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Crónica Reforma | ‘¡Nada de zigzagear!’

AMLO estuvo acompañado por Adán Augusto, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard en el mitin para conmemorar el 85 Aniversario de la Expropiación Petrolera. Foto: José Luis Ramírez Negrete.

ROBERTO ZAMARRIPA / REFORMA

Cd. de México (19 marzo 2023).- «¡Nada de zigzaguear!», grita, clama el Presidente Andrés Manuel López Obrador frente a una plaza llena que mezcla entusiasmo y aparato, alma y maquinaria, calor político y frío burocrático.
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«No a las medias tintas; no aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías», dice el Presidente con los precandidatos a su espalda: Claudia Sheinbaum, que tiene sonrisa suelta, Marcelo Ebrard, incómodo, de chamarra, en constante movimiento en su silla, y Adán Augusto López, en mangas de camisa a pierna suelta en su lugar.

El mitin por la conmemoración del 85 aniversario de la expropiación petrolera se convierte en un trazo de raya colgándose de la historia; en un paralelismo del México y el mundo de 1938 con la circunstancia actual, donde aflora de nuevo una obsesión de López Obrador: ¿Qué hubiera pasado si el General Lázaro Cárdenas designa como sucesor a su paisano Francisco J. Múgica?

En 1940, refiere el Presidente, «era tal la oposición de la derecha que Cárdenas tuvo que actuar con cautela, y posiblemente eso influyó para que apoyara la candidatura de Manuel Ávila Camacho y no la del General Francisco J. Múgica, con quien tenía más afinidad ideológica y el cual representaba una mayor certeza de continuidad para profundizar la política social y nacionalista».

Según López Obrador, Cárdenas no optó por Múgica debido a «la beligerancia de los grupos de derecha» en el País y apostilla: «Recuérdese que, aún optando por la candidatura de Manuel Ávila Camacho, que sostenía posturas moderadas, de todas maneras, la elección presidencial fue complicada y violenta».

De ahí que el Presidente pasara a la sentencia. No dejará un hubiera como legado. (Si hubiera sido Múgica).

«Por eso, hoy de nuevo manifestamos, exclamamos a los cuatro vientos: ¡Nada de zigzaguear! Sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el Gobierno. No a las medias tintas, no aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías».

Los primeros asistentes al Zócalo llegaron de Veracruz sobre las nueve de la mañana; algunos se quejaban de llegar tan temprano cuando el mitin estaba previsto para iniciar ocho horas después.

Para el mediodía ya había media plancha del Zócalo ocupada. Mucho bullicio. Bandas de música, gritería, bajo sol a plomo.

La maquinaria se dejó ver en serio después de las dos de la tarde. El SNTE con banderas naranjas y miles de agremiados traídos en camiones desde distintas entidades, a la vieja (y actual) usanza. Enormes mantas que no dejaban la duda: «SNTE presente con el Presidente» y una maestra que desde la banqueta lleva la cuenta de las secciones que desfilan. «Ahí viene la 21, va la 16, viene la 14, la 45», su ojo advierte y pasa lista.

El contingente del Tecnológico Nacional es encabezado por su banda de música y con los maestros y alumnos uniformados de blanco. Su algarabía contrasta con los pies arrastrados de los del SNTE que no parecen caminar con el entusiasmo propio de la ocasión.

La lluvia sorprende y muchos usan sus mantas para taparse y la afluencia no se detiene. Entran por 5 de Mayo o por Madero; la calle 16 de Septiembre es la pista de los bicitaxis que llevan también a manifestantes. Por el sur, 20 de Noviembre y Pino Suárez, entran otros contingentes. Sobre las 4 de la tarde la plaza está casi llena. Ya no hay lluvia, pero entra un viento frío. En la confluencia de 16 de Septiembre y 5 de Febrero hay un mayor hueco. Se convierte en una especie de puerta giratoria. Muchos de los que pasan por ahí dan la vuelta y se regresan. Abandonan la plaza.

Aún así las calles aledañas al Zócalo se desbordan. Hay fiesta y hay obligación.

La pleitesía es al Presidente López Obrador cuya figura aparece en muñecos de tela, en globos de sonaja, en gorras, en tazas, en cartulinas y también en un inflable de 5 metros conectado con tres enormes cables de extensión a una oficina de diputados locales de Morena que está en los portales de frente a Palacio Nacional.

El muñeco con las manos extendidas es un AMLO con traje oscuro, camisa blanca y corbata roja igualito a la vestimenta que porta el Presidente esta tarde. Decenas de personas se arremolinan alrededor del monigote y se toman fotos para la celebración.

El día de la expropiación es el día del Presidente.

Una enorme manta cuelga del edificio de los diputados locales con tres figuras: a un lado Lázaro Cárdenas con su fotografía y el recuerdo de la expropiación petrolera de 1938; en medio AMLO y la expropiación del litio de 2022; en el otro extremo la foto de Adolfo López Mateos, el Presidente que persiguió a los maestros y a los ferrocarrileros encarcelándolos y desprestigiándolos, pero en la manta no es recordado por eso sino por la nacionalización de la industria eléctrica de 1960.

Impecablemente peinado, sin un gallo, elegante, de traje oscuro y corbata escarlata, el Presidente abre su discurso con el listado de estados presentes. Nombra a todo el País y luego pasa a su relatoría histórica sobre la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas y a la reacción de opositores internos.

«En este ambiente se funda, el 17 de septiembre de 1939, el Partido Acción Nacional, que nace criticando la expropiación petrolera; digo esto aquí en el Zócalo porque no estoy mintiendo, estoy hablando con la verdad», dice AMLO para prender a los suyos que corean un «No estás solo».

López Obrador sustenta que la presión de la derecha contra Cárdenas condicionó la sucesión presidencial.

«A partir de entonces empezó a abandonarse el auténtico ideal revolucionario y las acciones en beneficio del pueblo, aunque debe admitirse que esa alianza entre el poder político y el poder económico tal vez evitó la guerra civil y mantuvo la paz social», define.

Por eso su advertencia de no zigzaguear ni las medias tintas, ni desviarse del rumbo.

Y detrás de esa raya establece que «cualquiera de los aspirantes que resulte triunfador en la encuesta para elegir al candidato de nuestro movimiento aplicará la misma política en favor del pueblo y en favor de la Nación».

El acto petrolero ya es mitin electoral. De calmar ansias en un ambiente desbordado. En un discurso previo, el director de Pemex, el tabasqueño Octavio Romero, con todo colmillo abre con un saludo al Presidente y luego otro para Claudia Sheinbaum. Obvio la plaza ruge. Romero es del grupo tabasqueño contrario a Adán Augusto y poco tiene que ver con Marcelo Ebrard.

Apenas empezó a hablar el Presidente, y mucha gente que entraba al Zócalo comenzó a regresarse. En 20 de Noviembre hay empujones entre los que se van y los que no los dejan ir. En 5 de Mayo, un joven les grita algo a los manifestantes y es correteado. Se arma una trifulca y la calle queda completamente bloqueada a la altura de Palma. Y como ya venían muchos de regreso el tapón ahoga. Manifestantes que venían de Tapachula empiezan a ser empujados por los que van y por los que vienen. Una señora se estrella con una cortina de un comercio que cerró en cuanto se desorganizó la manifestación. Para colmo, la gente que ve la pantalla gigante en esa misma calle no atiende a la batahola sino al discurso su líder. Tampoco se mueven. El tumulto se expande contra las paredes, los comercios cerrados, la gente apretujada, hay gritos y desorden. De milagro no hubo una tragedia.

Una marcha de ida y vuelta.

Es temprano para que se retiren tantos y es tarde para que lleguen otros al Zócalo. Y aquí no fue porque se alargó el discurso del Presidente que sí, efectivamente, duró poco más de una hora. No. Todavía no empezaba a hablar y ya se veían los abandonos.

El Monumento a la Revolución, parte de Paseo de la Reforma, Avenida Insurgentes, calles de la Condesa, tramos y tramos vuelven a ser una enorme estacionamiento camionero. La movilización es impresionante.

Hay recursos. La diferencia de hacer un mitin desde el Gobierno. Mezcla de alma y aparato, de entusiasmo y control burocrático. Para que no anden zigzagueando

Fuente: https://www.reforma.com/nada-de-zigzagear/ar2572123?v=4

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