Cuando hablo de Feminismocracia “el nuevo orden político, con las mujeres al frente y nuestros derechos al centro” hablo de como las mujeres no solo transformamos algunas esferas de la vida pública, sino todo un régimen, incorporando nuevas formas, estilos y distinguiéndonos por la ética al hacer política
YNDIRA SANDOVAL / LA COSTILLA ROTA
Cuando hablo de Feminismocracia “el nuevo orden político, con las mujeres al frente y nuestros derechos al centro” hablo de como las mujeres no solo transformamos algunas esferas de la vida pública, sino todo un régimen, incorporando nuevas formas, estilos y distinguiéndonos por la ética al hacer política. Al hablar de esto es inevitable pensar en la Ex Primera Ministra Jacinda Ardern, quien revolucionó la política en Nueva Zelanda y en gran parte de la Unión Europea; al ser la mujer más joven en dirigir un Estado, lo hizo con ética, de forma innovadora, con aplomo y leal a sus convicciones e ideales. La conocí por allá de 2011, siendo nuestra Presidenta de la IUSY -Internacional Unión of Socialist Youth- (por sus siglas en inglés), siempre cercana, humana y clara, yo en ese entonces una novata (como hasta ahora) ocupaba lo que sería mi primer periodo como coordinadora de feminismo para el Comité Americano de esta organización global.
Hoy, al conocer la situación de Jacinda, en su decisión de renunciar al cargo y todo lo que esto le representa y ha desatado, me mueve la empatía con ella como mujer y con muchas más cuando nos encontramos en ese paredón público al que nos arrastran los brazos armados del patriarcado, donde se nos fusila justo por ser mujeres, donde se nos mira con un escrutinio minucioso que tiene como estándares el tamiz de la moda, de la maternidad y el matrimonio como mandatos para nosotras o único destino; sin mirar y mucho menos evaluarnos tomando como base nuestras acciones, nuestra inteligencia, nuestra ética y la capacidad e incluso la tenacidad para sacar un país entero adelante en plena pandemia como lo hizo de manera inapelable e implacable, Jacinda.
Las palabras de la hoy ex ministra al anunciar su renuncia ponen énfasis en su “falta de energía” y es que no solo hay que tenerla para soportar una andanada patriarcal permanente, sino para que a pesar de ello hacer las cosas y hacerlas bien, ya que a las mujeres se nos exige hacerlas de manera perfecta, impecable a los ojos que se auto asumen validadores de lo correcto y poseedores de la única verdad.
La participación política de las mujeres y nuestra incidencia en los espacios de decisión sin duda han cambiado y trasformado todo; la historia de nuestros derechos puede dar cuenta de ello. Sin embargo hay mínimos irrenunciables que las mujeres requerimos para desarrollarnos en esta esfera y todas las de la vida humana, hacerlo en igualdad de condiciones, en entornos libres de violencia, teniendo como mancuerna imprescindible la corresponsabilidad de los entes obligados en las tareas de cuidados y sin agresores en el poder que actúen con toda impunidad. Ellos deben quedar fuera y hacia allá caminamos con la 3 de 3 contra la violencia pese a todas las resistencias machistas y misóginas que intentan frenarla.
La paridad es una acción afirmativa para lograr una sociedad más justa y equitativa, no es una concesión a las mujeres, ni un requisito de trámite. Es un principio democrático que debe cumplirse de manera efectiva y sustantiva, es decir, con el cincuenta por ciento de mujeres que emanen de procesos democráticos y con el cincuenta por ciento de hombres que claramente demuestren contar con un modo honesto de vivir. ¿Qué de honesto tiene ser agresor, violador o deudor?, ¿de qué democracia hablan los dueños -si así en masculino- de las bancadas?, ¿a caso se puede hablar de un Estado de derecho sin las mujeres?.
Sin duda se requiere no solo de más mujeres en el poder, sino de más mujeres en el poder con poder, requerimos y es urgente, más feministas legislando, gobernado, administrando e impartiendo justicia.
El feminismo va más allá de una ideología, el feminismo en sí mismo es una nueva forma, fondo, vía y faro para hacer política.
Jacinda, lo hizo y lo hizo bien, tanto al frente del poder como desde la digna resistencia al no permitir que la deshumanizaran, evidenciando la vulnerabilidad en que, el patrircado y todos sus cómplices y lacayos, la colocaron.
Jacinda, nos mostró cómo sí, estando a cargo de su nación y con la dignidad intacta; también nos mostró cómo NO estuvo, estamos, ni estaremos dispuestas a hacer política.
Que les quede claro a los agresores y perpetradores de violencia que se creen intocables: “así no”.
Por ello es inaplazable la necesidad de contar con políticas integrales y la corresponsabilidad del Estado, el mercado, la comunidad y las familias en las tareas de cuidados, la crianza y el trabajo doméstico no remunerado; como indispensable es penalizar la violencia política contra las mujeres reconociendo a ésta como un atentado contra la democracia y el desarrollo en sí mismo para la sociedad en su conjunto.
Fortalezcamos el quehacer público, dignifiquemos la política y asumamos la fuerza y el poder que las mujeres en el mundo entero representamos.
Desde México y en la región entera seguiremos impulsando la iniciativa ciudadana y feminista “3 de 3 contra la violencia” para que ningún deudor de pensión alimentaria, ningún agresor sexual incluyendo a los acosadores y ningún agresor de mujeres en el ámbito público o privado lleguen al poder ni ocupen ningún cargo público o de elección popular.
Teniendo claro que en política y en todos los ámbitos no hay nada más parecido a un macho de izquierda que un macho de derecha.
La claridad política nos ha otorgado el feminismo, esa es nuestra genuina militancia, la que no da nada por sentado y Europa tendrá que voltear a nuestra región con otros ojos, reconociendo que no todas las causas las tienen ganadas y asumiendo que mientras exista un solo resquicio de violencia contra las mujeres no habrá nada que nos distinga entre naciones, requerimos sacar a los agresores del poder y eso incluye a los regímenes que desde un falso pedestal se asumen los más desarrollados.
Nunca más sin nosotras.
Gracias Jacinda, por lo que has hecho siempre, por lo que hiciste y por lo que seguirás haciendo por tu nación, gracias por no ceder ante un modelo de poder que se empeñan en imponer, modelo que evidentemente está caduco, sino que es inviable ante la ola y la marea imparable de las mujeres que como tú cada vez ocupan más espacios en la vida pública, política y económica del mundo.
Si hay de otra, un orden político distinto es posible, uno sin regateos donde un nuevo pacto social coloque a las mujeres al frente y a nuestros derechos al centro.
Se llama Feminismocracia, el poder de las mujeres feministas.
@YndiraSandoval
Politóloga feminista y defensora de DDHH de las mujeres.
Foto composición de LCR con imagen desde Wikipedia commons https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Jacinda_Ardern_in_Dunedin.jpg