La disolución de la orden de San Benito de Limburgo, en Bélgica, pone fin a la distinción que obtenía el brebaje que elaboraban
AL DÍA / COMER
Recluirse en un monasterio para entregarse a la fe y al celibato, así como consagrar los días de trabajo y el rezo en estricta observancia de una tradición medieval, no desata furor en el siglo XXI. Las abadías sufren una sangría de frailes, cada vez menos y más ancianos. Su desaparición amenaza la supervivencia de oficios y productos tradicionales que en Bélgica, donde la cultura de la cerveza es un emblema nacional reconocido por la UNESCO, arroja sombras sobre el futuro de la cerveza trapense.
En la abadía belga de San Benito de Limburgo se elabora la cerveza Achel. Tradicionalmente, era una de las seis marcas del país homologadas como trapenses, del total de diez que existen en el mundo. Pero el monasterio perdió a sus últimos eclesiásticos hará unos tres años, dos frailes que se mudaron a la hermana abadía de Westmalle. Ahora, la congregación ha encontrado comprador para el recinto.
Cerveza Achel
La nueva propiedad y la disipación de la orden impiden etiquetarla como trapense
El nuevo propietario es el empresario Jan Tormans. Su intención es seguir elaborando la cerveza como lo hacían los monjes, además de evitar que el gusto o la fórmula cambien. El problema es que, al desvincularse de los frailes, la bebida ya no podrá ser etiquetada como producto trapense.
Técnicamente, ya no lo era desde el 2021. Ese año, la Asociación Internacional Trapense le retiró el sello porque los religiosos habían delegado en laicos la elaboración de sus brebajes. Sin embargo, el cambio de propiedad y la disolución de la orden religiosa materializará todavía más la ruptura con la tradición.
Para obtener el distintivo, la asociación que agrupa a las abadías trapenses exige que la producción se elabore en el convento, que esté controlada o gestionada por religiosos que siguen la regla de San Benito y que destinen parte de los beneficios a obras de caridad.
Tradición
Los monjes de San Benito empezaron a elaborar este brebaje en 1850
Los monjes de la abadía de San Benito elaboraron sus cervezas desde 1850 hasta la Primer Guerra Mundial. En 1998 retomaron su labor con la ayuda de las abadías de Rochefort, Westvleteren y Westmalle. Hoy en día, la mayor parte de las cervezas trapenses todavía se concentran en Bélgica (Chimay, Orval, Rochefort, Westmalle y Westvleteren), pero también se producen en Países Bajos, Austria, Francia, Italia y Reino Unido.Lee también
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AURORA SEGURA CELMA
El hábito no seduce y la falta de vocación va adelgazando las congregaciones, pero ni los monjes ni la cerveza trapense tienen previsto extinguirse.