otras, muchas. En la Florencia del siglo XV, por ejemplo, la homosexualidad causó un episodio de histeria moral, y se creó una institución llamada Oficina de la Noche para ocuparse de ella. Varios miles de hombres fueron condenados (como la mayoría de los infractores eran multados en lugar de ejecutados, había muchos reincidentes). Según la evidencia obtenida de los registros legales (que, por supuesto, sólo nos dicen a quién pillaron), existía mucho sexo ocasional: había ciertas zonas de la ciudad, ciertas tabernas, donde se podía ir a conocer hombres. Cuando Michele di Bruno da Prulli y Carlo di Berardo d’Antonio fueron acusados en 1497, llevaban varios años de relación e incluso habían prestado juramento sobre los Evangelios de fidelidad mutua.
P. ¿Era peor ser hombre homosexual o mujer homosexual?
R. Por las razones antes mencionadas, creo que tanto la experiencia de una mujer homosexual como de un hombre homosexual era dura, pues, si cometías un pecado, podías ser perseguido por ello. Se hablaba menos de las relaciones homosexuales entre mujeres, se perseguían con menos frecuencia y hay muy pocos registros de mujeres que tuvieran relaciones sexuales con otras mujeres. Es posible que la tendencia medieval a asumir que el sexo siempre implicaba penetración hiciera que las parejas femeninas pasaran más desapercibidas. En la mayoría de los casos que conocemos, se acusaba a una de las mujeres de asumir el papel masculino (a veces utilizando un dispositivo parecido a un consolador o un pene falso), y estas mujeres eran especialmente propensas a ser ejecutadas por su comportamiento transgresor.
P. ¿Qué sabemos de las personas trans y de los travestis?
R. Relativamente poco, pero lo suficiente para estar seguros de que existieron. Como ocurre con las relaciones entre personas del mismo sexo, solemos enterarnos de ellas por los registros judiciales, que es como sabemos de Rolandino/a Roanchaia. Vivió en Venecia a mediados del siglo XIV. Su testimonio sugiere que era intersexual, que se le asignó el sexo masculino al nacer, pero que más tarde se identificó y vivió como mujer. En el Londres de 1394 se arrestó a John/ Eleanor Rykener por prostituirse y mantuvo relaciones sexuales tanto con hombres como con mujeres, a veces presentándose como hombre y otras como mujer. Y en Espira, a finales de la década de 1470, Katherina Hetzeldorfer fue condenada a muerte por ahogamiento tras ser declarada culpable de vestirse de hombre y utilizar un pene falso para mantener relaciones sexuales con al menos dos mujeres (ambas afirmaron que creían que Katherina era un hombre).
Fuente: https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/sexo-edad-media.html