Por Luis Alberto Martínez*
@LuisMartiMX
Desde bardas pintadas al por mayor, descalificaciones y acarreos, hasta spots misóginos: el poder enfermó a un sector de la militancia de Morena en México, transformándoles en un conglomerado de grupos dogmáticos donde imperan la complicidad y el silencio.
Todas las encuestas en México están de acuerdo en que la llamada Cuarta Transformación repetirá en la presidencia y se hará de la mayoría de las gubernaturas en territorio nacional, lo que sitúa al partido en el poder en un activo muy rentable políticamente.
Una de las máximas de la cultura obradorista dicta que la lucha debe centrarse en la transformación y el proyecto de nación, no en la búsqueda de cargos. Sin embargo —aunque muchas y muchos lo repiten sin cesar—, este parece un discurso solo de «dientes para afuera», ya que la realidad es que quienes accedieron a los puestos no quieren perderlos y quienes no los tuvieron pelean por ellos, en algunos casos, valiéndose de las peores prácticas.
Bajo una narrativa en la que se habla de pragmatismo, se justifican acciones inmorales para un movimiento cuyos principios de no robar, no mentir y no traicionar parecen flexibilizarse según las circunstancias y objetivos de los grupos que aspiran a los espacios de poder.
Para estas personas, el silencio y la complicidad se confunden con lealtad.
Son las militancias y grupos de apoyo de quienes quieren ocupar gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones, senadurías y hasta la presidencia de México. Si bien hay millones de personas comprometidas con el proyecto transformador, también hay quienes se cautivan ante la posibilidad de espacios de poder y privilegio.
Estas personas—que en algunos casos participan y en otros no actúan— dejan pasar cualquier tipo de prácticas deshonestas, como desvío de recursos públicos para campañas locales, propaganda política fuera de tiempo, publicidad invasiva, spots misóginos, clientelismo, violencia digital, descalificaciones e injurias.
De esta forma, en beneficio de sus intereses ideológicos o personales el silencio parece la mejor acción más pragmática. Y quienes deciden romperlo suelen ser acusados de desleales e incluso traidores al movimiento, y ahí radica el mayor de los riesgos.
El mayor de los retos hoy para quienes integran este partido movimiento, es el de blindarlo de sí mismo y de su entendimiento del poder.
*Comunicador y catedrático especializado en Periodismo Digital y Opinión Pública con más de 12 años de experiencia. Master en Ciencia, Tecnología y Sociedad por Quilmes. Premio Nacional de Innovación en Transparencia 2016.